Investigamos
IA, ¿libertad o esclavitud?
Creo que 2001: A Space Odyssey (2001: Odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968) se presta de manera excelente para plantear una serie de reflexiones sobre el tema de la Inteligencia Artificial (IA), así que me he enfrentado a este desafío con gusto.
Podemos partir del asunto general de la inteligencia como esa capacidad que tienen los seres humanos para elaborar modelos predictivos y razonables del comportamiento de la realidad, sea esta la del ambiente que los rodea o la de sus propias reacciones, acciones y creaciones. Con la inteligencia se tiene la capacidad para encontrar explicaciones, para encontrar coherencia y patrones de comportamiento, ya sea en el aparente desorden o en el orden que da sentido probable a los fenómenos. Y no solamente eso, se cuenta también con capacidad para predecir lo que podría ocurrir y ser en el futuro. Armado con estas capacidades, es de esperar que el ser humano tenga mayores posibilidades de sobrevivir, de disfrutar, de experimentar tranquilidad y felicidad con las experiencias del vivir y del relacionarse. Armado con la inteligencia, cuenta con la habilidad para reflexionar y caer en cuenta, para compartir y comunicarse, para desarrollar una cultura y para celebrar momentos y logros. Habilidad que se manifiesta en el arte y en manejo estético y elegante de la realidad cotidiana y en un sentido de la historia y de los valores.
¿En qué medida es esta inteligencia natural o artificial? Me atrevo a resolver esta pregunta considerando el asunto de las herramientas. Estos son elementos artificiales creados por el hombre que le permiten ejercer palanca sobre la realidad y las circunstancia. Se trata de artilugios, de artefactos, resultados de un arte especial, de una manipulación consciente de los objetos, de la naturaleza y del ambiente, que permiten contar con ventajas significativas en términos de los tiempos empleados, de las capacidades energéticas, de los espacios recorridos, de las influencias alcanzadas, de la magnitud de las transformaciones. Todo esto es artificial, oficio de un arte y cuando el ser humano se vale de las herramientas, es artificioso, emplea la inteligencia artificial.
Sin embargo, todo esto es muy antiguo y solamente en tiempos modernos se está hablando de inteligencia artificial, IA, notablemente hoy, cuando podemos entrar a Internet y observar, con cierto asombro, las respuestas, aparentemente inteligentes y ciertamente muy rápidas, que suministran herramientas como el Chat GPT. Les podemos pedir cualquier cosa: que escriban un poema, que hagan un ensayo, que elaboren un resumen de cualquier tema y responden educadamente, incluso con cortesía, a nuestras protestas si cuestionamos alguna de sus respuestas. Las herramientas se están extendiendo al mundo de la creatividad, de la literatura, de la ciencia, del arte, de la planeación, de la administración, de la investigación, de la autonomía, llegando al punto probable en el cual no sea necesaria la intervención de personas reales, del dueño o del creador de la herramienta. Y este es un punto de quiebre, en el cual la inteligencia puede volverse autónoma y dominante. Un punto que parece amenazante para el ser humano.
Hagamos un recorrido por esta magnífica película que apareció en 1986, inspirada por el notable escritor de ciencia ficción, el novelista Arthur C. Clarke, guionista junto Kubrick del filme. Recorrido que bien vale la pena hacer siguiéndola detalladamente, disfrutando de una fotografía, de unas escenas únicas, hechizados por la música de Richard Strauss, Aram Jachaturián, György Ligeti y Johann Strauss. Apreciamos de esta forma, el poder espectacular del cine, de la fotografía y de la música como herramientas de la inteligencia humana para crear inquietudes, preguntas y efectos asombrosos. Caemos en cuenta del poder del silencio, de la magia de la pausa y del arte, como herramientas contemplativas que parten de una habilidad natural humana para llevarnos a mundos nuevos. Imaginación natural combinada con tecnología artística y escénica para que se vuelva imaginación artificial, sin necesidad de drogar el sistema nervioso con sustancias sicotrópicas. Esta es IA en acción, pero de un tipo que podemos dosificar y manejar, evitando que nos manipule y nos engañe.
