Fast & Furious 9

Estas películas de aventuras de la rápida modernidad, en las cuales suceden escenas en furiosa conexión, se constituyen en un interesante desafío para escribir una crítica. Al verlas me vienen a la mente las series de aventuras que se proyectaban en los teatros de barrio de mi niñez, en las cuales los protagonistas sufrían peripecias continuas, situaciones de alto riesgo y de traición y alevosía, de parte de individuos criminales y de organizaciones dedicadas al mal. Nunca perdía el lado bueno en estos desafíos, a pesar de los riesgos evidentes. Nos quedaba el mensaje de que el bueno siempre sale adelante, con base en sus habilidades, en su rapidez, en su inteligencia, en su nobleza y más de una vez, con ayuda de alguna mujer hermosa, de algún amigo, de alguna tecnología o poder o de su astucia. También me vienen a la mente las interminables gestas de Odiseo, a quien podemos considerar el perfecto modelo del héroe que viaja atravesando regiones desconocidas y sorprendentes, siempre invencible, cuyas principales herramientas son la astucia y el engaño; siempre respaldado por su buena fe.

Dicho esto, me quiero detener en algunos aspectos valiosos de la novena película de esta saga, de gran éxito comercial. El primero de ellos es su elaboración cuidadosa sobre la importancia de la amistad del grupo de protagonistas “buenos”, como elemento que permite resolver las situaciones. Cada quien es amigo de cada uno, dispuesto a que la amistad sea para siempre, más allá de la muerte y de la duda. El resultado práctico, sobre el cual se habla directamente en la cinta, es que, no importando los peligros, nadie resulta malherido, nadie muere. De hecho, casi todo momento mortal se resuelve con la inesperada intervención de un compañero de equipo, porque cada uno es consciente del otro, todos se inquietan, sufren y gozan como totalidad. El equipo mismo de protagonistas está perfectamente diseñado para que las habilidades sean complementarias; hay una armonía interna que garantiza la sincronía, en medio de la furiosa velocidad. Ello implica malabares e imposibles e, incluso, retornos de los que se creía que estaban muertos, pero se trata de un diseño a prueba de fallas, como diciendo que la amistad de verdad es también a prueba de fallas.

Siempre es muy interesante para los espectadores recorrer países y regiones. En la película este es un elemento esencial, como se aprecia en la lista misma que la sustenta: Canadá, Estados Unidos, Reino Unido, Georgia, Tailandia. Las aventuras, las intrincadas y milimétricas persecuciones están muy bien diseñadas para recorrer lugares icónicos de varias ciudades como Edimburgo, Tiblisi y hermosos paisajes salvajes y naturales, sin dejar de lado viajes inauditos por el espacio exterior. Uno se maravilla de las perfectas técnicas y ejecuciones que permiten tantos movimientos, tantos accidentes, tantos avatares en lugares hermosos que casi todos anhelamos visitar y que contemplamos, al menos, con el rabillo del ojo, mientras pasan y pasan cosas. Este es un bello regalo visual del filme, que no carece de sentido estético y que es otro protagonista del mismo, con frecuencia en medio de la rapidez y de la furia.

Bueno, ¿y la trama? ¿Cómo concebir una historia que mantenga la atención del espectador y que sea creíble, en medio de tantas situaciones fantásticas? La misma velocidad es fantasía, como lo son los movimientos, las comunicaciones, las tecnologías propuestas y los artilugios cibernéticos, químicos y mecánicos. Pero como en una historia de Julio Verne, todo se explica de alguna forma, no tan evidente y detallada como lo que describía el gran novelista de aventuras francés, pero sí lo suficientemente como para que el espectador acepte la fantasía como algo real, usando una mezcla de nombres, explicaciones y pases de magia. Como en la buena magia, la velocidad y la distracción son esenciales, como lo es permitir que el espectador pueda seguir los movimientos principales, aquellos que entretienen y, entonces, no caiga en cuenta del engaño ni pierda el hilo principal.

Un elemento importante, que considero le da lustre y calidad al filme, es que se preocupa de los sentimientos, de la vida, de las circunstancias de los personajes. Esto es notable, porque en verdad son muchos los protagonistas y son varios los antagonistas. Y cada uno de ellos es cercano, es de carne y hueso, es a la vez héroe o demonio mitológico y ser cotidiano. He acá otra semejanza con Odiseo y con los personajes que conoció en sus viajes, cuyos pensamientos y elucubraciones son tan cercanos a los lectores de la epopeya de Homero y a los que la escuchaban oralmente en la Antigüedad. Sabemos que el mito está más allá de la vida, pero también que responde a arquetipos reales y cercanos.

Dados todos estos elementos, se me hizo valiosa esta película, que se puede recomendar. No es solamente una aventura comercial y un entretenimiento de pantalla grande. Esto lo comento ahora que se vuelven a abrir las salas, algo de lo cual caigo ahora en la cuenta, pues fue la primera película que pude apreciar, luego de los encierros y restricciones causados por el covid-19, en una sala de cine real, de sonido e imágenes espectaculares.

Trailer:

https://www.youtube.com/watch?v=t3DpuQrBivU