Críticas
Amor en tiempos de mafia
First Love
Hatsukoi. Takashi Miike. Japón, 2019.
Desde su debut en el año 1991, con dos trabajos para video, a lo largo de tres décadas, Takashi Miike ha dirigido más de 90 películas, un asombroso promedio de dos a tres por año, llegando incluso a alcanzar la cifra de cinco a ocho cintas en los años 2000. Además de ser uno de los directores más prolíficos del cine japonés contemporáneo, no es la cantidad lo que le ha ubicado entre la lista de autores más controversiales, al lado de nombres como Paul Verhoeven, David Cronenberg o Gaspar Noé, sino su estilo visual agresivo y brutal que acompaña temáticas un tanto polémicas; la violencia, la pedofilia, el abuso de drogas, la prostitución, las perversiones sexuales y el sadismo, por nombrar solo algunas, han transitado su cine. En su último trabajo, First Love, Miike vuelve a situarse en el mundo delictivo de los yakuzas, ya popularizado con su saga Dead or Alive, con una historia de amor entre espadas de samurai y bolsas de metanfetamina.
First Love inicia con Leo, un joven boxeador solitario que, pese a su personalidad aquejada y apática, tiene una carrera prometedora por delante. Su futuro solo podría ser interrumpido por una escena que transcurre bien lejos del ring, y con la cual, por lo pronto, no tiene relación alguna: una cabeza decapitada rueda en un callejón desolado sin previo aviso y marca así, con sus ojos parpadeantes y el torpe andar del cuerpo desprendido, el tono del relato. No mucho después, un supuesto maleante confiesa sus sospechas sobre el crimen a un policía corrupto. En las afueras de la ciudad, un líder mafioso es liberado de la cárcel. Y en una habitación mugrienta, Yuri, una joven encarcelada y sometida a la prostitución intenta escapar de sus captores.
Tras este planteamiento inicial, la trama sigue al boxeador, la chica y a la banda criminal cuando se inicia una guerra contra los chinos con la desaparición de un cargamento grande de drogas. Esta diversificación narrativa particular abre el abanico a explorar los conflictos personales de sus personajes, que van desde los valores del honor y la venganza despiadada a los traumas de la infancia y la intrascendencia de la vida. Si bien esta mezcla entre drama y acción con una perspectiva múltiple en la voz narrativa no es inusual ni tampoco novedosa, es aquí donde Miike interviene, pues, sobre un chorro desmesurado de sangre, le añade una considerable dosis de humor negro que raya lo absurdo y tienta a lo ofensivo con escenas imaginativas como el fantasma de un pedófilo bailando en un metro o una masturbación con partículas de metanfetaminas. Tal como una de sus protagonistas lo afirma, da miedo, pero también da risa de manera muy enfermiza.
De sus múltiples personajes, la historia se centra en Leo y Yuri, quienes se ven sumergidos al azar en un submundo al cual no pertenecen y del cual luchan por huir. Tras una noticia fatal, Leo se da cuenta de que está solo y que no puede librarse de su soledad. Es por casualidad que se ha enredado con Yuri sin saber que ella está absorbida en una red de tráfico y prostitución y que, gracias a él (o por su culpa), se dispara una búsqueda entre mafiosos y policías. Él no es ningún príncipe azul, y ella no conoce nada más que el consuelo de los narcóticos, pero ambos conservan su inocencia hasta el último instante, donde prefieren afrontar sus batallas que entregarse a sus demonios.
La cacería de First Love es dinámica e intrincada, con cambios de bando, explosiones y tiroteos. El montaje furioso se ve acompasado por una banda sonora de jazz agitada que marca el ritmo y nos conduce al momento climático, donde, al fin, todas las historias convergen, la secuencia más anticipada, pero no por eso menos placentera. Entre sesos que revientan y extremidades amputadas, que resuenan con efusivos ruidos chorreantes, el clímax es tal que, cuando en la imagen no cabe tanta adrenalina, Miike hace estallar del cuadro una secuencia animada de colores chillones que referencian al cómic, porque aquí ni el fuego, ni la sangre, ni la música son suficientes para tanta fogosidad.
Para un director que ignora la censura (o al menos no se preocupa por eso), First Love exhibe una violencia extrema sin reservas; no es casual que la batalla final se libere en una ferretería donde abundan las herramientas y los cuchillos que pueden hacer frente al filo de las katanas. Pero esta violencia es tan ficticia como los cuerpos mutilados que caminan como si nada hubiera pasado, mientras rocían los pisos con litros de sangre. Este carácter irreal, casi tonto, que directores como Quentin Tarantino han explotado, aligera la sensación de empacho y de disgusto que podría repeler tantas muertes en pantalla, casi como un recordatorio de que lo que estamos presenciando no es real.
No está de más admitir que Miike no es para todos los gustos, y que su trayectoria lo ha convertido en un autor de culto apreciado en ciertos nichos y no tanto en otros. Sin embargo, en First Love, el amor vence a las ambiciones, pues en los trajines de la persecución frenética, brota una conexión particular entre Leo y Yuri, como dos adolescentes que conocen el amor por primera vez, tal como su nombre lo indica, y que caen en realización de que quizás exista algo bueno detrás de la fatal situación que están viviendo. Un romántico Miike despide al último sobreviviente de los yakuzas con una procesión fúnebre de carros de policía y nos deja un mensaje esperanzador que sobrevive a la mafia: vale la pena pelear por lo que uno ama. First Love se convierte así, en una película que termina siendo más reconfortante que polémica.
Disponible en iTunes: https://itunes.apple.com/movie/first-love/id1480565214?ign-mpt=uo%3D5
Tráiler:
Ficha técnica:
First Love (Hatsukoi), Japón, 2019.Dirección: Takashi Miike
Duración: 108 minutos
Guion: Masa Nakamura
Producción: Coproducción Japón-Reino Unido; Recorded Picture Company (RPC) / Oriental Light and Magic (OLM) / Toei
Fotografía: Nobuyasu Kita
Música: Kôji Endô
Reparto: Masataka Kubota, Shôta Sometani, Nao Omori, Jun Murakami