Críticas

Ajedrez y lecciones de vida

Fahim

Pierre-François Martin-Laval. Francia, 2019.

Fahim aficheEl ajedrez es el centro de una historia, basada en hechos reales, donde se entrecruzan el éxito potencial con reminiscencias de un pasado signado por la derrota y la deserción.

Fahim y su padre se exilian en Francia para escapar del peligro y bajo la premisa de un futuro mejor que tiene como eje el desarrollo de las capacidades del niño como ajedrecista. Vivirán una serie de sucesos que pondrán en riesgo tanto la permanencia en París como la oportunidad de seguir juntos en el camino.

El desorden y la precariedad de una ruinosa Bangladesh es el punto de partida para una peripecia que intenta armonizar dos culturas. París representa la necesidad de sobrevivir en una ciudad donde las oportunidades de trabajo para los extranjeros solo son aparentes.

La empresa intelectual, como necesario acto heroico, oficia de salida por partida doble: es garantía de salvación y esperanza futura, a la vez que compensa el esfuerzo que en otros tiempos no prosperó. Fahim y Sylvain emergerán transformados a partir de una experiencia que les permitirá comprender que, a veces, “para ganar no es necesario ganar”. Es la equiparación del ajedrez a la experiencia de la vida. La alternancia de las vivencias del padre y el hijo conjuga dos mundos paralelos: la pobreza y la precariedad se ocultan para vender fruslerías; la inteligencia busca sortear la adversidad para demostrar superioridad en aras de reconocimiento social. Dicotomía que premia el éxito como garantía de acceso a los derechos humanos, cuya relevancia política llega a ponerse en tela de juicio en términos de declaración vacía o ejecución concreta. Queda demostrado su condicionamiento a cierto tipo de éxito social considerado un servicio a la patria. Es el trampolín hacia la salvación moral y material. Fahim tiene la llave de la redención, sus acciones pueden evitar frustraciones a mucha gente, tanto a su familia como a un instructor que, abrumado por el pasado, busca refugio en la docencia.

Fahim escena

La política bajo dos aspectos que denotan el riesgo de la intransigencia versus lo benévolo de una flexibilidad teñida de intereses electorales. Bangladesh, en la osadía de un primitivismo que sabe respetar básicas reglas de corrupción, ante la Francia de la legalidad permisiva, en el medio, seres humanos de carne y hueso, en condiciones precarias, apelan a lógicas diferentes para el abordaje de soluciones que traigan paz y desarrollo a sus vidas. La subsistencia es adaptación al  juego reglado que debe ser interpretado. Mucho de común con el ajedrez, si le agregamos la competición. La posibilidad de ganar se irá desdibujando en una analogía con la vida que considera el avenirse a la batalla como rasgo decisivo.

Bangladesh y Francia representan dos realidades contrapuestas al punto de obstruir la comunicación. Nura y Fahim intentan establecer contacto con Mahamuda por Internet, la imagen se congela. Este plano es articulado con otro donde padre e hijo son enfocados a través del marco de una ventana. Es el efecto de un recuadro que asemeja retratos como contrapartida a la imagen  petrificada en el monitor. Dos culturas incomunicadas desde lógicas de funcionamiento diferente. No puede establecerse contacto. Lo indica el estatismo de las imágenes. El traslado, de Dhaka a París, es necesario para incursionar en puestas en común; el vínculo familiar solo puede volverse homogéneo a partir de parámetros que lo direccionen hacia fines comunes bajo un sistema de reglas en un marco sociocultural diferente. Mientras la distancia esté de por medio, la comunicación está obstruida y limitada a cartas, esquemáticamente respondidas, en el intento de evitar erróneas interpretaciones generadoras de angustia y preocupación. Una puesta en común solo podría ser desde un mismo contexto; Fahim lo está intentando con la ayuda del profesor, Matilde y sus compañeros. Solo él es capaz de liderar una solución exitosa.

Fahim plano

Una excelente actuación del niño Assad Ahmed; rostro gráfico y expresivo, tanto en primeros planos individuales como compartidos, siempre entrega ese toque de frescura e inocencia propio de quien disfruta del juego más allá del compromiso con el triunfo. Es la capacidad de gozar responsablemente, de las instancias de la vida, sin renunciar a compromisos afectivos. Un “héroe” moral que asume la necesidad de crecimiento en aras de la protección de un padre limitado por la poca educación y el fuerte apego a las tradiciones y costumbres de su tierra natal. Las batallas las da el niño, símbolo de flexibilidad, lo nuevo comienza a germinar en tierra extraña, Fahim intenta adaptarse tratando de aprender lo que sea. Recordamos un primer plano compartido donde están comiendo en un restaurante; su padre lo hace con las manos, mientras él lucha con los cubiertos. Dos actitudes frente a la diferencia cultural: una conservadora y otra que acepta los desafíos. Dos formas contrastantes de enfrentar la realidad, ganará el ansia de aprender lo nuevo, tanto en la convivencia social como en el tablero de ajedrez. Es el camino al triunfo, el niño lo gesta con esfuerzo.

Una representación de papeles sociales, contrastantes y necesarios, se vuelve esencial en la contribución al problema.

Fahim fotograma

Nura, Matihlde y Sylvani intentan proteger diferentes facetas del niño en un proceso de transformación que los abarca; una lección final que exalta la importancia de la competición, en términos de fraternidad, hospitalidad y solidaridad. Es un todo que se eleva por sobre la inconsistencia de los egos. No hay lugar para la hostilidad, Sylvain agradece a Fressin los aprendizajes vitales; la experiencia significa un cambio para todos. El ajedrez como símbolo de las batallas de la vida.

El discurso de Depardieu frente a una hoguera que despunta pequeñas puntas de fuego ante el borde inferior del encuadre, el sereno mar oficia de fondo; los elementos son reunidos para una puesta en escena que denota la presencia de  cambios. Lo realmente importante es la pasión que enciende la vida en términos de valor necesario a la hora de transitar por situaciones extremas donde la “gloria” está en juego. El orgullo es actitud frente a la vida más allá del resultado. Sylvain está aprendiendo, necesita comunicar a sus alumnos, pretende hacer una síntesis de lo que se está viviendo. El ajedrez, como vínculo relacional, ha promovido una transformación, el profesor ya no es el de antes. La marea, que va y viene en un permanente flujo espumoso, no ofrece riesgo alguno, es una pista de la circunstancia y la forma en que debe enfrentarse la posibilidad de transformación; el fuego, la pasión, ofrece el resto. En otra escena, los niños juegan en el agua, el ajedrez es juego para el cambio, el resultado no es relevante, importa la consecuencia, en tanto impronta individual para la vida. “La batalla de Karpov” debe librarse, el esfuerzo debe hacerse. Es lo único que cuenta.

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Ficha técnica:

Fahim ,  Francia, 2019.

Dirección: Pierre-François Martin-Laval
Duración: 107 minutos
Guion: Pierre-François Martin-Laval
Producción: Waiting For Cinema, Wild Bunch, Alicéléo, France 3 Cinéma, CN8 Productions
Fotografía: Régis Blondeau
Música: Pascal Lengagne
Reparto: Gérard Depardieu, Ahmed Assad, Isabelle Nanty, Mizanur Rahaman, Pierre-François Martin-Laval, Pierre Gommé, Didier Flamand, Emmanuel Ménard, Lola Zidi-Rénier, Alfredo Lorenzo, Lila Guennas, Axel Keravec, Corinne Valancogne, Mylène Wagram, Fahim Mohammad

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