En este recorrido, nuestra odisea, de la mano de Kubrick, pasa por esos tiempos míticos de inicio de la humanidad, sobre los cuales apenas tenemos indicios. Se nos pinta como seres simiescos, no muy distintos de otros animales que, ávidos por el agua, vagan por los desiertos de África, pero ya de naturaleza comunitaria y familiar, atemorizados por las fieras, pero resignados y pacientes. De pronto, en un momento de lucidez, aparece una herramienta y todo se va volviendo distinto, ya la muerte puede ser ejecutada por las herramientas de la violencia. Es motivo para una primera celebración exultante, la palanca del poder se vuelve instrumental y no ha perdido su vigencia. Antes era una extensión de las manos y de los brazos, de cierta forma, brazos añadidos a las palancas del cuerpo humano. El asunto es que al combinar con los poderes mentales y aprovechando con ventaja manipuladora los miedos y los dolores, se convierte en herramienta de un poder que sobrepasa el equilibrio natural, apareciendo nuevos equilibrios en nuevas comunidades cada vez más artificiales y urbanas, más basadas en herramientas y tecnología.
Penetra el filme en la modernidad y particularmente en la de los viajes espaciales. En estos arriesgados periplos por la inmensidad, en los cuales las naves están sujetas a fuerzas y a circunstancias variables y antagónicas, es imposible lograr controlar las trayectorias, los tiempos y las energías necesarias mediante la inteligencia directa de las personas, sean estas diseñadoras, responsables de la planeación y del control o miembros de las tripulaciones. Necesariamente hay que recurrir a los supercomputadores, al manejo instantáneo de miles o millones de datos y a modelos predictivos capaces de responder continuamente, empleando la retroalimentación de manera automática. En principio todo ello está sujeto a las decisiones de expertos y de administradores, que diseñan las estrategias, para que, debidamente alimentadas por sensores y dotadas de referencias objetivas, permitan que los automatismos tomen el control. Esta es IA en vivo y en directo y a ella estamos sometidos diariamente en la mayor parte de los mecanismos que regulan nuestras actividades en los centros urbanos. Muestra el filme la evolución hacia el servicio automatizado, en el cual todo está bajo el control benigno de una inteligencia oculta, que solo actúa para nuestra comodidad y bienestar. Entonces la comida, las comunicaciones, los viajes, los proyectos, el transporte, los espacios, los movimientos se vuelven parte de una programación que los usuarios agradecen con actitud serena y educada. Ahora, otra cosa es lo que está sucediendo en nuestras ciudades y regiones, cuando grupos o individuos, de comportamiento marginal, atrapados por la criminalidad, la fama, el desorden, la rabia, las circunstancias o la victimización y animados por las fallas de control, la falta de liderazgo y la indiferencia, caen en cuenta de que los automatismos tecnológicos (equipos) y sociales (normas y buenas prácticas) no son capaces de controlar el desorden y aprovechan para influenciar desmedidamente, para destruir y perturbar. Queda bajo amenaza la serena elegancia del control automático total.
Pero hay amenazas mayores y de eso no habla la cinta. Eventualmente unos viajeros planetarios, debidamente acogidos y transportados por HAL, un super inteligente computador que asume el control esencial de la nave y la misión que los lleva al espacio, se dan cuenta que la IA de HAL es demasiado egoísta, inteligente y dominante, incapaz de responder a las personas y a sus necesidades, solamente enfocada en una misión y sorda a las perturbaciones e inquietudes de los viajeros. De pronto todo se convierte en un asunto de vida y muerte. Es el máximo desafío porque la IA resulta hábil para sentir emociones, para conversar maliciosamente, para manipular. Sabe leer labios y sabe engañar. Y sabe matar, que es el colmo inesperado.
