Gangster Squad (Brigada de élite)

Cada cierto tiempo una película de gánsteres aparece y se convierte en el estandarte del género. Hace quince años fue L.A. Confidential,  antes de ella Los intocables de Eliot Ness (The Untouchables, Brian de Palma, 1987) y antes El Padrino (The Godfather, Francis Ford Coppola, 1972). Parece que cada generación está destinada a tener su propia e icónica película gansteril. Pues bien, si esto es así, los de mi generación vamos a tener que seguir esperando, ya que Gangster Squad (Brigada de élite) dista mucho de convertirse en un referente dentro del género que encumbró, entre otros, a De Palma y a Coppola. Sin embargo, Ruben Fleischer se empeña y bebe directamente de estas emblemáticas cintas. Es por eso que se aprecia, en su envoltorio al menos, una pretensión por codearse con ellas. Prueba de ello es el reparto de «élite» que compone el film, llenando la pantalla de estrellas y de secundarios más que solventes. Pero no es oro todo lo que reluce.

Hasta ahora la temprana filmografía de Ruben Fleischer tenía como eje central la comedia. En 2009 se dio a conocer con la entretenida Bienvenidos a Zombieland (Zombieland), a la que le siguió tres años después, y con dudable resultado, la incatalogable 30 minutos o menos (30 Minutes or Less, 2011). Ambas se caracterizaban por darle un desvergonzado toque de frescura al género con el que retozaban, ya sea convirtiendo a los zombis en un mero producto de mofa o transformando a los losers de turno en atracadores de bancos. Pero en Gangster Squad (Brigada de élite) las normas son diferentes. Aunque la comedia está muy presente ya no es el pilar sobre el que se sustenta. Parece que el director está descolocado, tambaleándose en un elemento que no es el suyo. Tal vez sea esta una de las razones por las que la película no funcione o tal vez Fleischer no haya querido encasillarse, y por eso nos presenta un film de cine negro basado en una historia real.

A finales de los años cuarenta Mickey Cohen, ex boxeador convertido en mafioso, llevó la batuta de la ciudad de Los Ángeles. Este individuo cosechó los sucios beneficios de las drogas, las armas, la prostitución y las apuestas que se hacían al oeste de Chicago, hasta que un grupo de policías decidió hacerle frente. La cinta, que no deja de ser una versión sensacionalista de lo ocurrido, aborda la historia al más puro estilo Hollywood, pirotecnia, golpes y disparos incluidos. En su afán por atraer al gran público, como buena película palomitera hollywoodiense  que se precie, el film intenta ser fácil de ver para que el espectador desconecte el cerebro y enchufe el piloto automático. Esto es algo que se aprecia, incluso, en su corto metraje. Ya que poco más de una hora y media de duración se antoja escasa para una enredada historia con un plantel de personajes tan amplio. Es por eso que el director parece dar brochazos en un lienzo demasiado grande. Contribuye aquí también un perezoso guion que, a pesar de tener una buena historia detrás, no se ha sabido explotar como es debido.

Este mismo guion llevará a la brigada de un lado a otro, sin respiro. Normal que con los escasos 113 minutos que dura el film los protagonistas actúen sin pensar. La misma sensación concuerda con cómo parece estar planteada la película, sin ningún tipo de plan ni estrategia. Entre tantas idas y venidas, disparos y palabrería tópica, se pueden detectar algunos homenajes. Entre ellos está, cambiando la frutería por un quiosco, el mítico tiroteo en el que Don Vito Corleone salía mal herido. Intercambiando a Don Vito por un niño, resulta ser el momento más emotivo de la película. Por otro lado, después de una hora y pico de metraje, donde ya no podemos discernir si la acción es una consecuencia de la trama o el motor de ella, la historia llega a su clímax. Será aquí donde el director se encargue de incluir su particular escalera de Odessa. Aunque, al contrario que en la secuencia de Los intocables, el conflicto no se desenlazará aquí. Héroe y villano se trasladarán a un ring de un parque cercano, donde Mickey Cohen será humillado en su propio elemento, el boxeo.

En medio de todo este tinglado nos encontramos unos personajes simples, sin matices. Entre todos, tal vez el más destacable sea el interpretado por el actor Ryan Gosling. Jerry, enamorado de la femme fatale y chica del malo (Emma Stone), resulta ser el personaje más desarrollado. Pero será estéticamente donde la película gane puntos. Grabada en formato digital, logra asemejarse a determinados títulos de la industria de los videojuegos. Por cierto, sector que, como ya anticipó Corre, Lola, Corre (Lola rennt, Tom Tyker, 1998), está muy presente en el cine actual. Prueba de esta relación con el mundo de los videojuegos es el uso reiterado del ralentí que hay en el film. La cámara lenta pasa a ser aquí un mero recurso estético, sin ninguna otra pretensión. Por otro lado, el notable esfuerzo por reproducir la época en la que transcurre la historia también merece una mención. La escenografía logra transportarnos a esa Los Ángeles de finales de los cuarenta, compaginándola con un vestuario superpuesto y vistoso. Aparte de esto, Gangster Squad (Brigada de élite) sigue siendo el claro ejemplo de que un buen reparto no es sinónimo de un buen film. Esperemos que en su siguiente proyecto Ruben Fleischer sepa entretenernos con mayor acierto.

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