Críticas
Barrotes y más barrotes
Jaulas
Nicolás Pacheco. España, 2018.
Nicolás Pacheco, director andaluz, estrenó su primer largometraje en la Sección Oficial del último Festival de Valladolid. Se trataba de una de las dos películas realizadas en el estado español que competían en la referida Sección. El otro filme abrió el certamen. Se trata de Tu hijo, obra del director Miguel Ángel Vivas. Esta última recorre un camino de venganza por parte de un padre, tras una brutal paliza recibida por su hijo. La protagoniza José Coronado.
Con Jaulas, nos ha dado la impresión de que Pacheco nos estaba regalando una verdadera joya, mientras observábamos atónitos escena tras escena. Por nuestras mentes rondaba Emir Kusturica, el Almodóvar de sus inicios, Fellini o incluso el universo de Luis García Berlanga. Estamos ante un verdadero dramón. Pero paradójicamente, hacía muchísimo tiempo que no reíamos tanto. La combinación de tragedia y situaciones cómicas se ensamblan con maestría desde el principio. Y no chirrían ni las primeras ni las segundas.
Concha y Adela son madre e hija. Ambas están hartas del marido de la primera, de su brutalidad, tanto verbal como física. Para rematar, además, es un auténtico holgazán. Y para sobrevivir, se aprovecha de cierta habilidad que posee el hermano de Concha. Nos encontramos en un suburbio gitano, destartalado, sucio, situado en Andalucía. No faltan sus patriarcales normas y se vive de lo que se puede, ya vendiendo en mercadillos, ya ganando en apuestas con imitación de trinos de pájaros. Es un retrato de un microcosmos de supervivientes que quieren mejor fortuna. Y van a luchar por conseguirla con todos los medios que se pongan a su alcance. Han elegido la vida y en eso están.
La película empieza, se desarrolla y termina, convirtiéndose toda ella en un viaje fascinante. Su director, Nicolás Pacheco, elige y acierta con una puesta en escena luminosa. Nos adentramos en lo más miserable, de la mano de la alegría. Un ambiente colorido que intenta capear la existencia con sonrisas, mientras carcajadas y sollozos se suceden. Además, es importante resaltar que, básicamente, nos encontramos en un universo femenino. Son las mujeres las que agarran el protagonismo del filme y ya no lo sueltan hasta su último fotograma. Por otra parte, también nos ha resultado muy atinado el guion, obra del mismo realizador. Concatena con agilidad el camino de nuestras dos protagonistas, así como de sus seres más queridos y de los que las rodean. Maridos, hermanos, sobrinos, mafiosos de medio pelo o traficantes…Pacheco ha elaborado una especie de película de carretera, física y existencial. Pero el destino no puede ser el mismo para la que ha perdido ya todas las cartas de la baraja, que para la que solamente ha soportado el robo de algunos de los naipes.
Se cuenta igualmente con excelentes interpretaciones. Concha, la madre protagonista, está caracterizada por Estefanía de los Santos. Un retrato enérgico, doliente, vibrante y con arrojo, en su recorrido por sortear los caprichos del destino, siempre torcidos. Y en todo momento con un sólido objetivo: la lucha por por un futuro para su hija, Adela en la ficción. Esta última la interpreta la actriz Marta Gavilán. Con la despreocupación que puede devenir por sus pocos años, dibuja una joven expectante y atenta a dar la bienvenida a lo que de bueno pueda llegar a tocarle, o al menos rozarle. Los pesares económicos y brutalidades sufridas en la infancia, no son suficientes. No llegan a borrar y hacer desaparecer esas ganas que posee de saborear con deleite lo que pueda depararle la existencia. Por otra parte, destaca de forma entrañable el personaje de Antoñito, el hermano de Adela, interpretado por Manuel Cañadas. Un ser sonado, errático, en su propio mundo de trinos; un cosmos asombroso que se transita en levitación. Un realismo mágico que Cañadas borda de manera brillante. Y por ejemplo, no nos olvidamos de Fermín, interpretado por Antonio Dechent, actor de amplio y extenso recorrido. Risueño, siempre con la frase más atinada y atento a que no se le escape cualquier víctima propiciatoria para casarla con su hija. Dechent se convierte en un panadero que destila gracia por todos sus costados: en sus modales, visión de la vida, con solidaridad pero exigiendo la debida correspondencia. Yo te doy, pero tú también te pringas, que tampoco es tan complicado…Y cómo no hablar del rumano, encarnado por Stefan Mihai, muy similar en la bobería de su interpretación al joven Gabino Diego; pero en esta ocasión, hablamos de un rumano de los de Rumanía.
