Jimmy P.

El director francés Arnaud Desplechin se ha convertido en una figura recurrente en Cannes. En 2013 presentó en la competencia internacional Jimmy P. (Psychotherapy of a Plains Indian). A pesar de que nunca se llevó un premio, esta fue su quinta nominación a la Palma de Oro, sobre un total de nueve películas.

Jimmy P. nos acerca a un personaje histórico no muy conocido, pero bien relevante para los avances científicos del siglo veinte. Se trata de Georges Devereux, etnólogo y psicoanalista nacido en 1908 en Logoj, actualmente Rumania. Para ocultar su origen judío burgués, cambió su nombre original: György Dobó, durante la Segunda Guerra Mundial, y se estableció en los Estados Unidos. Según los escritos que dejó, los mejores años de su vida los pasó junto a los nativos norteamericanos Mohave. Fue uno de los primeros en afirmar que el psicoanálisis es para todas las personas, y no sólo para la clase media alta, como se acostumbraba en los inicios de su práctica.

James Picard, interpretado por Benicio del Toro, es un nativo de América del Norte, excombatiente en la Segunda Guerra Mundial. En Francia, sufre un accidente y se fractura el cráneo. A partir de ese momento, atraviesa una serie de crisis en las cuales experimenta distintos niveles de pérdida de conciencia. Desde su hogar, junto a su hermana y cuñado en Montana, es trasladado a la clínica de veteranos de guerra Menninger, en Topeka, Kansas. Allí entabla una relación muy particular con Georges Devereux, interpretado por Mathieu Amalric.

Según Desplechin, la primera idea sobre este film se le presentó hojeando el libro de Devereux, Realidad y sueño: psicoterapia de un indio de la planicie, en el cuál había transcripciones exactas de sesiones de psicoanálisis. El texto tenía una teatralidad tan importante, que el director francés quiso inmediatamente llevarlo a la pantalla grande. Luego de haber elegido la historia, y teniendo en mente a los actores que interpretarían a Jimmy P. y a Devereux, lo más importante para él fue filmar en la tierra de Jimmy. Es por eso que rodar en Estados Unidos no fue opción para él, y como resultado quedó una película con algunas vetas muy americanas, junto con otras muy europeas. Esto se dio también debido a que el norteamericano Kent Jones participó junto a Desplechin en la escritura del guión.

La historia transcurre en la posguerra de los años cincuenta, donde las enfermedades de la mente estaban aún bastante inexploradas. Jimmy es el único veterano al que no se le encuentran daños corporales, sin embargo nadie duda que está enfermo y necesita ayuda del plantel médico. Devereux comienza a mantener sesiones de psicoanálisis con su paciente, principalmente analizando los sueños. En un proceso lento y doloroso, Jimmy logra entender ciertos mecanismos de su psiquis, logrando llegar al fondo de sus problemas.

La relación entre este médico y su paciente se basa en el respeto. Devereux se acerca a Jimmy haciendo preguntas muy personales, pero de manera muy sutil. Ambos tienen fascinación mutua por sus diferencias culturales, y la confianza que desarrollan deviene finalmente en una amistad.

Los sueños son un tema crucial en el film. Los nativos con los cuales había trabajado Devereux estaban convencidos de que los sueños podían predecir el futuro. Devereux, en cambio, siguiendo las ideas de Freud, intenta indagar en los sueños para encontrar explicaciones sobre lo ocurrido en el pasado. Los sueños de Picard son narrados por él mismo en la sesión, y representados en el film, dándole una vuelta fantástica a la sórdida vida del hospital.

La química entre Almeric y del Toro es perfecta, y los actores la confirman confesando que ayudó mucho el hecho de haberse conocido desde antes. Benicio del Toro investigó sobre los nativos norteamericanos intensamente antes de interpretar a Jimmy, y aseguró que no le fue difícil ponerse en ese lugar debido a sus orígenes portorriqueños. Amalric aprendió a hablar en inglés con un fuerte acento húngaro, y se sumergió en el mundo del psicoanálisis, desconocido para él. No se preocupó extremadamente en representar a un Devereux cercano al personaje real, ya que es claro que el film de Desplechin es una ficción y no un biopic.

Jimmy P. denuncia también injusticias conocidas en la historia norteamericana, como es la opresión de tribus aborígenes confinadas en reservas. Según Jimmy, el hombre blanco en las reservas siempre les decía a los indios qué hacer. Él lo ve representado en un sueño por un muñeco gigante en overall azul y sin rostro, que lucha sin tregua contra él.

La mujer también toma un rol opresor en la vida de James, con una madre de carácter muy fuerte que al morir deja a cargo a la hija mayor, también con un carácter muy similar. A partir de estas experiencias, las mujeres inhiben al protagonista, aumentando el efecto paralizador característico de sus crisis.

Los dos hombres son completamente opuestos en varios aspectos: origen, educación y hasta aspecto físico, pero tienen en común su relación con Estados Unidos. Ninguno de los dos se siente en su tierra, pero ambos están en el proceso hasta lograr que ese lugar se convierta en propio.

El tema de la religión es abordado, aunque no de forma muy profunda. Jimmy recibió siempre una educación católica, pero al replantearse su relación con Dios, se siente como un títere sin piernas propias manejado por fuerzas ajenas a su voluntad.

Se logra de forma exitosa transmitirnos la atmósfera de agobio en la que vive el protagonista en la clínica de veteranos. Es difícil de olvidar cuando Jimmy le confiesa a su analista que no soporta estar en un lugar donde tanta gente tiene enferma el alma. Pero las representaciones surrealistas llenas de colores de los sueños y los bellísimos planos de la interminable planicie norteamericana contrarrestan hábilmente las sórdidas imágenes del hospital. Existen también momentos tensos y de suspenso, cuando Jimmy está a punto de perder la paciencia y el espectador fácilmente imagina un desenlace violento.

Definitivamente, Arnaud Desplechin es un director al cual vale la pena seguir de cerca. Sus films cuentan con actores versátiles de primer nivel, como es el caso de Mathieu Almeric, quien participó en la mayoría de sus proyectos. Como también se puede ver en su film anterior, Un cuento de Navidad (Un conte de Noël, 2011), sus películas están basadas en historias complejas, con personalidades fuertes y diálogos que tienen la capacidad de dejarnos reflexionando tiempo después de haberlos escuchado.