Este documental se estrenó mundialmente en septiembre del año 2013 en el Festival de Venecia. Desde ese entonces ha ido capturando audiencias en otros certámenes: Toronto, Río de Janeiro y Zurich, entre otros.
Su presencia en el festival FILMAR en América Latina se obtuvo gracias a su característica transfronteriza, ya que fue posible traer este documental a Francia, pero no a Suiza en el momento en que se decidió la programación.
Es uno de los pocos films que logran cautivar a una audiencia tan amplia. Las imágenes de la selva amazónica dejan con la boca abierta a niños, jóvenes y adultos.
Se podría decir que la película carece de historia ya que no posee un guion. En verdad, tiene una historia interesante pero no protagonizada por actores humanos, sino por Saïd, un pequeño mono capuchino. Luego de un accidente de avión, el encantador y pequeño primate debe afrontar en soledad las peculiaridades de la selva amazónica. Pese a que luego encuentra otros monos de su misma especie en la jungla, Saïd ha nacido y pasado toda su vida en cautiverio. Es por eso que su adaptación a la selva, le presenta grandes dificultades.
Con una increíble labor de fotografía, los planos van desde los más distantes aéreos, hasta los detalles más cercanos, como por ejemplo los músculos que movilizan a un ciempiés. El monito conquista a todos los espectadores, no sólo por su simpatía sino por su excelente labor de actuación. Logra compartir sus miedos, sus ansiedades y hasta las alucinaciones que le provocan los alimentos que ingiere por error.
Para realizar Amazonia, el director Thierry Ragobert y su equipo pasaron dos años trabajando con biólogos y expertos en animales para asegurar la fidelidad y credibilidad de cada una de sus escenas. Definitivamente, ese arduo trabajo se nota en cada minuto. El elenco con el cual tuvo que vérselas estuvo compuesto por jaguares, cocodrilos, kinkajús (pequeñas suricatas), boas y cuarenta monos capuchinos, junto a más de miles de plantas e insectos que trabajaron como extras.
Sin utilizar personajes humanos, Amazonia nos deja pensando en nuestro mundo domesticado, y la gran distancia que lo separa del fascinante mundo salvaje de la selva amazónica.