Everest

Los hechos ocurridos en 1996 en el Monte Everest, descriptos por Jon Krakauer y que llevaron al desastre a los dos equipos de escaladores que buscaban llegar a la cima, se presenta en la gran pantalla de Hollywood. Pero por más que nos parezca que Everest es una película épica más del cine estadounidense, nos llevaremos la grata sorpresa de estar ante un film que demuestra que las conquistas son insignificantes ante la inmensidad de la naturaleza.

Baltasar Kormákur, el islandés que ya había incursionado en el cine norteamericano, con Dos Armas Letales (2 Guns, 2013), todavía no había intervenido en un film que produjera la expectativa y la aceptación que atrajo Everest. Y esta aprobación está apoyada en varios aspectos, tales como el reparto, la historia y el contexto que propone el film, un cóctel perfecto a la hora de la búsqueda del éxito Hollywoodense.

En una época donde pareciera que a la industria estadounidense se le hubieran acabado las ideas originales, donde un gran porcentaje de films que vemos lucen la leyenda “basada en una historia real” en sus créditos iniciales, Everest se erige como una película diferente. Y establecemos esa diferencia porque la actitud de los personajes va madurando a medida que el film avanza y quienes se perfilan como héroes mostrarán su debilidad en su enfrentamiento a la montaña más temida del Himalaya.

Una cuestión que puede servir de señuelo perfecto para el espectador es el reparto del film, compuesto por una gran mayoría de actores que han tenido papeles relevantes en los últimos tiempos. Es el caso de Jason Clarke, que viene de ser John Connor en la última vuelta de tuerca que tuvo la saga Terminator con Génesis. Clarke interpreta a Rob Hall, un instructor de montañismo que apoyará a sus alumnos hasta sus últimas consecuencias. Josh Brolin también se suma a este cóctel, interpretando a un tejano en busca del logro de haber escalado el tan temido Monte. Y luego, en papeles secundarios, veremos a Michael Kelly (Doug Stamper en House of Cards) interpretando a Jon Krakauer -quien merece un párrafo aparte-, a Jake Gyllenhall en la piel de Scott Fischer y a Sam Worthington en el papel de Guy Cotter. Y también dicen presente Robin Wright (Claire Underwood en House of Cards) y Keira Knightley (Descifrando Enigma, Piratas del Caribe), aunque en papeles relegados a un rol secundario, como esposas de los personajes de Josh Brolin y Jason Clarke, respectivamente.

La historia está basada en el ensayo escrito por Jon Krakauer quien, como describe el film, fue uno de los integrantes del equipo de Rob Hall. Krakauer, que al momento de los hechos representados en la película ya era un periodista de investigación de una gran reputación, publicó en primer término un artículo en una revista, para luego lanzar su libro Mal de Altura (Into Thin Air) un año después. Para quienes hayan escuchado en algún lado el nombre de este escritor estadounidense, es el autor de Into The Wild, obra que tuvo su versión cinematográfica de la mano de Sean Penn y que forma parte de su repertorio de ficción, aunque mezclando experiencias propias.

El equipo de guionistas sabe de qué se trata poner al hombre solo frente a la omnipotente naturaleza. Simon Beaufoy fue quien dejó atrapado a James Franco entre dos rocas en el film 127 Horas (127 Hours, Danny Boyle, 2010). Pero Beaufoy también guionó Slumdog Millionaire (Danny Boyle, 2008) y Los juegos del hambre: En llamas (The Hunger Games: Catching Fire, Francis Lawrence, 2013). Por su parte, William Nicholson trabajó en el guion de Gladiador (Gladiator, Ridley Scott, 2000), Los Miserables (Les Miserables, Tom Hooper, 2012) y Invencible (Unbroken, Angelina Jolie, 2014). Claro está, el trabajo de estos dos grandes guionistas queda plasmado en la aventura que emprenden los personajes, en su valía y su voluntad por llegar a la cima más allá de cualquier contratiempo, tópicos acordes con su filmografía previa.

La aventura de los dos equipos de montañistas demuestra lo pequeño que es el ser humano ante la naturaleza y que ese desafío que supone dominar a la montaña más alta del mundo, no es algo que con tecnología y voluntad podamos superar fácilmente. La arrogancia con la que el ser humano enfrenta el reto, será directamente proporcional al éxito que tendrá. Y queda claro que aquí, a unos casi 9000 metros de altura, no hay dinero que pueda solucionar los problemas que se nos presentan, que como bien se encarga de aclarar Everest, la soberbia del personaje de Josh Brolin le jugará una mala pasada.

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