Críticas
La pérdida de la inocencia
Fue la mano de Dios
È stata la mano di Dio. Paolo Sorrentino. Italia, 2021.
En el último filme de Paolo Sorrentino recorremos luces y sombras de la adolescencia del propio autor. Alegrías y tragedias que van sucediéndose en un ejercicio catártico. El italiano se sumerge con sus recuerdos y vivencias para conformar su personal mirada en la ciudad de Nápoles, años 80 del siglo pasado. Y con el fin de perfilar su alter ego crea al personaje de Fabietto Schisa, interpretado por Filippo Scotti. El realizador, sin abandonar su habitual estilo barroco y excesivo, su ironía y verborrea, se modera en su discurso para elaborar una puesta en escena más sencilla, intentando ahondar en el sentimiento más profundo de sus criaturas.
Fabietto goza de la vida. Con diecisiete años, parece feliz aunque declare carecer de amigos, se desenvuelve con agrado y cariño entre sus familiares y piensa estudiar filosofía, aunque no sabe muy bien lo que significa. Convive alegremente con sus padres, sus dos hermanos y con la ilusión de que el futbolista argentino, Diego Armando Maradona, desembarque por aquellas tierras. Transitaremos desde la pasión por el fútbol, principal panacea que entretiene y hace olvidar miserias a gran parte del colectivo social, hasta los encuentros con sus parientes, repletos de extravagancias de claros ecos fellinianos. También se evocarán los primeros deseos sexuales y los iniciáticos pasos hacia una carrera que se volcará en el cinematógrafo. Viajaremos entre risas, bromas, locuras o depresiones. Pero también por el drama, a través de unos acontecimientos que realmente sucedieron en la vida del director. Su impacto en los personajes del largometraje hace que vislumbremos en la obra un antes y un después de la tragedia en tono, enfoque y desarrollo.
La fatalidad y el azar golpean la plácida existencia de Fabietto. Su vida se quiebra con el destino para no volver a mostrarnos, a lo largo del resto del filme, actitudes desenfadadas o triviales. La ausencia repentina le guiará en el camino de la madurez y la responsabilidad por un futuro incierto. Todo, para desembocar en un final abierto en búsqueda de nuevos horizontes, ilusiones y proyectos. Como inteligentemente sugiere la baronesa vecina de su familia, lo que el joven debe hacer es mirar hacia el futuro, sin quedarse aniquilado por la brutalidad del presente. En Fue la mano de Dios, Sorrentino sigue recurriendo a un protagonista masculino a la deriva, pero en esta ocasión no lo conforma un hombre de mediana edad o en la madurez, generalmente interpretado por su actor estrella, Toni Servillo. Fabietto es un adolescente, varón también, que debe afrontar un porvenir que no se hubiera presentado sin su ídolo futbolístico. No en vano, el realizador dio las gracias a Maradona cuando recogió su Oscar a la mejor película extranjera con La gran belleza (La grande bellezza, 2013).
Encontramos maravillosos esos encuentros de toda la familia de Fabietto, con hermanos, tíos, primos, sobrinos, consuegros o cuñados. Unas reuniones de seres diversos que con cuatro pinceladas son retratados, con rasgos no exentos de ironía y sin evitar su cara más ridícula: la bella trastornada por no poder tener hijos; el obseso futbolístico (bueno, hay más de uno); la pariente poco agraciada, por fin prometida con un hombre entrado en años y demasiado parlanchín, a pesar de obstáculos varios; el marido celoso y maltratador, la bromista que no es consciente de los límites en sus disparatadas ocurrencias… Y no faltarán esos símbolos religiosos muy presentes en la filmografía del autor. El catolicismo impregna la educación, la moralidad, los sueños, incluso la fantasía. Basta con detenernos en el título del filme.
Al igual que Jep Gambardella en La gran belleza, Fabietto se sumerge en una melancolía profunda para atravesar un universo quebrado. Y Sorrentino, a pesar de moderarse, ya lo hemos comentado, no deja de presentar un universo visual que destaca por un montaje rítmico, por continuos y diversos movimientos de cámara, con juegos de hiperrealismo para llegar a una representación que parece ir más allá de lo estrictamente filmado en el encuadre. Como aconseja Sor María en La gran belleza, el director italiano regresa a sus raíces, a su Nápoles natal para retornar al punto de partida, al igual que ese postrero intento de salvación que realiza Gambardella frente a la vacuidad y el hastío de su existencia. También en La juventud (Youth/La giovinezza, 2015) no faltan referencias a esos orígenes con la imagen de las raíces de un árbol, mientras se apunta su reverso: “Los padres no recuerdan, los hijos tampoco recordarán”.
Por supuesto, en Fue la mano de Dios se contienen excentricidades propias del cine de Sorrentino. Así, seremos testigos de encuentros insólitos con el supuesto hombre más rico del mundo, en horarios y pueblos perdidos; o asistiremos al “circo” que monta un realizador cinematográfico de ego elevado y sin respeto a dignidades ajenas; o nos moveremos entre exuberantes palacios, entre féminas tragando mozzarella con sus manos o entre monjes enanos. El italiano continúa sobrecogiéndonos y desbordándonos en su trabajo más personal e íntimo. Mientras tanto, la cámara sigue moviéndose desde la sublimación al patetismo.
Prácticamente, resulta inconcebible Paolo Sorrentino sin Toni Servillo. Aquí, el actor configura un atractivo y sentido homenaje al padre del protagonista del filme y de su autor. Perfila a un hombre alegre, con existencias paralelas, comunista, al menos de palabra, tierno y amoroso con aquellos que quiere y que le quieren. Un varón que parece tener todo lo que desea (faltaría más) y que abandonamos con una sonrisa entrañable. En cualquier caso, la frivolidad y las deformaciones fellinianas se erigen en caracteres que rodean a casi todos los personajes que aparecen en el largometraje.
Sorrentino compone su última película uniendo episodios diversos que consiguen ensamblarse en la trama principal. Nos referimos, por ejemplo, al mundo del contrabandista y sus circunstancias. Y no aleja del alma fundamental del filme. Esos acontecimientos que, por mucho que diga la baronesa, jamás pueden digerirse, años pasen. A veces, tanto dolor imposibilita sollozar. Cuesta asumir lo jamás inesperado e irreversible que dejan fuera a la protección y a la inocencia. Ya solo queda mirar al futuro: con valentía, con responsabilidad, con arrojo.
Tráiler:
https://www.youtube.com/watch?v=kVp_uu_sfQ0
Ficha técnica:
Fue la mano de Dios (È stata la mano di Dio), Italia, 2021.Dirección: Paolo Sorrentino
Duración: 130 minutos
Guion: Paolo Sorrentino
Producción: Coproducción Italia-Estados Unidos; The Apartment, Netflix
Fotografía: Daria D'Antonio
Música: Lele Marchitelli
Reparto: Filippo Scotti, Toni Servillo, Luisa Ranieri, Teresa Saponangelo, Marlon Joubert, Lino Musella, Renato Carpentieri, Sofya Gershevich, Enzo Decaro, Massimiliano Gallo, Elisabetta Pedrazzi, Ciro Capano, Biagio Manna