Críticas
El hermoso y terrible fin de la infancia
Heartstone, corazones de piedra
Hjartasteinn. Guðmundur Arnar Guðmundsson. Islandia, 2016.
La producción cinematográfica islandesa es una fuente de sorpresas. Gracias a la sensibilidad y la apuesta por lo pequeño, ha alcanzado cierto aplauso internacional y ya no es algo remoto o exótico. Teniendo en cuenta el minúsculo mercado interno en el propio país, es toda una alegría que las distribuidoras apuesten por un cine tan concreto y podamos disfrutar en los cines de nuestros propios países esta forma tan especial de contar historias.
Me impresiona de esta cinematografía la capacidad para mostrar puntos comunes en casi todas sus películas, pero al mismo tiempo conservar la esencia de la autoría en cada obra. La personalidad marcada por las historias mínimas y cotidianas encaja con gran belleza en el particular marco de la isla, escenario que cobra gran protagonismo y es parte esencial del conjunto.
Heartstone, corazones de piedra es buena muestra de todas las bondades del cine islandés. Agarra con fuerza esos puntos comunes de los que hablaba para construir una hermosa historia sobre la amistad y el fin de la infancia, con enorme sensibilidad y gran identidad visual.
Guðmundur Arnar Guðmundsson debuta en al dirección con esta película, de la cual también firma el guión. Preciosista pero cercano, honesto hasta lo hiriente en ocasiones, compone un fabuloso mosaico donde el tiempo es eje vertebrador de la historia. El paso de las estaciones marca el ritmo pausado y reflexivo del viaje emocional de los jóvenes protagonistas, exploradores de sus propias vidas. Los sentimientos ante la novedad de la adolescencia, la curiosidad e incluso el miedo ante el descubrimiento de partes de sí mismos que son un auténtico terremoto interno, se muestran ante el espectador con una mezcla de ternura y sinceridad aplastante.
Heartstone, corazones de piedra narra la amistad entre dos chavales en plena pubertad. Las relaciones con el resto de jóvenes de su edad, la curiosidad por el repentinamente deslumbrante mundo femenino, el choque inevitable con el entorno familiar conforman el ecosistema cotidiano. Las particularidades del entorno son fundamentales para entender las reacciones de estos chicos en edades tan enrevesadas. Un pequeño pueblo, donde todo el mundo se conoce, y donde los silencios son auténticas losas sobre sus habitantes, es el polvorín de rutina malsana perfecto para que las dudas y miedos de los protagonistas alcancen connotaciones monstruosas.
Los dos chicos afrontan su adolescencia de manera diferente. Uno de ellos se adentra en un torbellino mucho más doloroso, al aparecer las dudas sobre su sexualidad. Lidiar con este torrente de emociones en un marco tan turbio será la batalla que conforma el punto principal de la película.
Guðmundur Arnar Guðmundsson no se conforma con el episodio de descubrimiento sexual, y dota a su película de pequeños detalles que enriquecen con acierto la complejidad de las relaciones humanas en todo su esplendor. La fuerza del estilo del debutante realizador se percibe en cada decisión visual, plagadas de melancolía, perfecta definición de las vidas de estos chicos y que permite una alquimia exquisita entre fondo y forma. Los juegos de luces, naturales y preciosistas, sirven de contrapunto al calor humano con el que el director construye su historia. Armado de enorme intuición, hay una confianza abrumadora en el trabajo de sus actores, que dan auténticas lecciones de realidad, sencillez y franqueza, sorprendente por la edad de los implicados.
Guðmundsson acierta de pleno al ofrecer una historia universal, perfectamente comprensible por el despliegue de emociones afines a cualquiera con un mínimo de empatía, Los personajes son humanos, falibles, cercanos. A pesar del exotismo natural que ofrece un paraje como Islandia, la historia de Heartstone tiene esencia global, espíritu humanista. La angustia, el amor, el deseo, la pérdida, la duda, se retratan de modo tan hermoso en la película que es complicado no conmoverse con las vicisitudes de estos dos chicos.
Casi todo son virtudes en Hearstone, tanto en el aspecto literario como en la inteligente forma en la que el director elige sus herramientas visuales. Sin aspavientos, aprovechando la atmósfera casi onírica que aporta el brumoso paisaje islandés, la naturalidad es la gran baza de la película. Hay mucho de verdad en la manera de entender el cine de Guðmundsson, de amor por lo pequeño y capacidad de desnudar el alma de forma tan brutal que, a pesar del realismo casi obligatorio que luce la película, hay fragmentos que rozan la poesía.
Encandila y sacude con la misma fuerza, y la ternura del descubrimiento sufre el choque despiadado con la desesperación claustrofóbica del qué dirán. Un lugar mínimo pero enfangado con demasiado miedo como patio de recreo.
Quizá la única pega que se puede poner es la duración de la película. El tono reflexivo y parsimonioso que imprime Guðmundsson a la película peca de repetitivo en alguna ocasión, y puede sacar momentáneamente del visionado al espectador con poca paciencia. Por lo demás, poco negativo puedo decir ante tal demostración de fuerza y sentido, de cine en crudo y sin excesos que tanto necesitamos ante el ruido de fondo habitual. Hearstone es, sobre todo, agradable sorpresa, englobada dentro de una cinematografìa que encandila con cada estreno.
Tráiler:
Ficha técnica:
Heartstone, corazones de piedra (Hjartasteinn), Islandia, 2016.Dirección: Guðmundur Arnar Guðmundsson
Duración: 129 minutos
Guion: Guðmundur Arnar Guðmundsson
Producción: Join Motion Pictures / SF Studios
Fotografía: Sturla Brandth Grøvlen
Música: Kristian Eidnes Andersen
Reparto: Baldur Einarsson, Blær Hinriksson, Arnar Jónsson, Søren Malling, Nína Dögg Filippusdóttir, Sveinn Ólafur Gunnarsson, Nanna Kristín Magnúsdóttir, Diljá Valsdóttir, Katla Njálsdóttir, Daniel Hans Erlendsson, Gunnar Jónsson, Jónína Þórdís Karlsdóttir