Muestras, Festivales y Premios
Jorge Sanjinés en Buenos Aires
Estuvo en Buenos Aires para asistir como jurado del Festival de Cine Político (21 al 27 de marzo) un cineasta que hizo historia, allá, por finales de los años sesenta, cuando además de presentar su ópera prima, Ukamau, la acompañó con un manifiesto en forma de libro, que se tituló: Por un cine junto al pueblo. Nos referimos al mítico director boliviano, Jorge Sanjinés. Un hombre que tiene sobre sus espaldas una de las cinematografías más coherentes de la región, a través de la cual le ha dado voz a seres con una gran dignidad, marginados de su historia, como son los indígenas del altiplano.
Sus afirmaciones, en la rueda de prensa que ofreció, no pueden venir sino de un hombre que nunca tuvo miedo de expresar la injusticia de sus compatriotas bajo regímenes dictatoriales verdaderamente crueles y amenazantes.
Con una descalificación a la crítica boliviana por considerarla racista, con un encuadramiento del lado del actual gobierno dirigido por Evo Morales, Sajinés sigue luchando por conseguir aquella utopía de finales de los sesenta y comienzos de los setenta, cuando los cineastas latinoamericanos (entre los cuales se contaban Glauber Rocha, Octavio Getino y Fernando Solanas, Miguel Littín, Tomás Gutiérrez Alea, el propio Sanjinés…) buscaban la expresión propia de un cine que caracterizara cada cultura desde sus raíces, dándole las espaldas a la industria foránea, para hablar de los desposeídos del continente, del hambre como estética y como violencia, de un tercer cine que los identificara, más allá de las líneas establecidas, como el industrial que producían los Estados Unidos o el culto cine europeo. Se trataba de hallar una manera de expresión que representara dignamente a los desposeídos de Latinoamérica.
Jorge Sanjinés, con una trayectoria de cuarenta años de realizaciones de la talla de la primeriza Ukamau (1966 ), Yawar Mallku (1969), El coraje de un pueblo (1971) o La nación clandestina (1989), presentó Insurgentes, una historia sobre el cerco a la ciudad de La Paz, en 1781, que intenta descubrir a aquellos héroes indígenas que se opusieron al opresor y que han pasado al olvido en las páginas de los libros de historia. Esos héroes dejaron sembradas ideas en su pueblo que han eclosionado con la llegada de Evo Morales al poder.
En la rueda de prensa, Sanjinés habló sobre la importancia de Insurgentes, como llamado a una toma de conciencia sobre su creencia de que la sociedad mestiza y blanca de Bolivia tiene que aceptar que su país está poblado mayoritariamente por indígenas, a quienes les asigna una cultura superior a la occidental, pues tiene en cuenta primero a la comunidad, antes que al individuo. Y señala que entre los integrantes de la comunidad aymara no hay diferencias, sino que son todos iguales. Una comunidad ideal que hay que aceptar, respetar e integrar.
Insurgentes recibió el premio del Festival. Está narrada desde el presente hacia el pasado. Hace unos años, en 2003, la población aymara se manifestó contra el dictador que los gobernaba, y en sus cánticos citaban a esos héroes anónimos que hoy Sanjinés ha plasmado en la pantalla. De esa movilización a inicios del milenio salta al pasado para poner en primer plano los rostros de aquellos seres que también lucharon, aunque no vieron los resultados de su protesta, y en plano general una gesta que abarca a una nación, hoy regida por uno de los suyos.
Si algo posee Jorge Sanjinés, es coherencia. Su cinematografía puede constituir una saga del pueblo boliviano y la lucha por conseguir vivir en paz en una tierra que habitaron desde antes que llegaran los españoles a evangelizarla. Y lo hace con las herramientas de siempre: el registro cinematográfico con un estilo inconfundible, donde el tiempo es circular, los planos secuencia integran a grupos de la comunidad y el discurso siempre pide lo mismo: justicia e identidad para los habitantes de su tierra.
Existe crítica rascista, por supuesto que si, pero descalificar a todos los críticos por rascistas, es una exageración. Existe crítica desde los movimientos populares y esa de ninguna manera puede ser tachada de rascista. Sin duda que Sanjinés tiene bien merecido su puesto en la historia cinematografica, pero también es cierto que después de la «Nación clandestina» el nivel de realización fue en picada. La última pelicula ha costado más de 1 millón de doláres y ha fracasado en taquilla. El documental de Nestor Kichner solo en un día de exhibición logró lo que Insurgentes en varios meses. Y eso no es por la crítica rascista, sono otros los factores que no se tiene la valentía de analizarlos.