Críticas
Bye bye, Blackbird
Enemigos públicos I
Michael Mann. EUA, 2009.
Quizá no sea eternamente recordada, y es muy posible que vaya a ser motivo de completa disgregación de opiniones (entre si es una obra maestra o un tremendo y aburrido bodrio) pero no se puede negar que cuando Michael Mann se propone hacer buen cine de acción… que se callen los demás. Y es que este director siempre sabe encontrar equilibrio perfecto entre el correcto avance de la historia que quiere explicar y las necesarias escenas de tiroteos, permitiendo mantener la tensión constante durante los 140 minutos que dura Enemigos Públicos.
Michael Mann recupera en Enemigos Públicos la historia de John Dillinger, ladrón de bancos que durante la época de la gran crisis de Estados Unidos en los años 30 se ganó, por un lado, ser oficialmente el «enemigo público número uno» del gobierno y por otro, la consideración de «Robin Hood» por el pueblo, que le identificaba como el gran héroe que se enfrentaba al sistema capitalista que les había hundido en esa gran depresión. Y es que Dillinger pasó a la historia como el atracador más atractivo y admirado de todos los tiempos… No en vano se han dirigido ya varias películas en torno a este mítico personaje (desde el Dillinger de Max Nosseck – 1945 – hasta Dillinger y Capone de Jon Purdy – 1995), aunque Mann ha acertado completamente en esta revisión del mito al acercarse a él dándole un enfoque muy humano, centrándose en sus intereses personales, en su vida, aunque siempre rodeado de un halo «místico-heroico» que Johnny Depp sabe impregnarle de maravilla a su personaje. Adicionalmente, el director sitúa al personaje principal en los Estados Unidos de los años 30 con elevada fidelidad, rodeando la acción de aspectos de la vida cotidiana de las calles de Chicago, además de descubrirnos las incipientes técnicas de investigación (evidentemente, ahora nos parecen obvias) que empezaron a utilizarse para atrapar a atracadores del momento.
Pero si algo es sobradamente destacable de Enemigos Públicos es que Michael Mann convierte el film en una obra maestra de la técnica, tal y como detalla Javier Moral en su crítica: el director utiliza movimientos y posición de la cámara típicos de los films de acción de última generación: primerísimos planos que se repiten durante toda la película, contrapicados que ensalzan a los protagonistas; amplio uso de la cámara al hombro, sobre todo en las escenas de tiroteos… En definitiva, Mann sabe cómo meternos en la escena y mantenernos atentos a la gran pantalla. La fotografía, de la mano de Dante Spinotti, es otra gran baza del film: tonos cálidos para las escenas de los gángsters que nos acercan a un mundo prohibido donde la tensión y la rapidez de decisiones imperan; tonos fríos, metálicos para los hombres de la Oficina de investigación, para las localizaciones en las distintas cárceles…
Ante tanta supremacía técnica, quizá es el guión el que se queda un poco cojo. Puede parecer una tontería, pero se echan de menos frases lapidarias, típicas del género (como «Siempre digo la verdad, incluso cuando miento digo la verdad», genial Al Pacino en El precio del poder – Scarface, 1983 – ó «¿Has terminado ya?, porque me importa una mierda lo que sepas o no sepas… te voy a torturar de todos modos» de Reservoir Dogs – 1992), pero sobre todo que se profundice más en los personajes porque, aparte del de Dillinger (todo gira en torno a él, así que no podría ser de otra manera), el resto no acaba de llegar al espectador. El claro ejemplo sería el del agente Melvin Purvin (Christian Bale), llamado «el Clark Gable del FBI»: sus escasas apariciones no nos permiten esclarecer su personalidad ni motivaciones (aunque es muy posible que sea debido a la hermética actuación de Bale). Podríamos decir algo parecido del personaje de Baby Face Nelson (Stephen Graham), que aparece brevemente y únicamente podemos adivinar que era una especie de psicópata, pero poco más, cuando en realidad fue uno de los criminales, junto a Dillinger, más buscados de la época. Muy acertada es también la banda sonora del archiconocido Elliot Goldenthal, con música ambiental de la grandilocuencia que necesita el film, combinada con jazz (Diana Krall aparece en la película cantando su Bye Bye Blackbird) y blues firmado por la siempre eterna Billie Holiday. Sin lugar a dudas, imprescindible en una buena colección.
Sobre las interpretaciones – aunque ya me he adelantado: de Johnny Depp, no hay nada que decir. Como siempre, parece que haya nacido para el papel de apuesto antihéroe. Y es que con sólo una mirada ya se mete al espectador más incrédulo en el bolsillo. Grata sorpresa también Marion Cotillard, que consigue no encasillar a su personaje como la típica mujer que acompaña al malo sin rechistar (a destacar su escena en la comisaría, mientras la interrogan/torturan, y un final digno de aplauso: ‘Bye Bye, Blackbird‘…). Y Christian Bale… ¡Ah! Yo que iba confiada en encontrarme (salvando las distancias) un «duelo interpretativo» entre Depp – Bale… y me encuentro que, en la única escena que tienen en común, Depp se come con patatas, casi literalmente, a un Bale cuya inexpresividad empieza a no ser excusa para elaborar a su personaje. En definitiva, Bale no está a la altura, y cuando apunta maneras (reconozco que sí me gusta mucho la escena en la que habla a su equipo sobre cómo encontrar al atracador gracias a su abrigo), nos recuerda demasiado a otros papeles (Bale, repito: no siempre se puede ser Batman… y eso que al menos esta vez ha dejado lo de la voz profunda para otra ocasión).
En resumen, Enemigos Públicos es de visionado obligado para amantes del género que disfrutarán con esta recreación de la vida del carismático atracador que, paradójicamente, lo último que hizo antes de morir fue ver en el cine El enemigo público número uno (Manhattan Melodrama, 1934). Para palomiteros en busca de un film de acción tipo Heat o Miami Vice pero de época… mejor alquilar un vídeo: les sobrarán escenas, y muchas.
Ficha técnica:
Enemigos públicos I , EUA, 2009.Dirección: Michael Mann
Guion: Ronan Bennett, Michael Mann, Ann Biderman
Producción: Michael Mann, Kevin Misher
Fotografía: Dante Spinotti
Música: Elliot Goldenthal
Reparto: Johnny Depp, Christian Bale, Marion Cotillard