Críticas
Aires de tolerancia
Grandma
Paul Weitz. USA, 2015.
Del director, guionista, productor y actor estadounidense Paul Weitz, llega a nuestras pantallas Grandma, un largometraje sencillo, con visos de película independiente, que nos ha sorprendido muy gratamente, principalmente por saber encontrar su tono, el punto de comedia preciso dentro del drama y fracaso personal, que es a la postre lo que nos están contando. La película se estrenó en el último Festival de Cine de Sundance, iniciándose con el momento de la ruptura de la pareja que forman Elle (Lily Tomlin), la grandma del film (abuela en castellano) y Olivia (Judy Greer), y la inmediata irrupción en pantalla de la nieta de la primera, Sage (Julia Garner), solicitando ayuda económica para solventar un grave problema que le ha surgido.
Nos encontramos ante una película muy franca y sincera, que sabe trasladar con naturalidad en imágenes el retrato de tres generaciones de mujeres, abuela, madre y nieta, cuyas personalidades atraen enormemente, al reaccionar con comprensión, falta de dogmatismos, practicidad y respeto hacia las decisiones ajenas, sin intentar agitarlas en una batidora con nuestras propias inquietudes. El guion, modélico, se desarrolla recurriendo a la forma de road movie, pequeño en kilómetros pero grande en recorridos sentimentales. Mediante breves pinceladas, que por cortas no resultan insuficientes, se va intuyendo y narrando el pasado de los personajes, sus carencias, debilidades y frustraciones, todo ello con ayuda de diálogos ingeniosos, impertinentes e incluso insolentes. Con una fotografía un poco desvaída, algo átona en sus limitados contrastes, y con una música presente pero no invasiva, sentimental y pausada en clave folk y soul, acorde con el aura del tipo de cine indie que desprende la obra, nos vamos concienciando de que los años transcurren inevitablemente, tal y como nos recuerda el epigrama de la poeta Eileen Myles que abre el primer plano de la película: “Time passes. That´s for sure” (El tiempo pasa. Eso es seguro), que la vida da muchas vueltas, que los errores y fracasos abundan, y que las jugarretas que nos guarda el destino no son precisamente placenteras.
Es una película de actrices, y sobre todas ellas, destaca la grandma, la abuela, una Lily Tomlin totalmente desinhibida, desenvuelta y fresca en la caracterización de un entrañable personaje, que esconde dentro de un halo de persona autosuficiente, ingeniosa, colérica e incluso violenta, un interior comprensivo, colaborador y consciente de las visicitudes y oportunidades que da y quita la existencia. Hablamos de una mujer que ha sabido evolucionar en la búsqueda de sus verdaderos intereses e inclinaciones, alguien sincero, honesto, sin matices grises, que llama a las cosas por su nombre y no se esconde en absurdas e hipócritas concesiones para la galería. Lily Tomlin es Elle, la abuela, y después de deleitarnos con su interpretación, nos es imposible imaginar a nadie más en su lugar. Resulta un verdadero homenaje a aquellas abuelas intrépidas, emprendedoras, que supieron ir por delante de las lamentables condiciones sociales y educativas que padecieron en su juventud, y que llegaron incluso a contemplar y enfrentarse a la vida con mayor valentía y amplitud de miras que sus propias hijas. La nieta, Sage, encarnada por Julia Garner, le acompaña en su camino, y bastante hace con no quedar totalmente eclipsada por el torrente de ademanes, reacciones y palabras de su abuela. Judy, la madre, en un papel menor en importancia, pero siempre presente en los pensamientos, está representada por Marcia Gay Harden, de quien recordamos que es poseedora de un Oscar como mejor actriz de reparto por Pollock (Ed Harris, 2000), interpretando a una pintora, Lee Kragner, harta de la compleja personalidad y adicciones de su marido, el también pintor, Jackson Pollock. Marcia Gay Harden representa también con acierto, en esta ocasión, a una progenitora de fuerte carácter, triunfadora, casi tirana, pero que consigue responder a las malas nuevas con eficacia, sabiendo comprar zapatos nuevos cuando los antiguos ya hacen llaga. Una mención especial merece la pequeña intervención de Sam Elliott como Karl, con esa apariencia portentosa, la voz grave y cautivadora, y ese saber envejecer con dignidad y gallardía.
Con un ritmo ágil y una cámara nerviosa que sigue a los personajes, el pasado y el futuro logran unirse en el film, en ese recorrido acelerado en búsqueda del hada madrina que nos saque del atolladero. Viejas y nuevas generaciones muestran sus caras, y si bien estas últimas desconocen, por ejemplo, quien fue la escritora y filósofa Simone de Beauvoir, son, sin embargo, capaces de reaccionar inmediatamente, buscando por eBay el precio de la primera edición del libro que queremos vender. También se vislumbran historias de amor, pasadas o actuales, que se presumen intensas, plenas y arrebatadoras, y tampoco falta la imagen de la intransigencia, en forma de mujer pija con hija repelente incorporada, pretendiendo imponer sus propias creencias al resto del personal (¿por cierto, los niños no deberían estar en el colegio?).
La película llega a sacar partido de cualquier mínimo detalle, y hasta el nimio hecho de tatuarse una “o” en el brazo, termina resultando encantador: ¿»o» de Olivia, de orgasmo, de odio, de olvido…? La reflexión sobre los límites de cada uno, sus capacidades, oportunidades y posibilidades, los sentimientos personales sobre adónde creemos y queremos llegar, y lo que sospechamos que no vamos a ser capaz de sobrellevar, está presente a lo largo de las escenas. Y también es mostrado el egoísmo, ese egoísmo repugnante de quien no es capaz de asumir las consecuencias de sus propios actos. Nos gustaría señalar igualmente una nota curiosa: no creemos que tarde en comercializarse , si es que ya no se está haciendo por otras latitudes, cintas de correr frente al ordenador personal, para no desperdiciar el poco tiempo que nos queda, en sustitución de la vieja y obsoleta silla de despacho. Encontramos igualmente en el film, una denuncia soterrada al sistema sanitario estadounidense, a esos gastos escandalosos que hemos de afrontar antes de morirnos, sin espacio para una sanidad universal, pública y gratuita, como derecho humano básico y fundamental, y ya puestos en el asunto y a exigir, que ofrezca calidad y diligencia.
Con naturalidad, sencillez y acierto en el tono, la historia se desarrolla en un único día, de forma lineal, desde la pelea inicial hasta ese bello plano de Elle, alejándose solitaria en la oscuridad, pero abarca toda una vida que se presume plena, intensa y rica en matices, tanto sentimental como intelectualmente. Por cierto ¿hay alguien por ahí que no tenga al menos una tarjeta de crédito?
Tráiler:
Ficha técnica:
Grandma , USA, 2015.Dirección: Paul Weitz
Guion: Paul Weitz
Producción: Depth of Field/1821 Pictures
Fotografía: Tobias Datum
Música: Joel P. West
Reparto: Lily Tomlin, Julia Garner. Marcia Gay Harden. Judy Greer. Laverne Cox. Sam Elliot. Elizabeth Peña. Nat Wolff. Sarah Burns. John Cho. Mo Aboul-Zelof. Skya Chanadet