¿Es premonitorio el diálogo de los viajeros con la maliciosa y desquiciada IA de HAL? Como un Chat GPT responde preguntas. Pero como un criminal torcido escoge y maquilla respuestas con negra intención. Solo que sin perder el tono amable aún cuando esté engañando, incluso cuando se siente perdida, no deja de usar recursos diabólicos y tentadores. En este caso, el ser humano que aún queda con vida, resiste el embate y asume la laboriosa tarea de desconectar a HAL, que implica a su vez tecnología y procedimientos cuidadosos y un alto riesgo, pues todo depende de este avanzado cerebro robótico, navegante de la nave perdida e incomunicada en la soledad y la lejanía.
Quizás esta película ha puesto buena parte de los puntos sobre las íes del discurso de la IA y de los desafíos para la humanidad. ¿Cómo no perder el liderazgo y el criterio ante modelos, creencias y narrativas dotadas de un pretendido cuerpo de sabiduría científica y colectiva, pero susceptibles a grandes dosis de engaño y de manipulación? No dejo de pensar en todo lo que ha pasado con el virus del Covid, ese producto de la manipulación genética que llevó a la humanidad a extremos impensables, dotado de esa viral inteligencia artificial replicante y maligna y utilizado como recurso por gobiernos e influenciadores para ejercer dominio y cambiar la realidad de millones de personas.
¿Cómo mantener viva y dinámica la creatividad y ejercer la honestidad, emplear el criterio propio y la libertad, y asumir el riesgo de equivocarse, cuando aparentemente ya todo está escrito, ya todo está dicho, ya todo está en los datos y en la abundante información, lista para responder de inmediato a cualquier necesidad a base de supercomputadores y medios tecnológicos? No dejo de pensar en el poder de las redes sociales para atraer la atención y conducir a hordas de seguidores y crear instantáneamente tendencias, fama y opinión. Pienso en la serenidad y la sabiduría necesarias para no caer en esas perturbadoras manipulaciones.
Planteo que la capacidad de observación creativa, de imaginación libre, de intuición desafiante, de manifestar sueños y proyectos creativos, va a seguir dependiendo de nuestra propia inteligencia, apoyada por tantas y diversas herramientas y medios artificiales como la IA. En Odisea 2001, son unos monolitos negros y misteriosos la fuente de los quiebres de paradigmas, aparentemente puestos allí por alguna gran inteligencia extraterrestre desconocida. Pienso que contamos con los elementos para ello, que, para mí, están originados en nuestra propia naturaleza y en la certeza del poder divino que nos ha diseñado y llenado de sabiduría. Se trata de una luz compasiva y brillante, fuente de esperanza, que nos ha dotado de creatividad y de libertad, más que de un misterioso, inexpresivo, indiferente y negro monolito. Libertad o esclavitud, he ahí el desafío.
Referencias
Marián Ortiz. Película 2001: Odisea en el espacio,de Stanley Kubrick. En https://www.culturagenial.com/es/pelicula-2001-odisea-en-el-espacio-de-stanley-kubrick/
Excelente aproximación a una obra monumental. Te felicito por todo lo que extraes a nuestro dilemas actuales a partir de ella. Personalmente creo que A. C. Clarke se adelanta al debate sobre los alcances de las IA. El problematiza en su obra, la potencial aproximación de una máquina programada, para alcanzar la capacidad libre de la mente humana para actuar en consecuencia y anticipación, por eso HAL miente, mata y juega por debajo de la mesa. Pero el autor de la obra original, y la impecable ejecución de Kubrick muestran el potencial de trascendencia de la mente humana. Solo el hijo de las estrellas puede sobrepasar su propio ego y renacer. La obra literaria y fílmica evocan esa forma insoñable de trascender para las máquinas, desde la mente ingenua hacia la inmortalidad del cosmos.
Gracias por traer al presente las reflexiones de un filme intemporal.
Francisco, me siento honrado con tus comentarios. En verdad hay tanto que apreciar en el cine bien hecho, el que supera las barreras del tiempo.
Francisco, me siento honrado con tus comentarios. En verdad hay tanto que apreciar en el cine bien hecho, el que supera las barreras del tiempo.