Cortometrajes
La vida a través de otros ojos
Gulliver
María Alché. Argentina, 2015.
Las relaciones entre las personas se mantienen en el largo plazo, basándose en la confianza. El vínculo entre este hecho y cómo percibimos la realidad, puede estar condicionado por las personas que conforman nuestro entorno, de modo que la relación entre ambos aspectos sea directamente proporcional. Es decir, nuestra percepción estará condicionada por muchos factores, externos e internos, entre los cuales se incluirían el entorno personal, familiar, amigos, compañeros del trabajo, de clase, etc., en definitiva, aquellos con que nos rodeamos. En este punto, la familia es evidente que pasa a jugar un papel fundamental. Esta es, por tanto, una de las ideas que, en su superficie, muestra el segundo cortometraje de María Alché, Gulliver (2015), estrenado en el pasado Festival de Cine de Locarno.
María Alché, tiene una carrera artística vinculada al mundo de la interpretación. Después de su debut en La niña santa (2004) de Lucrecia Martel, ha llegado a participar, por ejemplo, en la reciente Sexo fácil, películas tristes (2014) de Alejo Flah. María, que actualmente prepara el guion de un largometraje titulado de forma provisional Despedida, ha escrito y dirigido Gulliver después de Noelia (2012), su debut en la dirección de cine y con el que ganó el premio al mejor corto en Bafici/2012. Gulliver se encuentra inscrito en ese tipo de historias difíciles de atrapar tras un primer y único visionado. Es ese tipo de cine que obliga al espectador a pensar y a tomar conciencia de una determinada realidad. En este caso la de la desesperanzada visión de María Alché sobre la adolescencia, una edad en la que hay mucho de descubrimiento que plantea en forma de viaje onírico.
El cortometraje se encuentra estructurado en dos partes. Una primera, que sirve como introducción en el seno de una familia, retrato de su día a día, de la cotidianeidad que rodea a la misma y sirve para saber qué posición ocupa y cómo es cada uno de los dos hermanos protagonistas (Agostina Luz López y Renzo Cozza) en ese entorno. La segunda parte, se encuentra atravesada por un surrealismo perturbador y lanza la historia hacia esos lugares no comunes en los que reside una forma diferente de plantear ideas. Aquí, los dos hermanos presentados antes, han asistido a una fiesta, la cual utiliza María Alché como punto de inflexión de la historia y funciona como contraste para mostrar la diferencia de comportamiento de los hermanos dentro del seno familiar y fuera de él.
Por otra parte, la fiesta le sirve también a María Alché para llevar la historia hacia ese territorio onírico, surrealista, desplegando a partir de ella, una serie de elementos que hacen saltar los resortes de la narración por los aires, sembrando el desconcierto. Los personajes se encuentran, de repente, sobre una figura gigante, que le parece familiar a la protagonista y en la que cree haber estado antes. Personajes que caminan hacia atrás. Un amigo de Renzo Cozza se ha convertido en hermano de ellos. Una puerta que, desde el exterior, permite el acceso a la cocina de la casa, a la que vuelven los tres después de la fiesta al amanecer. En torno a todos estos elementos hay algo desconcertante, que se mueve entre el descubrimiento de lo nuevo y la ausencia de una mirada crítica del personaje principal hacia el entorno que la rodea, quizás debida al impacto de lo primero.
Por tanto, Renzo plantea a su hermana la idea de que su amigo ahora es hermano de ambos, a lo que Agostina se cuestiona qué piensa su madre. Los tres llegan a casa y desayunan juntos. Y su madre da por bueno todo lo que ocurre. Es el modo en que a una determinada edad vemos la vida, esto es, a través de los ojos de otras personas. En este caso a través de los ojos de una madre.
Ficha técnica:
Gulliver , Argentina, 2015.Dirección: María Alché
Guion: María Alché
Producción: Sr. Burdick Argentina
Fotografía: Luisa Cavannagh
Música: Miguel Alche
Reparto: Agostina Luz Lopez , SusanaPampin , Renzo Cozza