Críticas
Las heridas del camino
Flee
Jonas Poher Rasmussen. Dinamarca, 2021.
Un documental de animación que moviliza las fibras más íntimas y nos coloca de cara a una realidad difícil de relatar. Una lucha contra la despersonalización librada con una intensidad que por momentos se siente inacabable.
Historia de refugiados que intentan huir de la represión, el abuso y la muerte. Una familia huye de Afganistán tras el triunfo de los muyahidines, se refugiarán en Rusia y, desde allí, trataran de emigrar a un país que les ofrezca un futuro.
El guion establece un relato periodístico desde cámaras y técnicas de relajación; se pretende destrabar recuerdos angustiantes, surgen imágenes difusas, las memorias de la despersonalización. Rostros ausentes, en la carrera por la libertad, se adosan a situaciones de la niñez; corridas y juegos en espacios abiertos, las épocas cambian. El blanco, el negro y los matices de gris, alternan junto al color. Se anticipa una carrera, no solo por conservar la identidad, sino también por desarrollarla en un marco de seguridad y oportunidades.
Flee juega con diversos elementos. El documento es herramienta terapéutica que permite reconocerse desde el movimiento; el transcurso de un tiempo como ocasión esencial para el desarrollo humano. Un derecho que parece no ser tomado en cuenta por los gobiernos, la clandestinidad y la simulación se convierten en herramientas necesarias; la gente escapa hacia la salvación. La desesperación, y la escasez de recursos, la sitúa a merced de oportunistas que solo piensan en dinero.
El encuadre admite una composición en simetría, primer plano, en el centro de la imagen, denota la búsqueda de equilibrio a través del relato liberador. Toda una introducción a lo que vendrá después; antítesis de estados que pretenden superarse desde el discurso público. Un sinceramiento, que trasciende la utilidad personal, traspasa barreras hacia la experiencia colectiva; sabemos de algo que oficia como modelo: el propio sufrimiento de los refugiados.
Las imágenes de archivo otorgan realismo al discurso, lo contextualizan en un marco de acciones políticas determinantes, presentes o implícitas. La sensibilidad logra ser alcanzada cuando se inserta en la norma. Los inmigrantes deben sortear infinidad de obstáculos antes de ser acogidos, la denuncia es sutil; los sistemas políticos permanecen ciegos ante la necesidad humana; el sufrimiento testifica la nobleza de una causa no reconocida.
Amin aprende a ser lo que es, el camino es tortuoso, las circunstancias, traídas desde el recuerdo, ayudan a poner en palabras vivencias que autodefinen. La apertura del marco cultural contribuye a consolidar la identidad sexual. Razones moldean personas en la aceptación de lo diverso, brindan el espacio adecuado; palabras que marcan existencia, la visibilidad es señal de comprensión, abre puertas al reconocimiento. Es necesario traspasar barreras legales, políticas que admiten discursos preestablecidos, criterios de abandono y riesgo admitidos en requisitos extremos. El estatus de refugiado es de difícil acceso; la historia deberá olvidarse en aras del diseño de explicaciones en extremo precarizantes. Derivaciones varias: destierro, desarraigo, identidad disociada por la fuerza. El camino de Amin implica un doble tránsito desde diferencias culturales adosadas a cambios psicofísicos propios de la adolescencia. Difícil tarea la de amalgamar situaciones, que involucran el propio descubrimiento, en paralelo con la negación por cuestiones de supervivencia en sentido amplio. Ser y existir se conjugan ante el permanente riesgo.
El flashback articula con una lógica más temática que temporal. Los momentos se alternan en función de explicaciones vinculadas y vinculantes: Amin transita la profundización para un autodescubrimiento sin límites. Se apela mucho al momento actual en pareja, la llegada está presente, todo el tiempo, en una especie de logros obtenidos a pesar de la adversidad. Camino accidentado, aunque necesario para un destino; final “feliz” que sirve de analgésico al tránsito del recuerdo. Su presencia es como una dosificación que atenúa el ardor de la herida.
Lo inhumano, versus la decencia del reconocimiento, más allá de la diferencia étnica; el abuso y la precariedad rayan lo delictivo, el contexto da un estatus que sustenta grados de respeto disímiles.
El filme es recuerdo por partida doble; las memorias de Amin buscan sostener la conciencia colectiva: las dificultades de un trato humano hacia los refugiados. Un golpeteo constante que nos traslada hacia realidades actuales más allá de casos particulares.
La dignidad humana amplía una concepción que establece la conservación de la vida como valor fundamental; se trata del derecho a forjar la propia existencia en contexto de oportunidades que la dignifiquen. Significa mucho más que la defensa de mínimos derechos, las ideas no circulan en medio de la intransigencia del régimen talibán, se elevan mucho más; la cometa sube por los cielos, la cuerda se rompe, la libertad de ser no ofrece límites. Pero, las posibilidades requieren condiciones para nacer; no brotan por todas partes.
Otra vez, rostros ausentes que, por momentos, quieren definirse sin llegar a hacerlo. Matices en el negro cambian junto con variaciones en rostros que nunca llegan a ser; sensación de movimiento indefinido, momentos traumáticos son revividos; imágenes, que resisten al dolor, se tornan cambiantes. La indecisión protege, la angustia no define. Asociaciones se evaden en constante fluir, el movimiento se niega a concretar por indefinición, solo queda la fluctuación que forja un tema general, los detalles se suprimen.
Maravilloso juego de imágenes que ilustra la experiencia del entrevistado en su relación con lo doloroso. En el retorno imaginario a Estonia, las opciones se reducen a lo menos nefasto, las condiciones de vida resisten, no parece haber alternativa. El recuerdo difuso se contrapone a las crudas imágenes de archivo. La memoria como ejercicio de resistencia, el documento avala y justifica el sentimiento. Animación y documental unidos, no queda duda, el relato es sostenido por lo fáctico; la ficción es solo aparente. El color es diferencia ante lo penoso; el blanco ,y negro, con matices de tenue azulado y violeta difuminado, es portavoz de sensaciones traumáticas y permanentes transiciones hacia estados de ánimo indefinidos,. La memoria intenta prevenir el dolor. La vivencia es de confusión, el recuerdo revive emociones generales y personales desde la experiencia actual de Amin.
Una película, donde el protagonista es representado en animación, oficia como metáfora; es la defensa de una apariencia que no hace a la esencia, una doble vertiente que la utiliza como referencia tanto a Amin como al refugiado en general. La distinción no es lo importante, la recurrencia de los hechos lo es. Un eterno retorno nos remite a millones de personas en padecimiento. La dificultad en la consolidación de una identidad, un ir más allá de la especificidad de sujetos que padecen de la misma manera. No interesan rostros reales, sino circunstancias de desarraigo. El dibujo animado recubre significados. Trazos que asignan figuras a historias que valen a partir de una comunidad de factores; el sufrimiento categorizado desde el anonimato. El relato se facilita, la barrera de la vergüenza y el estigma llega a sortearse. Es lo que importa.
Ficha técnica:
Flee , Dinamarca, 2021.Dirección: Jonas Poher Rasmussen
Duración: 90 minutos
Guion: Jonas Poher Rasmussen
Producción: Coproducción Dinamarca-Francia-Suecia-Noruega; Final Cut for Real, Most Film, RYOT Films, Sun Creature Studio, Vivement Lundi
Fotografía: Animación
Música: Uno Helmersson
Reparto: Animación, Documental