Hemos contemplado la obra como una deliciosa tragedia. Se merece una buena carrera tanto artística (léase premios), como comercial (léase dinero). La película se engrandece por momentos. Como ese bar lleno de jaulas; sí, las jaulas del título. Unas cárceles que van contando ya con demasiadas deudas, ilusiones y esfuerzos dejados por el camino. O esa hermana, Rosa que no hemos visto en años y que tampoco vislumbra la forma en que se la ha encontrado (interpretada por Belén Ponce de León, también de manera magnífica); o ese infarto repentino, a cuenta de un atropello. En fin, el largometraje está repleto de momentos dolientes y delirantes que consiguen arrancar tanto risas como lágrimas.
Creemos que se trata de una de las más gratas e inesperadas obras de la temporada en el cine español. Y en cuanto a su director, a Nicolás Pacheco, lo encontramos a gran altura. Tanto, que no hay que perderle de vista y estar atentos a próximas realizaciones. Si con el arranque de Jaulas no encuentra financiación para otros proyectos, mal andamos en este arte en el que últimamente solo parece importar la acción, el terror y las series. Sobretodo, las series. Además, Pacheco mira a aquellos suburbios, a esos rincones que no salen en las noticias. Son zonas de miseria que se abordan de forma muy tacaña cinematográficamente en los últimos años, tanto en España como en el resto del planeta. Si nos atenemos al estado español, dejando aparte las ya nombradas por el equipo cinematográfico de Jaulas, concretamente Solas de Benito Zambrano (1999) o Techo y comida de Juan Miguel del Castillo (2015), pocas más manzanas podremos encontrar en el cesto. Y la primera, la de Zambrano, ya ha pasado por la mayoría de edad. En los últimos tres o cuatro años, por ejemplo, acaso se nos ocurre añadir unas pocas: La puerta abierta, de Marina Seresesky (2016), La vida y nada más (Life & Nothing More, 2017), de Antonio Méndez Esparza, o El Rey de La Habana de Agustí Villaronga (2015). Escasas propuestas para recorrer mundos, por desgracia, casi infinitos.
Por cierto, también queremos destacar la buena calidad del sonido en el fime, así como la estimable y cuidada vocalización de las actrices y actores. Para estar en Andalucía y entre gitanos, ya daríamos palmadas para que otras obras procedentes de la Península o más allá del Atlántico que utilizan el castellano, fueran tan inteligibles como Jaulas. Difícil es la obra que no necesite el recurso o el truco de apoyarse en los subtítulos en el mismo u otros idiomas, para su comprensión acústica.
¿Y esa bolsa, dónde ha ido a parar? Como en el Volver de Pedro Almodóvar (2006), conteniendo ese “cadáver exquisito”. O los pájaros también encerrados como los humanos. Y ya no se les ocurra hablarles de libertad. Y esa entrañable escena vestidos de novia; no la real, sino la ficticia. En definitiva, nada tiene desperdicio. Ni siquiera ese final que para nada puede resultar amable, aunque se intente edulcorar.
La mirada de Pacheco se dirige sobre gente que sufre, que padece, que siempre se ha agarrado a lo poco que ha tenido, con la sonrisa puesta en toda vicisitud, hasta en la calamidad más inesperada, embravecida por sobredosis de esperanza en el futuro. Unas personas olvidadas por los medios, por las autoridades o gobernantes más o menos cercanos. Y si hay que atacar a esos desarrapados de la fortuna con especulaciones inmobiliarias, pues se hace. Y si además hay que hacerlo con ferocidad y de paso arrancarles su pedacito de “paraíso”, pues también. Total, para repartir migajas cuando retenemos el oro…
Creemos que ha quedado patente la fascinación que nos ha despertado Jaulas y su mundo: surrealista, alocado, trágico como la mejor ópera. Por supuesto, como consecuencia de todo lo anterior, hemos conseguido emocionarnos, reír y sufrir junto con sus protagonistas. Un gran lujo.
Tráiler:
Ficha técnica:
Jaulas , España, 2018.Dirección: Nicolás Pacheco
Duración: 92 minutos
Guion: Nicolás Pacheco
Producción: Suroeste Films/Spal Films
Fotografía: Alejandro Espadero
Música: Pablo Cervantes
Reparto: Estefanía de los Santos, Belén Ponce de León, Antonio Dechent, Manuel Tallafé, Manolo Caro, Marta Gavilán, Manuel Cañada, Antonio Estrada, Stefan Mihai, Manuel Cañadas, Mila Fernández, Carlos Tirado