Kon-Tiki

Todo gran viaje puede convertirse en un relato de conocimiento y de iniciación. Eso ya nos lo enseñó Homero hace muchos años en la Odisea, pero también George Lucas en Star Wars. Ahora, en una época en la que parece que ya no puede haber grandes descubrimientos, llega Kon-Tiki, el tercer largometraje de los directores noruegos Joachim Rønning y Espen Sandberg tras Bandidas (2006) y Max Manus (2008). Kon‑Tiki relata la expedición que emprendió Thor Heyerdahl (Pål Sverre Valheim Hagen) en 1947 para demostrar que era posible cruzar el océano Pacífico en una balsa. Fruto de aquella expedición, el propio Heyerdahl rodó un documental que obtuvo el Oscar en su categoría.

Kon‑Tiki recupera la historia de aquella expedición y la convierte en una película de aventuras prototípica, donde la determinación y la fuerza de voluntad de los protagonistas vencen todos los obstáculos que se van presentando. En realidad, la cinta tiene dos prólogos, uno ambientado en 1920, que presenta un episodio de la infancia de Thor, y otro ambientado en 1937, en las islas Marquesas, cuando Thor y su esposa Liv (Agnes Kittelsen) descubren que los habitantes de la zona adoran al mismo dios solar que algunos pueblos precolombinos, concretamente los antepasados de los incas. Heyerdahl, empeñado en demostrar a la comunidad científica que la Polinesia fue poblada desde el Este, se traslada a Nueva York en 1946 y trata de publicar sus estudios en la revista National Geographic, pero no lo consigue. La única opción que le queda es demostrar que es posible cruzar el Pacífico con una balsa hecha de madera y cuerda, tal como se construían en el mundo precolombino.

En el puerto de Callao, en Perú, Thor reúne a una particular tripulación, compuesta por él mismo y el ingeniero Herman Watzinger (Anders Baasmo Christiansen), el marino Erik Hesselberg (Odd Magnus Williamson), el antropólogo sueco Bengt Danielsson (Gustaf Skarsgård), el ingeniero de radio Knut Haugland (Tobias Santelmann) y el telegrafista Torstein Raaby (Jakob Oftebro). Inesperadamente, el gobierno peruano respalda la expedición y estos seis hombres parten hacia la Polinesia el 28 de abril de 1947. Después de 101 días de navegación, a merced de las tormentas, las corrientes y los vientos, llegaron sanos y salvos al atolón de Raroia el 7 de agosto, dejando tras de sí 4300 millas náuticas (aproximadamente 7000 kilómetros).

Salvo algún flashback de la vida de Heyerdahl y la presentación de su vida familiar cuando habla por teléfono con su esposa, Kon‑Tiki se centra fundamentalmente en la expedición, realizando un ejercicio de ficción sobre el documental original de Heyerdahl. Ahí es donde radica el gran acierto de la cinta, en presentar al ser humano como una criatura indefensa en la inmensidad del océano, en perpetua lucha por su supervivencia. Joachim Rønning y Espen Sandberg, ayudados por la partitura de Johan Söderqvist, son capaces de crear una atmósfera inquietante, en la que los tiburones y las tormentas se convierten en los villanos de una función que ofrece, una vez más, el espectáculo del hombre frente a la naturaleza.

Con un presupuesto de 15 millones de dólares, Kon‑Tiki es la mayor producción del cine noruego, pero, por el momento, ha encontrado el respaldo de la crítica y el apoyo del público. Tiene un nivel de producción francamente envidiable, y su factura técnica es impecable. El hecho de que sea una gran coproducción europea no ha perjudicado el resultado, sino al contrario, porque la historia se ha mantenido fiel a sí misma. Kon‑Tiki presenta, al cabo, una lucha por la supervivencia en clave de aventura clásica, al más puro estilo de Julio Verne. Es, en definitiva, un ejemplo de superación personal, la historia de un hombre que pretende alcanzar sus sueños.

Premios: Nominada al Oscar y al Globo de Oro como Mejor Película de Habla No Inglesa

Tráiler: