Críticas
Sobredosis de altura
El vuelo
Flight. Robert Zemeckis. EUA, 2013.
La soledad es un terrible sentimiento que genera una gran angustia, que te sumerge en un agujero negro del que es tremendamente complicado salir. Algunas personas, con una gran capacidad mental y con una personalidad muy fuerte, pueden salir sin ocasionar ningún destrozo a su alrededor. En cambio, otras, cuyo pasado o presente son como una pesadísima losa, son incapaces de encontrar la salida.
Cuando la desolación es la única compañía y la tristeza lo inunda todo, el simple hecho de respirar se vuelve la tarea más hercúlea de todas. Lo más fácil es dejarse llevar y caer en el círculo de las adicciones, siendo la droga y el alcohol la mejor y única compañía. Es entonces cuando se crea un vínculo tan fuerte, que la mayoría de las veces es imposible de romper. Lo único que es capaz de deteriorar esas cadenas son situaciones extremas, que sólo se dan cuando uno no puede caer más bajo o cuando la muerte da un buen susto.
Un experto en estas situaciones extremas, ducho en mostrar lo más profundo y lóbrego del ser humano y a la vez lo más tierno y bello, es el veterano Robert Zemeckis. Un director norteamericano que con sus cintas es capaz de hacer realidad lo imposible, como: vencer a la muerte en La muerte os sienta tan bien (Death Becomes Her, 1992), viajar en el tiempo gracias a Regreso al futuro (Back to the Future, 1985), recorrer todo Estados Unidos calzando unas Nike con Forrest Gump (1994) o tener como único amigo un balón de voleibol gracias a Náufrago (Cast away, 200). Tras un largo tiempo de una dura sequía, Zemeckis ha salido de su escondite para presenta su última película, El Vuelo (Flight, 2013), cuyo protagonista es Whip Whitaker, un piloto de una aerolínea comercial, que cuenta con un pasado y presente tan insoportables, que la única manera que tiene para poder afrontar el día a día es estar acompañado de una raya de cocaína y unos cuantos vasos de alcohol.
Esta nueva cinta del mítico director tiene todas las características necesarias para ser recordada. Es un ejemplo, gracias a su manera de presentar la trama y la subtrama y entrelazarlas de una manera brillante. Como si se tratase de un metrónomo humano, Zemeckis consigue implantar un ritmo perfecto, creando una sensación que sólo una montaña rusa es capaz de dar: expectación, nervios con un toque de miedo, un gran nudo en el estómago, gritos y, por fin, la paz del suelo firme. El clímax se hace esperar, para alargar la tensión de crisis que los personajes están viviendo, y sólo en el momento justo, cuando uno ya no puede esperar que ocurran más desgracias o que otra botella de vodka desaparezca por arte de magia, ocurre lo inevitable, para dar luz verde a la resolución final. Esperar hasta el último momento, acelerando el pulso de los espectadores, es la mejor manera que tiene el director para evitar el mecánico pestañeo. Todas las miradas están fijas en el protagonista y, como consecuencia, la empatía hacia este personaje va apareciendo sin que uno lo quiera.
Lamentablemente, la perfección no existe, y esta película tiene un gran hándicap que frena el correcto avance y entendimiento de la cinta. Los actores no consiguen captar la complejidad de los personajes, y por lo tanto no se produce la unión perfecta. ¡No se entienden! Y acaban rompiendo la relación, alegando diferencias irreconciliables. El encargado de dar vida al personaje principal es Denzel Washington, que con su cara de no haber roto un plato en su vida, es incapaz de mostrarnos el verdadero lado oscuro del protagonista: un hombre solo, que arruina su vida a cada paso que da debido a sus adicciones. El actor, que tiene la oportunidad de dar vida a un moderno Doctor Jekyll y Mister Hyde, cree convencer con sus gafas de sol, su uniforme, su gorra y sus andares chulescos siguiendo el compás de la música, pero se queda corto y al final pierde el equilibrio para terminar estrellándose contra el suelo. La compañera de viaje de Washington es la actriz Kelly Reilly, que interpreta a Nicole. Una chica terriblemente perdida y asustada, que para evitar sentirse de esa manera acaba tumbada en el suelo con una jeringuilla colgada de su brazo. En cierto modo, cuando vemos a Nicole sólo podemos recordar al amor de Forrest Gump subida en sus altas cuñas planteándose la idea del suicidio. Kelly Reilly se queda muy atrás de la interpretación de Robin Wright, porque es incapaz de mostrar la complejidad de su personaje, quien vuelve a la vida tras una sobredosis para ser el ángel de la guardia del protagonista. Todas estas maravillosas cualidades que tiene el personaje femenino se quedan en el baúl de los recuerdos gracias a una interpretación vacía y hueca de la actriz, completamente incapacitada para poder trasmitir toda esa turbación con la que está luchando su personaje.
Poder imprimir en la mente del espectador una idea, un sentimiento o un miedo es tremendamente complicado, pero Zemeckis, haciendo gala de su savoir faire, tiene varios ases guardados debajo de su manga. Una escena maravillosamente angustiosa permite que el espectador quede inquieto y alterado, sintiendo una zozobra en su interior por saber que va a pasar a continuación y queda enganchado hasta el fin. Pero no contento con eso y para hacer escalera de color, el director sabe que para que el público quede completa e irremediablemente encadenado, necesita pequeños efectos mágicos: primero, planos que muestren sentimientos, lágrimas que parecen una gota de sangre, cárceles imaginarias, gracias a las sombras de unas cortinas, y un flashback inesperado.
No hace falta coger el DeLorean y viajar al pasado, Robert Zemekis nos demuestra que en realidad la vida sí que es como una caja de bombones y que uno debe estar preparado, porque nunca se sabe lo que la marea puede traer. Como siempre, este director consigue dejarte con un agujero en el estómago, señal de que imprime huella cuando se pone con las manos en la masa, porque a Zemeckis ¡nadie le llama gallina!
Tráiler
Ficha técnica:
El vuelo (Flight), EUA, 2013.Dirección: Robert Zemeckis
Guion: John Gatins
Fotografía: Don Burgess
Música: Alan Silvestri
Reparto: Denzel Washington, Kelly Reilly, Don Cheadle, Bruce Greenwood, John Goodman, James Badge Dale
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