Críticas

Una herida abierta

Kings

Kings. Deniz Gamze Ergüven. Francia, 2017.

“Si las desigualdades sociales de los humanos no son una causa natural, seamos conscientes de nuestra infamia”, escribió el aclamado científico Charles Darwin, autor del célebre libro El Origen de las especies (On the Origin of Species, 1859). No solo es infame y despreciable, sino vergonzoso y repugnante cómo el ser humano es capaz de mantener un sistema social basado en la supremacía de unos pocos frente a la desdicha de muchos. Deidades y siervos; reyes y lacayos; ricos y pobres. No importa cuánto avance la humanidad ni cuánto se modernice, siempre se va a imponer un régimen político y económico desigual, perpetuado no solo por el poderoso, sino también por muchos de los damnificados. Las personas vivimos en un mundo lleno de racismo, pobreza y desigualdades de género. Sin embargo, en algunas ocasiones, la frustración y crispación de la sociedad llega al límite y estalla contra este sistema vil, deshumanitario y tremendamente destructivo. Es en este punto donde se centra Kings (2018), la nueva película de Ergüven. En 1992, la absolución de varios policías implicados en la paliza al taxista negro Rodney King provoca fuertes disturbios en el distrito de South Central en la ciudad Los Ángeles. En medio de ese caos vive una madre divorciada de familia afroamericana, Millie, que intentará encontrar y proteger a sus hijos en una ciudad en la que reinan los conflictos y la violencia. Junto a ella, le ayuda Olli, uno de los pocos residentes blancos en el barrio.

La premiada y elogiada directora de Mustang (Deniz Gamze Ergüven, 2015), crea una nueva pieza audiovisual cargada de mensajes políticos, sociales y antropológicos muy reales. Ergüven desgarra al espectador desde la primera escena y deja una herida abierta durante todo el largometraje. Esta estrategia funciona tanto para enganchar al espectador desde un principio de una forma impactante y atrayente, como para exponer un ejemplo de nuestra sociedad podrida de racismo y desigualdad social. A ritmo de la música de Nick Cave y Warren Ellis, la película, ataviada con una fotografía que destaca por encima de otros aspectos, inicia su camino con una muy buena presentación de los personajes. La utilización de la iluminación y el color son muy acertados, comprendidos por una paleta con tonos pasteles poco saturados, simulando el hostigamiento y la áspera existencia de los propios protagonistas. Sin embargo, son solo unos buenos retazos de un retrato muy pobre. La historia es demasiado inestable estructuralmente. Si bien la desorientación impuesta a través de la alternancia veloz entre los personajes concuerda con la atmósfera de incertidumbre y agobio de la película, no consigue extenderla a lo largo de todo el metraje. El espectador visualiza una historia inconexa, ya que el producto no se cimienta sobre algo firme, sino en muchos puntos conectados, pero muy alejados entre sí.

La utilización de material de archivo para documentar los avances en el juicio de King, que se entrelazan con las escenas, es una ayuda a la hora de sostener la cadencia y dirección del largometraje, pero es insuficiente. El desapego por los personajes y por la historia invade al espectador desde la primera mitad del relato. Kings no consigue nunca ahondar en el conflicto, simplemente lo contemplamos, a través del prisma de una familia, de forma superficial. Desde la inconsciente y cruel parte adolescente hasta la cómica de los niños. Sabemos que todo gira en torno al conflicto de los disturbios, pero el guion acaba por empañarlo, desorientando al espectador. En la revuelta destacan algunas escenas delicadas y armoniosas, pese a la crudeza de la situación, pero la película nunca vuelve a alzar el vuelo. La necesidad de Ergüven por abarcar muchos puntos de vista hace que, inconscientemente, imprima demasiada velocidad a todas y cada una de las partes que comprenden el largometraje. Es entonces cuando el montaje se vuelve caótico, mezclando cortes suaves y agresivos, provocando desconexión. La excesiva cantidad de tramas mal llevadas hace que todo el interés que suscita al principio la película se desvanezca entre el humo de las calles de Los Ángeles.

La directora no consigue llegar a impactar con su mensaje, el producto se diluye en una disolución displicente, anodina y de hartazgo. Pese a ello, la película plasma una de las mayores vergüenzas históricas del ser humano. Esa herida por la que nuestra sociedad se desangra desde hace siglos y que está aún por sanar: la incapacidad de convivir de forma justa y equitativa. Kings nos muestra que la justicia no es otra cosa que la conveniencia del más fuerte, que la sociedad está aletargada frente al televisor, que la capacidad de cambio está en las manos de los oprimidos y que cuando esto ocurre, el sistema universal dominante intenta disuadirnos con migajas de hamburguesas. Solo queda saber si nos acabaremos desangrando o si bien podremos curarla a tiempo.

 

Trailer:

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Ficha técnica:

Kings (Kings),  Francia, 2017.

Dirección: Deniz Gamze Ergüven
Duración: 92 minutos
Guion: Deniz Gamze Ergüven
Producción: Bliss Media, CGCinéma, Maven Pictures
Fotografía: David Chizallet
Música: Nick Cave, Warren Ellis
Reparto: Daniel Craig, Halle Berry, Issac Ryan Brown, Rick Ravanello, Kirk Baltz, Reece Cody, Douglas Spain, Lamar Johnson, Richie Stephens, Charlotte Ubben, Rachel Hilson, Quartay Denaya, Heidi Levitt, Lorenz Arnell, Eric Watson

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