Críticas
Historias de nuestra historia
Historias de miedo para contar en la oscuridad
Scary Stories to Tell in the Dark. André Øvredal. EUA, 2019.
Solo hay un motivo que hizo decantarme para ver Historias de miedo para contar en la oscuridad, y ese motivo no es Guillermo del Toro, sino André Øvredal. Su anterior película, La autopsia de Jane Doe (The Autopsy of Jane Doe, 2016), fue una grata sorpresa; uno de esos films que en apariencia parece tan típico como reconocible, pero que en su interior alberga una interesante historia paterno-filial con unos personajes patológicamente siniestros, que se ven afectados en el momento en el que el cuerpo de la joven Jane Doe toca la fría mesa de metal de la morgue. En la historia que nos ofrece ahora el director noruego parece quedar algo de esos vínculos paterno-filiales; la fría y dulce relación de la protagonista con su padre es un claro ejemplo; sin embargo, esta vez pasa de puntillas por ese sendero que queda más relegado y se amarra a un estilo mucho más clásico.
Nos remontamos a finales de los años sesenta. Estados Unidos está en plena campaña electoral, Richard Nixon será el nuevo presidente, y en medio, la guerra de Vietnam que nunca parece terminar. Los televisores y radios de los americanos rezuman día y noche noticias de la guerra. Mientras tanto, se siguen enviando adolescentes al frente, únicamente a morir. Entre todo este tumulto, en un pueblecito pequeño y apacible se celebra Halloween. Stella (la protagonista de esta historia) es una enamorada empedernida de los comics, revistas y películas de terror y ciencia ficción. Esto lo averiguamos gracias al recorrido que hace la cámara a través de su habitación, donde apreciamos todo tipo de material amontonado en los estantes y en donde puede verse apenas el color de la pintura de las paredes debido a la cantidad de pósters y recortes del cine más clásico. Lo que llama la atención y parece estar mejor conservado que sus muebles es una máquina de escribir. Tenemos aquí a una consumidora-creadora de historias fantásticas, motivo por el cual será seducida (y seducirá a los demás) a pasar la noche de Halloween en una mansión con una historia tan gótica como funesta. Una vez adentro, Stella encuentra un libro que alberga horribles historias escritas por Sarah Bellow, la hija pequeña de los Bellow. Stella no puede contener el impulso de coger el libro y llevárselo, sin saber que a partir de ese mismo instante las hojas en blanco del libro cobrarán vida y deletrearán con sangre el fatal destino que les espera a todos los que han entrado en la mansión.
No hay escenas explícitas ni momentos realmente chocantes para el espectador, toda la fuerza reside en las singulares criaturas y en la cuenta atrás que tienen los protagonistas en salvar la vida de sus amigos antes de que la propia historia cumpla con su cometido. Está dirigida con tensión y manteniendo el tempo, precisamente porque las historias mantienen la rigidez en todo el filme, gracias al imaginario contrarreloj que imprimen las mismas; cada palabra escrita en el libro es un minuto menos para salvar una vida. Lo que se cuenta, y la forma en que se hace, puede recodarnos a ciertas novelas de Stephen King y RL Stine, de hecho, podría ser perfectamente una mezcla entre ambas.
Lo más interesante de la película es, sin duda, el paralelismo histórico con la elección de Richard Nixon como presidente y nuestra actualidad con Donald Trump, la guerra de Vietnam y el racismo de los sesenta hacia los latinos, asociado hoy con los inmigrantes. Una voz en off de Stella, al comienzo de la cinta, enfatiza con la idea: “las historias hieren”. Y como sabemos, las historias que se repiten constantemente acaban convirtiéndose en realidad, valga aquí la redundancia de la historia, entremezclando realidad y ficción (tan bien mostrada en la escena final del tren y el coche como paralelismo entre realidad-ficción). Debemos pues, llegados a este punto, preguntarnos si es más terrorífico un monstruo desfigurado o un presidente que quiere hacer su propio Vietnam, pues los jóvenes realmente aterrorizados estaban luchando en el frente.
Destacable la escena en el autocine, en la que conocen a Ramón, un joven inmigrante que salva a los protagonistas de una prominente paliza por parte de unos gamberros de su colegio, y que desde ese momento se unirá al grupo para hacer frente a las fuerzas sobrenaturales. La curiosidad de la escena reside en que en el autocine se está proyectando La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, 1968), película pionera en colocar a un negro como protagonista/héroe para combatir y ayudar a sus compañeros a no ser devorados por los zombis. A su modo, Ramón mantiene un guiño con el filme de George A. Romero.
La película resulta muy convencional, con una estética muy reconocible y un terror demasiado amistoso; es como disparar a un osito de peluche con una pistola de agua. Sin embargo, el entremezclado que se forma y la retroalimentación que se crea entre el relato y la realidad son interesantes y está dotada de unos cimientos más que correctos. Me quedo con eso, pues el resto es insustancial.
Tráiler:
Ficha técnica:
Historias de miedo para contar en la oscuridad (Scary Stories to Tell in the Dark), EUA, 2019.Dirección: André Øvredal
Duración: 111 min. minutos
Guion: Dan Hageman, Kevin Hageman, Guillermo del Toro, John August, Marcus Dunstan, Patrick Melton (Libro: Alvin Schwartz)
Producción: Coproducción Estados Unidos-Canadá; CBS Films / Double Dare You / Entertainment One / Sean Daniel Company / 1212 Entertainment. Distribuida por Lionsgate / CBS Films. Productor: Guillermo del Toro
Fotografía: Roman Osin
Música: Marco Beltrami, Anna Drubich
Reparto: Zoe Margaret Colletti, Michael Garza, Austin Zajur, Gabriel Rush, Kathleen Pollard, Gil Bellows, Javier Botet, Dean Norris, Lorraine Toussaint, Austin Abrams, Mark Steger, Stephanie Belding, Jane Moffat, Natalie Ganzhorn, David Tompa