Críticas
Conoces su nombre
Jason Bourne
Paul Greengrass. Estados Unidos, 2016.
Era cuestión de tiempo. Cuando se forma parte de una leyenda, de un mito contemporáneo, es muy dificil apartar la vista. Surge la oportunidad, se torna imposible decir que no. Entonces, los artífices de la franquicia de cine de acción más importante de lo que llevamos de siglo veintiuno se enfundan de nuevo el mono de trabajo. Matt Damon y Paul Greengrass recuperan a Jason Bourne, armados con todos los ingredientes que hicieron grande la historia de este torturado espía, atrapado en las cloacas del poder.
El retorno de estos hijos pródigos a las aventuras de Bourne tiene mucho que ver con el insípido intento por continuar la saga sin ellos dos en la insuficiente El legado de Bourne ( The Bourne Legacy, Tony Gilroy, 2012). En aquella ocasión, era Jeremy Renner el que encarnaba a otro agente secreto víctima de las maquinaciones de poderosas agencias, en plena crisis tras los hechos acaecidos en las tres entregas previas. Un spin off muy entretenido, pero lejos de la brillante puesta en escena de un maestro del ritmo como Greengrass. Quedó patente que un Bourne sin la presencia del protagonista quedaba desdibujado y falto de alicientes.
Jason Bourne recupera al asesino original, en constante lucha con su pasado, neblinoso y turbio. Cada descubrimiento de aquellos días perdidos es más trágico que el anterior, puesto que Bourne es incapaz de encontrar en esas imágenes un atisbo del hombre que cree ser. Su identidad, un constructo necesario para un hombre sin memoria, es un fantasma atrapado en un intrincado laberinto que contiene las piezas de su esquiva vida previa. En esta entrega, Bourne ha recuperado la memoria casi de manera completa. Los pedazos de su mente rota, por fin, se juntan, y las imágenes inconexas que inundaban su cabeza cobran sentido.
Damon y Greengrass sitúan a su personaje en un entorno casi crepuscular. El héroe permanece en la sombras, transformado en un auténtico superviviente. Endurecido por los años de huida, parece que Bourne ha perdido toda esperanza, y la única motivación que le impulsa es seguir vivo un día más. Convertido en luchador callejero, poco queda de aquel hombre que removía el estercolero del poder por conocer quién era. El regreso de una vieja aliada sitúa a Bourne de nuevo al pie del cañón, obligado a salir de la clandestinidad. Por supuesto, la vigilante agencia descubre el retorno del ex agente al punto de mira y despliega todo su poder para eliminar de la ecuación al peligroso cabo suelto que implica la existencia del personaje.
En principio, los aciertos de la película son evidentes. La evolución del personaje es coherente y otorga a Bourne una madurez que lo acerca, incluso, a los desamparados antihéroes del western. Ha elegido el olvido, y solo la lealtad de su inamovible sentido del honor le hace regresar de las sombras. Las consecuencias son el encuentro final con los fantasmas de su pasado y el descubrimiento de la auténtica mano que movía los hilos del programa que lo transformó en una arma viviente. Las revelaciones completan la tragedia de la azarosa vida del hombre tras la máscara de Bourne, incluso mucho tiempo antes de adoptar esta identidad.
Jason Bourne es trepidante desde el minuto uno. Apuesta sobre seguro y nos ofrece dos horas de persecuciones, giros en la trama, poderío físico y mucho músculo en beneficio del espectáculo. Cuando la película termina, el corazón va a cien por hora, y se necesitan unos segundos para tomar aliento. La cinta de Greengrass cumple su cometido con sobresaliente eficacia, reivindicando la experiencia del cine de acción cuando se hacen las cosas con dignidad y cariño por el producto final. Jason Bourne, a pesar de todas sus deficiencias, es mejor que la mayoría de insulsos excesos de fuegos artificiales que nos ofrece el género.
El problema es la falta de riesgo total que muestra la propuesta de Greengrass. La nueva entrega de la saga no se salta ni por accidente sus propias reglas y da al espectador cierta sensación de fórmula. No hay nada sorpresivo en la forma de la película, a pesar del evidente talento del afamado director tras la cámara. El despliegue visual es de primer orden, pero eso no quita la impresión de que ya hemos visto el conejo en la chistera. Es más, en ocasiones se nota una seguridad aplastante por parte de Greengrass en su propio estilo, hasta el punto de que se pasa de frenada, y la natural sobriedad del método del director se transforma en exceso. Incluso en las famosas escenas de combate cuerpo a cuerpo, identificativas de la saga, se tornan en confusas e histéricas por culpa de la tendencia del director de cerrar demasiado el plano y rendirse por completo al montaje.
Estos pequeños tics del realizador no enturbian en todo caso el resultado final. La película tiene todos los elementos que han levantado el aplauso de crítica y público, así que el retorno de Bourne a la pantalla está muy lejos de ser una decepción. Las formas de thriller tecnológico ganan enteros en el retrato oscuro que plantea la película, que hace suya, como mecha para la trama, el debate entre seguridad y el derecho a la privacidad de los usuarios. La paranoia y la simple excusa del poder se presentan como un espejo distorsionado de la realidad del siglo veintiuno, enmarcada en el campo de batalla virtual por el control de la información.
Bourne siginificó una revolución importante en el cine de acción. Gracias a su apuesta por el realismo, pasamos de las piruetas acrobáticas de la escuela Matrix a la contención visual del contacto físico en esta saga. Franquicias tan legendarias como la propia serie dedicada a 007 cambiaron su apuesta por el estilo austero de la acción en Bourne. El regreso a las pantallas de este antihéroe demuestra que en Bourne no está todo contado. Hay lugar para la sorpresa, a pesar de cierto agotamiento de la idea original. Greengrass y Damon son capaces de crecer con su público, y dan un producto bastante más inteligente y medido que lo acostumbrado. Saben lo que quieren contar y tienen un rumbo muy claro. Jason Bourne agota físicamente al espectador, sometido a una sesión con poco que envidiar a un rato en el gimnasio. No hay cuartel ni tiempo para el aburrimiento. Encima, todo el mundo se toma en serio su trabajo, algo cada vez más difícil de encontrar en Hollywood.
Corran al cine. La experiencia lo vale.
Ficha técnica:
Jason Bourne , Estados Unidos, 2016.Dirección: Paul Greengrass
Guion: Paul Greengrass, Christopher Rouse, Matt Damon
Producción: Universal Pictures / The Kennedy/Marshall Company / Captivate Entertainment
Fotografía: Barry Ackroyd
Música: David Buckley, John Powell
Reparto: Matt Damon, Alicia Vikander, Julia Stiles, Tommy Lee Jones, Vincent Cassel, Ato Essandoh, Riz Ahmed, Scott Shepherd, Bill Camp, Vinzenz Kiefer, Stephen Kunken, Ben Stylianou, Kaya Yuzuki, Matthew O'Neill, Lizzie Phillips, Paris Stangl
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