Críticas
Hannah Arendt: En el desfiladero del pensamiento
Hannah Arendt
Margarethe von Trotta. Alemania, 2012.
Larga vida a Alemania. Larga vida a Austria. Larga vida a Argentina. Estos son los países con los que más me identifico y nunca los voy a olvidar. Tuve que obedecer las reglas de la guerra y las de mi bandera. Estoy listo.
Últimas palabras de Alfred Eichmann
¿Son el pensamiento y la reflexión cualidades inherentes al ser humano? Es lo que nos diferencia de otros animales superiores, sin embargo, el poder de razonamiento y raciocinio pueden ser rehusados de manera más o menos consciente, lo que nos conduciría a un proceso de despersonalización. En definitiva, nos convertiríamos en seres sin criterio, juicio ni libertad. Esto, en relación con la responsabilidad o complicidad de alguien que ha participado en hechos de pura maldad (como los referidos a los que se dieron en el Holocausto), pero que no profesa convicciones ni intenciones malévolas sino que sus acciones se justifican bajo el sometimiento a órdenes de una persona superior, es uno de los puntos de partida del postulado que la teórica política Hannah Arendt presentó en un minucioso trabajo sobre lo que definió como “la banalidad del mal”, en el contexto del juicio de Alfred Eichmann, al que asistió como corresponsal del periódico New Yorker. En cierta manera, supuso una evolución lógica del concepto de Kant sobre “el mal radical” y en retrospectiva ha significado uno de los grandes hallazgos filosóficos del siglo veinte, que abrió una puerta muy importante al estudio e investigación de la psicología social en la década de los sesenta, con los experimentos que Milgram inició.
Margarette von Trotta, directora representante feminista de la nueva ola del cine alemán de los años setenta, recrea en su nuevo film los cuatro años que suscitaron más repercusión en la biografía de Hannah Arendt y supusieron un punto de inflexión definitivo en su carrera. Su involucración en el juicio de Alfred Eichmann en Jerusalén, quien participó en la conferencia de Wannsee (donde se resolvieron acuerdos que abrieron la vía directa al Holocausto) y se encargó de la logística del transporte de los judíos a los campos de concentración, la catapultó a la primera plana de una gigantesca controversia tras la publicación de su trabajo en el New Yorker. Siendo ella judía, fue tomado como una cuestión de traición.
Aunque la historia de Eichmann bien podría ser fruto de un thriller de acción, sobre todo el apartado referido a su secuestro por parte del Mosad en Buenos Aires, Von Trotta contempla su figura como el objeto que conduce a Arendt a la disyuntiva entre su visión sobre el personaje como chivo expiatorio, al que definió como un ser mediocre sin maldad, y la unanimidad enfrentada que finalmente le sentenció a muerte.
Von Trotta siente fascinación por Hannah Arendt y no lo disimula. Aunque sus ideales políticos no vayan exactamente en la misma dirección (la realizadora nunca ha ocultado sus ideales izquierdistas), su esfuerzo está centrado en mostrar el perfil al completo de Arendt. Una mujer de carácter ambivalente, que en el plano social más superficial pudo ser considerada como una intelectual terca con tendencia a la prepotencia, debido a su perfil fuerte e independiente y sus férreas convicciones, pero también como una persona comprensiva, cálida y muy fiel a su círculo más cercano.
El film nos muestra los dos juicios que tuvieron lugar en esos años. El de Eichmann en 1961, y de forma posterior y como consecuencia de este, un segundo juicio moral al que Hannah Arendt fue sometida. Supo enfrentarse al rechazo y a la incomprensión generalizada e incluso se mantuvo firme a pesar de las amenazas de las que fue víctima.
Una de las decisiones más acertadas de Von Trotta es la de eludir la dramatización del juicio e incluir parte del metraje real del proceso, con testimonios auténticos de algunas de las víctimas y declaraciones del propio acusado. La parte de ficción ha procurado que fuese lo más fiel posible a como se desarrollaron los hechos, aunque algunos pasajes están pretendidamente suavizados. La representación de Arendt como fumadora empedernida en una pose reiterativa de introspección, mientras mira a través de la ventana entre el humo de cigarrillo o se recuesta en su diván ensimismada en sus reflexiones, están demasiado recalcadas y recae con torpeza en el tópico fácil del pensador que se abstrae.
Como ya hiciera anteriormente con los biopics dedicados a Hildegarda von Bingen (Visión, 2009) y Rosa de Luxemburgo (1986), este nuevo film podría estar adscrito a una trilogía dedicada a la figura de la mujer revolucionaria y pensadora que, además, cuenta con la actriz habitual de Von Trotta, Barbara Sukowa, interpretando las tres figuras, cuyas interpretaciones expresan la fuerza que tenían aquellas tres mujeres. Por otro lado, Hannah Arendt también forma triplete fílmico junto a Rosa de Luxemburgo y Rossenstrase (2003) con la temática del Holocausto de fondo, como otra de las motivaciones principales de Von Trotta.
El mayor mérito del film es el hecho de rescatar un personaje como Hannah Arendt. Con un punto de partida así, el interés está asegurado. Por su parte, Von Trotta consigue transmitir la importancia de los pensamientos de Arendt, así como su arrebatadora personalidad, en un film contenido y correcto.
A pesar de haber transcurrido cincuenta años desde la publicación del ensayo Eichmann en Jerusalén: un estudio sobre la banalidad del mal, el debate sigue tan abierto como entonces.
Tráiler:
Ficha técnica:
Hannah Arendt , Alemania, 2012.Dirección: Margarethe von Trotta
Guion: Pam Katz, Margarethe von Trotta
Fotografía: Caroline Champetier
Música: André Mergenthaler
Reparto: Barbara Sukowa, Axel Milberg, Janet McTeer, Julia Jentsch, Ulrich Noethen, Michael Degen, Nicholas Woodeson, Victoria Trauttmansdorff, Klaus Pohl
Muchas gracias por este árticulo tan certero e interesante.