Críticas
¿Zombies o disidentes?
Juan de los muertos
Alejandro Brugués. Cuba, 2011.
En 2011, iban a cumplirse casi 80 años desde que White Zombie (1932) de los hermanos Halperin convirtiera a los muertos vivientes en personajes cinematográficos cuando, como un derelicto desalmado, recalan los zombis en la región que les dio origen –el Caribe insular- esparciendo vísceras y discurriendo sobre un país en su misma condición vital. Juan de los Muertos (2011) de Alejandro Brugués se instauró como la primera cinta cubana de zombis y la segunda en ganar el Goya a mejor película extranjera de habla hispana. Un verdadero fenómeno que se apropia de los códigos de este subgénero del terror para discursar sobre el contexto cubano y convertir los reveses –y la oportunidad- en una indudable victoria.
Es notable que este peculiar ser de la diáspora caribeña nunca hubiera invadido las calles de alguna región insólita y musical del área. Quizás porque sus códigos visuales son muy aparatosos para las industrias locales; o porque no se ha sentido como en casa debido a que su ontología no brota de la cultura inmaterial del folclor regional sino de ese temor curioso que transforma lo desconocido en ideales monstruosos o porque en el orden social cinematográfico siempre fue un marginado que tuvo que luchar por su legitimación; el caso es que más de medio siglo después de su resurrección regresa, convertido en un filósofo, a ocuparse de los asuntos domésticos.
Juan de los Muertos es el segundo filme del director argentino Alejandro Brugués, quien ya había filmado en Cuba. Su primer largometraje Personal Belongings (2006) reunió un interesante grupo de creadores de la isla para fabular sobre una dinámica social profundamente marcada por el fenómeno de la emigración pero la ineficacia actoral, la malograda construcción narrativa y un cierto aire de improvisación atentan constantemente contra el filme. Con este segundo trabajo, la carrera de Brugués despega, enmarcándose en el género de terror con su posterior participación en The ABCs of Death 2, secuela de la antología homónima y su reciente participación como director invitado al rodaje de la segunda temporada de la serie From Dusk Till Dawn de Robert Rodríguez.
El filme narra la historia de Juan y Lázaro, dos personajes de la Cuba actual que sobreviven bajo la dinámica política descalabrada y post perestroika que cualquier cubano de a pie conoce bien. En este escenario post-apocalíptico, el gobierno confunde una invasión zombi con patrañas y argucias de los disidentes para desestabilizar el orden social. Bajo esta premisa se despliega la historia de una banda que conforman Juan, Lázaro, sus hijos Vladi y Camila y los secundarios pintorescos La China y El Primo, que se encargará de librar a los ciudadanos de los familiares infectados.
Realizada gracias al sistema de coproducción que ha sido el salvamento de mucho cine cubano desde los años 90, los efectos visuales –pilar del género- fueron creados por un equipo español situado en departamentos claves como la dirección de fotografía de Carles Gusi, la dirección de arte de Derubin Jacome y el diseño de vestuario de Esther Vaquero. Un trabajo eficiente y bastante profesional que, no obstante padecer cierta premeditación evidente en las tomas de la utilería más elaborada o carencias en caracterizaciones de conjunto, ha sido fundamental para el éxito del filme. El género de terror llega a la cinematografía cubana, marcada por la extirpe ideológica del otrora cine latinoamericano y las fuertes influencias bazinianas del cine de autor. Un filme iconoclasta que logra rejuvenecer el panorama con la fuerza de un potente chorro de plasma y poner en la palestra pública a personajes como Juan –sin aspiraciones, sin inquietudes, sin inconformidades-, sobrevivientes que solo quieren que les den un chance para colarse. Otra visión para el cine cubano sobre la emigración, construido casi siempre sobre la dupla antagónica de los que se quedan y los que se van –en todos los casos eternos inconformes.
En el aspecto narrativo, Juan de los Muertos trae más de lo mismo. Zombis salidos de no se sabe dónde, atacan una ciudad hasta dejarla en la ruina. Una historia marcada por el humor desfachatado que establece un paralelismo en La Habana actual y una infectada de zombis. En este renglón dos detalles denotan la impronta española. La caracterización de los protagónicos bajo un arquetipo muy transitado en las coproducciones de este tipo. Juan, Lázaro y Vladi se unen a Tito y Ruy de Habana Blues (2005) para formar un grupo de cubanos, de esos pocos que se expresan a través de un lenguaje soez reiterativo. Una nota de color que es una concesión innecesaria, ya que más que caracterizar, ridiculiza. De igual forma, la interpretación de Andrea Duro, como la hija de Juan, queda fuera de contexto y por mucho que trata el guion de justificar la forma de hablar y la imagen extemporánea que ofrece Camila, nunca llega a convencer este personaje. Reforzando la inverosimilitud con ciertos diálogos sensibleros y pueriles.
Juan de los Muertos es una película de coyunturas, al igual que lo fue en su día White Zombie. Una pieza iniciática para el cine cubano y para su director que cumplió una función más social que cinematográfica. Muchos se han preguntando qué ofreció Brugués al gobierno para que lo dejaran romper la monotonía nacional con esta invasión que hizo las delicias de muchos noticiarios durante el proceso de rodaje; en verdad, ¿a quién le importa? Lo cierto es que ha removido a ese muerto viviente esparciendo sus entrañas por la pantalla, añadiendo de paso, un nuevo estado no-vital al perfil caribeño de lo real maravilloso.
Tráiler:
Ficha técnica:
Juan de los muertos , Cuba, 2011.Dirección: Alejandro Brugués
Guion: Alejandro Brugués
Producción: La Zanfoña Producciones, Producciones de la 5ta Avenida. Con la participación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficas, Canal Sur, Televisión Española; y la colaboración de la Junta de Andalucía, Ibermedai, Cinergia y la Universidad de Guadalajara
Fotografía: Carles Gusi
Música: Sergio Valdés
Reparto: Alexis Días de Villegas, Jorge Molina, Andrea Duro, Andros Perugorría, Jazz Vila y Eliecer Ramírez