Entrevistas
Entrevista a Vimala Pons
La 23ª edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici) abrió con la exhibición de la película Pequeña Flor, de Santiago Mitre, una coproducción argentina, francesa y belga, protagonizada por Daniel Hendler y Vimala Pons. En su paso por Buenos Aires, la actriz francesa dialogó con EL ESPECTADOR IMAGINARIO sobre su experiencia en la película.
EL ESPECTADOR IMAGINARIO: ¿Habías estado alguna vez en Buenos Aires? Espero que te estén tratando bien.
Vimala Pons: Sí, por tercera vez en Buenos Aires. Me gustó muchísimo y todos fueron muy simpáticos. La primera vez fue para conocer y encontrarme con Daniel Hendler (coprotagonista de Pequeña Flor), un actor increíble, y ensayar con Santiago Mitre. La segunda vez, fue para filmar la escena del parto con la que se inicia la película, y que fue la única filmada en Buenos Aires; y la tercera vez, para la proyección en el Bafici.
EEI: A la hora de elegir tus proyectos, ¿qué fue lo que te atrajo de la historia de Pequeña Flor?
VP: Varias cosas al respecto. Primero, ví las películas de Santiago Mitre (La cordillera, El estudiante, La patota), lo que me permitió redescubrir el cine argentino, que ya conocía, pero no tan bien. Es un cine que me conmueve mucho, porque expresa una necesidad de hacer las cosas que, creo, no existe de esa manera tan sentida en Francia. Es un cine muy impresionante, profundo, y noté que hay una tradición de personajes que hablan mucho, mucho, con monólogos largos y un uso extenso de la voz en off. Lo que me encanta de eso es que, al hablar demasiado, no se logra decir lo que se quiere decir verdaderamente y eso es un fracaso, pero, al mismo tiempo, es un éxito, porque creo que de lo que no podemos hablar se expresa de esa manera, y eso es lo que hay en Pequeña Flor, además de contradicción, tensión, violencia y la duda sobre la realidad o la fantasía.
EEI: ¿Cómo fue la experiencia de trabajar en la película del realizador argentino Santiago Mitre?
VP: Fue muy intensa, porque yo estaba filmando otra película, entonces sentía mi cabeza dividida, pero Santiago es un gran guionista y es un muy buen director de actores, en la medida que escribe y reescribe al momento de filmar. No intenta filmar sus fantasías, o sea, las fantasías que tuvo al momento de escribir el guion, ya que en la instancia de rodaje ve a las personas que están ahí, lo que comienza a suceder, y lo readapta. Toma muchos riesgos en esta película, porque no tiene miedo de los actores, los sigue para que lleguen a lugares donde no habían pensado llegar. Las otras dos veces que experimenté eso en mi carrera fue con los directores Alain Resnais y Paul Verhoeven.
EEI: ¿Con qué desafíos te encontraste para interpretar a Lucie, una mujer intensa, pragmática y apasionada, que lidia con la insatisfacción laboral, la crisis de pareja y cierto agotamiento y dificultad en su rol de madre primeriza?
VP: En el personaje de Lucie hay dos cosas: el instinto materno, que no existe, pero al mismo tiempo, está presente. Lucie es una mujer que atraviesa una búsqueda personal, filosófica, porque no tiene la capacidad de amar, a pesar de enamorarse de la vida y de lo intenso que hay en ella. Lo que puedo sentir de esta mujer es el hecho de que habla mucho sin estar segura de que la otra persona puede entenderla, y eso está muy bien, porque es una nueva cosa que escribimos juntos con Santiago, que no estaba previamente en el guion inicial. Lo agregamos para poder aislar más al personaje de José (Daniel Hendler). Él ya está aislado por el idioma y por esa mujer que habla tanto. Eso me gustó mucho.
EEI: ¿Considerás que la multiplicidad de géneros que aborda la película apunta y sirve para descontracturar la rutina en la pareja y resignificar el amor?
VP: Sí, claro. Tengo la impresión de que, cuando vi la película en el estreno del Bafici, la idea que rescato es que cuando se pierde el humor se pierde el amor y tu pregunta me hace pensar en eso.
EEI: En relación al lugar de la mujer y a cómo se la muestra, tu personaje representa cierta ruptura con los cánones sociales establecidos y demuestra un ansia de libertad para con su vida ¿Cómo te identificás con eso?
VP: Siento que esos cánones hace mucho tiempo se han terminado.
EEI: En Europa puede ser, pero acá no tanto.
VP: Risas. Es cierto. Lo que pasa es que cuando uno interpreta a un personaje debe sentirlo propio, nunca extraño o ajeno; entonces me adecué tanto al personaje de Lucie que no lo pienso como otra persona, sino como ella. Creo que el cine, y especialmente el cine popular, juega un rol muy importante a la hora de construir cánones para lo masculino y lo femenino. Para aprender español estuve viendo documentales sobre los simios en Netflix y aprendí que nosotros nos parecemos muchos a los simios y que estos aprenden por imitación. El simio necesita ocho años para aprender mirando a su mamá, mientras que el delfín solo necesita un año para aprender todo.
Cuando era chiquita y miraba las películas, por ejemplo, Peter Pan, salía de la sala y me sentía habitada por una fuerza de la película y me comportaba como ese personaje de la película. Del mismo modo, cuando vi Volver, de Almodóvar, y el resto de sus películas, en general, que abrazan y aceptan un canon de lo femenino y de la belleza diferente, fue la primera vez que me sentí orgullosa de ser una mujer. Porque son mujeres muy fuertes y graciosas.
EEI: Para los espectadores que aún no vieron Pequeña Flor, ¿por qué deberían verla?
VP: Creo que es una película sobre la separación, en tono tragicómico, que es un motor en la vida. No solo la separación amorosa, la separación de aquello que uno ha sido, y que es algo que sucede siempre en la vida. También sucede cuando las personas mueren. Tengo la sensación de que vivir es separarse constantemente, de ese modo uno vuelve a renacer. Y al mismo tiempo, cuando nos podemos reír de eso, que es una cualidad muy singular, nos da mucha energía.