Críticas
Disfuncional
Hermanos
Brothers. Max Barbakow. EUA, 2024.
Hay productos, a veces, que resultan prometedores y que, en su visión final, o sea en el acto de ser consumidos, presentan una cara doble: por un lado vemos los puntos de fuerza, los elementos que nos convencen y nos empujan para que sigamos con la experiencia, y por otro no podemos rechazar, como si no existieran, las manchas, los problemas que se amontonan y que nos hacen suspirar, preguntándonos dónde, durante el desarrollo creativo, tuvo lugar la serie de errores y malas ideas. Se trata, desafortunadamente, de notar cómo por debajo de elecciones erróneas se esconde algo que hubiera podido ser, la presencia de una estructura que, como en el caso de las relaciones humanas fracasadas, si solo la hubieran pulido un poco más, ya se hubiera podido hablar de algo placentero, quizás adulto, quizás entretenido. Es parte del análisis, al fin y al cabo, darse cuenta de cómo algunos productos rozan el juego del “hubiera podido” en el sentido de “ser algo bueno”, llevándonos a tener cierta dificultad a la hora de decir si efectivamente hay que hablar, de todas formas, de algo que se deja ver, no en el sentido de banal, sino de, por lo menos, suficiente.
La película de Barbakov, escrita por las cuatro manos de Cohen y Blair (las manos que se usan, efectivamente, son cuatro, o sea veinte dedos sobre el teclado de un ordenador), forma parte de aquellas obras susodichas, las que mantienen cierta bondad narrativa al lado de un conjunto de fracasos que llevan tanto a bostezar como a poner los ojos en blanco. Y es que, de hecho, la estructura basilar del cuento funciona, tiene sus buenos elementos, y vista desde lejos promete dejar en el espectador cierta sensación de satisfacción dentro de lo que es, más o menos, una screwball comedy que inserta su esqueleto, menos el romanticismo, dentro de las relaciones familiares, o mejor dicho, un caper muy superficial. Funciona, entonces, ya que los personajes son bien delineados, y las situaciones que se van amontonando podrían hacernos pensar que estamos ante una relectura de lo picaresco dentro de un presente americano poblado por personajes grotescos y divertidos. Algo que, efectivamente, abre delante de sí las posibilidades de tratar la vida con cierta liviandad, sin dejar por un lado lo trágica que puede ser, obteniendo así aquel efecto agridulce y satírico que permite el divertimiento y el darse cuenta de lo absurdo que es el arte de vivir.
Sin embargo, el ritmo no siempre funciona y es posible que los ojos caigan sobre el reloj, empujándonos a pensar en cuándo va a terminar este raro cuento irregular. Y es la irregularidad la que comporta una serie de malas sensaciones, de desfases entre lo que hubiera podido ser y lo que es en realidad, como si, detrás de la ya citada visión desde lejos, una vez que nos acercamos ya se ven las arrugas que rompen el esquema tan divertido que nos habían ofrecido inicialmente. Algo no funciona, algo nos deja bostezando, y si hay momentos que levantan el ritmo, hay otros que no se sabe por qué están allí, escenas y episodios que poco valor tienen y nada o casi aportan, hasta hacernos pensar que quizás no estemos ante una obra completa, sino un work in progress de un guion todavía por pulir, por controlar y finalizar. Así resulta difícil tener una sensación de plenitud, de conclusión positiva ante algo que nos ofrece momentos buenos y momentos malos, aburridos, de los que nos hacen querer levantarnos e irnos. Llegar al (buen) final quizás se deba más a una cuestión mecánica, de dejarnos llevar sin oponer resistencia, que a una de carácter estructural, de querer ver cómo va a terminar esta no muy larga peripecia familiar.
Es lamentable cómo a veces es posible vislumbrar unos relámpagos silenciosos de lo que hubiera podido ser algo. La película de Barbakov tiene unas muy buenas actuaciones por parte de sus desafortunados protagonistas, y en lo general que puede ser el andamiaje de la narración se ve la bondad de una idea de por sí buena, sobre la cual construir una serie de elementos con los que llegar a un clímax y a un cierre que nos deje tanto satisfechos como contentos del viaje picaresco. Sin embargo, las manchas con las que se viste el filme dejan al descubierto una sensación de irreparable inconclusión, parcialidad. Se deja ver, se podría decir, y muy velozmente se deja olvidar, cayendo dentro del túnel de lo que sí, vimos una vez, y no vuelve a la memoria sino en aquellos momentos, por debajo de las sábanas, cuando, incapaces de pegar ojo, nos acordamos de algo que nos hizo reír sin que la totalidad de la obra nos lleve a pensar que, por qué no, podríamos volver a experimentar aquel cuento otra vez. Ya acabó, que lo dejen en paz.
Ficha técnica:
Hermanos (Brothers), EUA, 2024.Dirección: Max Barbakow
Duración: 88 minutos
Guion: Etan Cohen, Macon Blair
Producción: Andrew Lazar, Josh Brolin, Peter Dinklage, David Ginsberg
Fotografía: Quyen Tran
Música: Rupert Gregson-Williams
Reparto: Josh Brolin, Peter Dinklage, Glenn Close, Marisa Tomei, Brendan Fraser