Críticas
Las guerras de los otros
Inch’Allah
Anaïs Barbeau-Lavalette. Canadá / Francia, 2012.
La joven directora franco canadiense Anaïs Barbeau-Lavalette estrenó su segundo largometraje, Inch’Allah, en el TIFF 2012 (Festival Internacional de Toronto). Luego obtuvo gran éxito en el Festival Internacional de Berlín, llevándose dos galardones en la sección Panorama: el Premio FIPRESCI (de la Federación Internacional de Críticos de Cine) y el Premio del Jurado Ecuménico, con una mención especial: “Por su uso de conmovedoras metáforas, imágenes e historias para inculcar la compasión, para resaltar la vida y puntos de vista de las mujeres en el contexto del conflicto entre Israel y Palestina, y para mostrar que ciertas situaciones de la vida hacen difícil no tomar partido”.
La mención especial resume de manera excelente el valor de este film, ya que, sin tomar posición política, nos muestra este conflicto a través de los ojos de una mujer. Se trata de los lindos ojos de Chloe, una joven médica canadiense que trabaja en una clínica de un campo de refugiados palestinos. Chloe vive en Jerusalén, y todos los días cruza la frontera para llegar a su trabajo. En su mismo edificio vive Ava, una joven soldado israelí que trabaja en la frontera, en plena zona de conflicto de guerra. A medida que pasa el tiempo, la doctora entabla una relación muy sólida con una de sus pacientes, Rand, y con todos los miembros de su familia.
Luego de la primera escena, que se va a retomar al final, los minutos iniciales de la película ilustran el entorno en el que se encuentran estas mujeres extranjeras. El traslado diario de Chloe implica un bus que la lleva desde Jerusalén hasta la frontera, un cruce en donde abundan las filas y las escenas de violencia, así como diversos controles, antes de llegar a un taxi que, finalmente, podrá dejarla en la clínica. Su lengua natal es el francés, conoce el inglés, pero en muchas ocasiones no alcanza, por lo tanto debe conocer también el hebreo y el árabe.
La actriz principal, Evelyne Brochu, realiza una labor excelente para representar el proceso interior de Chloe. Su personaje no es demasiado extrovertido, por lo tanto, el sufrimiento y la indignación son generalmente parte de un proceso interno. La cámara acompaña eficazmente con primerísimos planos que captan la expresión de sus ojos, la tensión de su cuello y la indignación que expresa su cuerpo ante ciertas injusticias. Existen también planos en dónde la cámara sigue a Chloe de muy cerca, mientras se desplaza caminando por la calle. Este es un recurso efectivo para hacernos sentir más cerca de los personajes, entender cómo viven, compartir sus actividades, sus miedos y sus alegrías.
En contraposición a Chloe, Rand (Sabrina Ouazani), es una joven palestina, extrovertida, positiva y alegre, pese a que su vida no es fácil. Tiene un hijo de ocho años, está embarazada, trabaja a sol y sombra, y su marido se encuentra encarcelado en espera de una sentencia. Ella siempre mantiene su buen humor y está abierta a la cultura occidental; por ejemplo, es una ferviente fan del cantante Mika, y su bebé se llamará como él. Todo cambiará drásticamente, luego que de a luz a su hijo, y las particularidades de este parto van a determinar que sea una escena que quede grabada un nuestras mentes por largo tiempo.
La madre de la joven médica es el único lazo con su hogar, y las charlas que mantiene con ella son un indicador clave de cómo se siente en relación a su condición de extranjera. El problema es que, sin importar cuán cerca se sienta de sus amigos palestinos, siempre le recriminarán que ella no puede entender el conflicto. Esto se vuelve palpable cuando, luego de varias negociaciones, Chloe logra llevar a toda la familia de Rand a lo que había sido la casa de infancia de su madre, en el actual territorio israelí. El hermano de Rand, indignado, la acusa de no entender la injusticia por la que ha atravesado su familia, al perder ese territorio. La médica tan sólo quería ayudar.
Con respecto a los lazos con la gente del lugar, el jefe de Chloe, un médico mayor que parece haber estado muchos años en la zona, le aconseja y hasta le exige que no tome partido por ninguno de los bandos. Las vueltas del relato le intentarán mostrar al espectador que hay circunstancias en las cuáles es realmente difícil no tomar partido.
El film brinda un pequeño homenaje a los médicos, en especial a los que se trasladan a lugares donde las necesidades son mayores. Las escenas en la clínica son siempre a consultorio completo, y todas las mujeres con bebés y niños son atendidas sin cansancio por Chloe.
Pese al miedo y a las injusticias, existen detalles que demuestran cómo siempre se puede disfrutar de algo simple. Por ejemplo, los momentos agradables de amistad entre Chloe y Rand, cuando ven entretenidas un programa de televisión, o cuando Chloe le regala un lápiz labial a Rand, y le pinta los labios ella misma la primera vez.
Otra sutileza del film es que, a pesar de las referencias a escenas de mucha violencia, estas no se muestran. Luego de un atentado se ve una desoladora montaña de celulares que no paran de sonar. Luego de un asesinato, la única sangre que observamos son unas gotas en las zapatillas de la médica que trata de salvar una vida.
Inch’Allah nos muestra que la tensión que sufren israelíes, palestinos y extranjeros es debido a una atmósfera en la cual pareciera que siempre hay algo a punto de explotar. Puede ser, literalmente, una bomba o agresiones fuertes entre civiles y soldados. Pequeños detalles que son habituales para la gente de la zona e impactantes para el espectador extranjero, como, por ejemplo, cuando Ava habla por teléfono con su madre, unos minutos después de un atentado, para informarle que se encuentra con vida.
Sin revelar demasiados datos sobre el final, quiero rescatar que es bastante sorpresivo, pero también guarda un sentido. No es para nada feliz, y nos deja un regusto amargo difícil de eliminar. La única alternativa es que creamos que los seres queridos puedan reencontrarse en el más allá, y a esto diremos inch’Allah (ojalá, si Dios quiere).
Ficha técnica:
Inch’Allah , Canadá / Francia, 2012.Dirección: Anaïs Barbeau-Lavalette
Guion: Anaïs Barbeau-Lavalette
Producción: Luc Déry, Kim McCraw, Stephen Traynor
Fotografía: Philippe Lavalette
Música: Sébastien Lépine, Pascal Mayer
Reparto: Evelyne Brochu, Sabrina Ouazani, Sivan Levy, Yousef 'Joe' Sweid