Críticas
Clase de filosofía
Irrational Man
Woody Allen. EUA, 2015.
Joaquin Phoenix es Abe Lucas, profesor de filosofía con lustre y carisma especial. Un nuevo puesto en la universidad de una pequeña ciudad estadounidense, supone todo un acontecimiento para el departamento y sus nuevos estudiantes. Rita Richards (Parker Posey), una profesora de química desinhibida y Jill Pollard (Emma Stone), una estudiante obnubilada con el pensamiento radical del profesor, forman junto a Abe un triángulo emocional que perfila el eje central de la trama. La forma de ver el mundo de Abe es autodestructiva, sin embargo, por primera vez en su vida, sus propios axiomas filosóficos son puestos en solfa por un suceso inesperado. Un suceso que supondrá un nuevo despertar para Abe y el resto de los personajes.
Allen vuelve al humor negro, a los personajes torturados y a uno de sus temas fetiche: coquetear con el crimen perfecto. Tema que visita cada cierto tiempo. La principal novedad, sin duda, es la forma con la que el director y guionista da otra vuelta de tuerca a la motivación criminal. En esta ocasión, el móvil del asesinato se emborracha de caprichoso azar, de compleja satisfacción de supervivencia y de cierto tamiz de banalidad. Pero Allen no escarba tanto aquella “banalidad del mal” expuesta en la obra de Hannah Arendt, que también; el director prefiere aglutinar varios pensamientos de sus filósofos de cabecera para precalentar y justificar el crimen. Ese tótum revolútum existencial acabará en un embudo interesado llamado “sentido de la vida”; tan individualizado y determinado, como dictaban las reflexiones de Viktor Frankl; tan radical como sólo es capaz de llevar a cabo el profesor Abe Lucas; tan loco y fascinante como sólo el genio neoyorkino es capaz de idear.
El centro gravitatorio de la historia es Abe, personaje hecho a medida de Phoenix. Su sola presencia es pura alegoría del alma atormentada de nuestro tiempo. El actor, de forma sorprendente y acertada, proyecta un rictus más contenido de lo que se podía prever. La tortura de su viaje se aligera con la presencia de Rita, la entregada colega de la universidad y contrapartida amorosa de Jill, la brillante y atractiva estudiante cuyo interés por el profesor irá in crescendo, en detrimento de una relación paralela demasiado complaciente.
Mientras Abe malvive con una profunda frustración existencial, Jill, no tiene miedo a embarrarse en el lodo de sus incipientes sentimientos. Con una intensa y entregada actuación de Emma Stone, actriz con la que repite el director, la complejidad de mezclar comedia y drama, se vuelve verosímil. Su expresión denota la enérgica fijación por aquello que no comprende ni comparte, pero que no puede dejar de admirar.
Tres personajes, tres maneras de ver y sobre todo de vivir la vida. Mientras el intelecto de Abe parece enjaularlo en vida, Jill se siente liberada junto a él. Sólo la bomba moral que detona la macabra iluminación de Abe será capaz de cambiar el rumbo emocional de la pareja. Tanto Abe como Jill acabarán por conocer sus verdaderos principios. El de Rita es caso aparte. Paradójicamente a su dependencia emocional, permanece en un estadio superior. Es el personaje que sobrevuela a ambos por encima del bien y del mal, no sin un punto débil claro: la soledad. Pero ella ve las cosas desde la estratosfera, sin juzgar ni darle demasiadas vueltas, se divierte con divagaciones macabras, mientras el espectador examina atónito su posicionamiento moral respecto a los hechos. De nuevo, Allen juega con lo absurda que es a veces la razón, frente a la lucidez de lo irracional.
Es cierto que en el cine de Allen siempre el contenido y las interpretaciones están por encima de alardes técnicos, pero en esta ocasión, el acabado estético sufre más de lo debido. Se nota un pelín de pereza también en el ritmo y en las escenas bisagra que anteceden a la fase argumental de la segunda mitad de la película. Los cortes entre clases/pensamiento filosófico de Abe se antojan un tanto forzados, a la par que tediosos como método introductorio. Pero aun con todo, el conjunto funciona. No podemos dejar de destacar esa imagen tan potente de Abe a contraluz en el lago, con esa silueta que ya luce desenfocada a ojos de Jill. Tampoco debemos dejar pasar la acertadísima puesta en escena de la fiesta académica, o el sin par cotilleo en segundo plano de la cafetería que gira los acontecimientos. Es lo que tiene ser un autor tan talentoso, que incluso cuando pinta algún garabato le pueden surgir auténticas genialidades.
En el enésimo intento de Allen de ensayar sobre el “crimen y castigo”, como no podía ser de otra forma, el azar aparece de nuevo en escena como elemento determinante. También recupera la provocación amoral e inmoral como marca de la casa, aunque los trazos son un poco más maniqueos que en Delitos y faltas (1989) o Match Point (2005), pero eso sí, bastante lejos de la caricaturización de Scoop (2006).
Junto a todos estos ingredientes, Allen le añade un toque romántico, muy irónico: no olvidemos que Abe vive su “misión” como un acto de amor, casi de orden superior. Y con todo, el director nunca pierde el pulso lúdico a tanta reflexión trascendental. Él mismo dice que hace películas para distraerse y mantenerse ocupado, como si también quisiera agarrarse a algo para encontrar un sentido a esto tan raro que es la existencia. Así que Irrational Man supone un nuevo entretenimiento con pinta de master class filosófica, que seguramente no sea una de las estrellas más brillantes de su constelación filmográfica, pero que al fin y al cabo, ¡es la última de Woody Allen!
Trailer:
Ficha técnica:
Irrational Man , EUA, 2015.Dirección: Woody Allen
Guion: Woody Allen
Producción: Sony Pictures Classics / Gravier Productions
Fotografía: Darius Khondji
Música: Ramsey Lewis
Reparto: Joaquin Phoenix, Emma Stone, Jamie Blackley, Parker Posey, Ethan Phillips, Julie Ann Dawson, Mark Burzenski, Gary Wilmes, Geoff Schuppert, David Pittu, Steven Howitt, Kaitlyn Bouchard, Ana Marie Proulx, Kate McGonigle, Tamara Hickey
Allen no deja de ser un clásico en cada intervención