Ice Age: El gran cataclismo

Probablemente muchos hayamos exclamado una expresión similar al enterarnos del estreno de una quinta entrega de la saga La era del hielo, siendo la misma de incredulidad y un poco de desconfianza. Aquí entra en juego el desgaste que fue sufriendo la serie a lo largo de sus diferentes episodios cinematográficos, evidenciado en su anterior lanzamiento del año 2012, Ice Age 4: La formación de los continentes. Contraponiéndose un poco a todo lo anteriormente mencionado, Scrat y compañía vuelven a decir presente, esta vez para hablar sobre cuestiones cósmicas de una manera tan cómica como educativa.

Como siempre, al modo de corto que nos tiene acostumbrados, Ice Age: El gran cataclismo comienza con un desastre natural causado por Scrat y su desesperada búsqueda por controlar esa bellota que tanto se niega a quedarse en su poder. Utilizando como recurso el reciente documental de Neil deGrasse Tyson, llamado Cosmos: Una Odisea en el espacio-tiempo (2014); cosmólogo que también forma parte del elenco de personajes, apareciendo bajo el cómico nombre Neil de Buck Weasel; el comienzo del film está ampliamente influenciado por él, y los sucesos desopilantes de dicho inicio provocan que un meteorito se precipite a la superficie de nuestro planeta, razón por la cual los personajes que en él se encuentran deberán idear la manera de evitar el impacto, embarcándose en un viaje hacia el lugar donde el tan poco confiable Buck predice que caerá.

La historia, a cargo de Aubrey Solomon y adaptada al guion cinematográfico por Yoni Brenner, Michael Berg y Michael J. Wilson, tiene una resolución bastante descabellada e inverosímil, pero no debemos olvidar que se trata de una película para niños, hecho que quizás le perdone contar con un final bastante similar a la también recientemente estrenada Buscando a Dory (Finding Dory, Andrew Stanton y Angus MacLane, 2016).

Como suele ocurrir en este tipo de películas animadas, la autoría se atribuye más a un equipo, comúnmente resumido en el estudio que la produjo. De allí que en los últimos años diferenciemos una película de Pixar-Disney de una de, por ejemplo, el estudio encargado de Ice Age, Blue Sky Studios-Fox. De todas maneras, a pesar de que en esta clase de filmes, la dirección pasa a un segundo plano –y de que muchas veces el director también forma parte del departamento artístico, creativo o de animación- Mike Thurmeier y Galen T. Chu ya hace unos años que se vienen abriendo paso en esta productora de animación. En el caso del primero, estuvo a cargo del Departamento de Animación en la primera entrega de la saga Ice Age y codirigió Ice Age 3 (2009) y Ice Age 4 (2012); también ha participado en Robots (2005) y el segundo episodio de La Era del Hielo, además de una gran cantidad de cortos. Hablando de Chu, quien tiene casi los mismos pergaminos que Thurmeier, debemos agregar que ha participado en el Departamento de Animación de Rio (Carlos Saldanha, 2011).

Entre los productores de  Ice Age: El gran cataclismo, no nos sorprende encontrar al brasileño Carlos Saldanha, director de la primera edición de esta historia. El sudamericano, que codirigió también la segunda y tercera entrega, dirigió Rio luego de haber sido el coautor de la historia. Su toque es visible, especialmente en las características de los personajes de cada una de las películas, y su trabajo refuerza la idea de pertenencia de un conjunto de creativos que se alternan roles en los diferentes lanzamientos del Estudio.

Ice Age: El gran cataclismo cumple con creces en su objetivo de entretener, involucrando a los personajes más característicos de la saga. La inclusión de nuevos roles, como por ejemplo Shangri-Llama, no convence del todo y no contribuyen con un gran aporte cómico, principal componente del cine de animación. En el objetivo de buscar esa dualidad de contentar tanto a adultos como a niños, La era del hielo puede conservar a sus personajes para futuras entregas, si es que Blue Sky Studios y Fox deciden seguir prolongando la saga.