Críticas

Drama con la impronta de un Autor

La bella ciudad

Otros títulos: The Beautiful City.

Shah-re ziba. Asghar Farhadi. Irán, 2004.

The beautiful city aficheLa historia se inicia en una especie de «reformatorio» signado por el desorden, y a la espera de un egreso que conduce a la pena capital. Akbar es acusado de la muerte de su novia, cumple 18 años y es trasladado a una prisión de adultos; en breve será colgado, a menos que el padre de la víctima otorgue su clemencia. Su amigo A’la saldrá del centro de reclusión juvenil para, junto a la hermana del condenado, intentar obtener el perdón. El damnificado se niega a pesar de la insistencia, el resto del film acarreará algunas sorpresas.

Segunda película del aclamado realizador persa. Expone los diferentes intereses en torno a una ejecución, y su relación con principios morales de peso en la sociedad iraní. Abre fuego a especulaciones asentadas en el nombre de Dios; los intereses se solapan en doctrinas pretendidamente blindadas por las «indicaciones» del Corán. La sabiduría, cimentada en la apariencia de «lo inobjetable», es uno de los puntos que abre paso a la reflexión al estilo Faradhi. Asistimos a una suerte de hipocresía revestida de sentencias coránicas de doble intención.

Ya en algunas entrevistas, el cineasta iraní había dejado en claro su propósito cinematográfico: la contemplación hacia la posibilidad de desatar la avidez intelectual de su público. En este extracto, perteneciente a la publicación cubana Juventud Rebelde, y durante su visita a este país en 2017, Asghar Farhadi declaraba al periodista José Luis Estrada Bentancor: «Espero que algún día se consigan tantas opiniones como espectadores. Me gusta la idea de que una película parezca un crucigrama y que el público rellene las casillas» (…) «No deseo transmitir ningún mensaje a los espectadores cubanos, más bien lo que quiero es sembrarles muchas interrogantes, dejarlos pensando, y motivarlos a que, cuando estén en casa, continúen reflexionando. No me parece importante que el público conozca mis intenciones. Prefiero que salgan de la sala haciéndose preguntas. Considero que el mundo necesita hacerse más preguntas y no tener tantas respuestas».

The beautiful city fotograma

La riqueza de personajes nos remite a la acostumbrada mano de Farhadi en el manejo de actrices y actores, la espontaneidad corroe la posibilidad de estereotipos y poses melodramáticas, justa contraposición al ejercicio del «espanto» frente al juego de valores entrecruzados con intereses que sortean la importancia de la vida humana. No es que la conmoción ante «las inmoralidades» sea inexistente, sino que se presenta en clave de naturaleza humana cincelada de manera acorde al trasiego habitual de las personas en la realidad social cotidiana.

Continúa Farhadi refiriéndose al cine iraní: «Es un cine que aparenta ser sencillo, pero que realmente muestra una complejidad temática impresionante. Hablamos de una cinematografía muy variada, con una cantidad considerable de películas, que se mueven por diferentes géneros. Ellas tienen en común que no han sido realizadas como mero entretenimiento para la gente, sino para invitarlos a reflexionar sobre nuestras vidas, sobre este mundo. Son películas que están muy cerca de la vida cotidiana de la gente».

El cine de Farhadi es un cine de guion, por lo cual debemos destacar su habilidad en la dirección de los protagonistas en escena. Un elenco prolijo y creíble nos sitúa en la diversidad de posicionamientos alternos que evocan un número de opciones en función de lugares sujetos a las normas de la cultura. Una buena oportunidad para aprender acerca de las tradiciones y reglas islámicas dentro de un país específico, y de manera crítica.

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Farhadi apela a quien, de aquí en más, será una de sus actrices fetiche: Taraneh Alidoosti. Tendremos oportunidad de verla en sus siguientes filmes: Fireworks Wednesday (2006),  A propósito de Elly (2009) y El viajante (2016). Expondrá una combinación que oscilará entre diversas implicancias a la interna de un juego que expresa sensibilidad y dureza conjugadas de modo pragmático. Firoozeh representa una serie de resoluciones camaleónicas, deja traslucir intenciones que anteponen principios a dignidades y emociones.

Del otro lado, Babak Ansari (A’la), su partenaire, aunque sin brillar como ella, denota un importante trabajo en la encarnación de un chico que debe elegir entre sentimientos y amistad.

Más del autor para la revista citada, esta vez, en referencia a su obra maestra Nader y Simín, una separación (2011): «(…) Claro, me tomó mucho tiempo seleccionar a mis actores, que es algo esencial cuando uno quiere hacer una película buena. Porque provengo del teatro, por lo general me tomo mucho tiempo en ello, pues me gusta que los actores solo tengan en cuenta las intenciones de los personajes, y ensayar mucho hasta que unos se conviertan en los otros, a partir de un guión muy concreto».

Impecable narración donde el fuera de campo deviene razón de ser para una trama que solo lo esboza en términos mínimos. El punto de arranque, en la personalización de Akbar, desaparece durante el resto del filme, es presencia que agita acciones permanentes y que, a su debido tiempo, signa la gravedad en el contenido del delito. El homicida, con 16 años, mata a su novia debido a que «no quería que otra persona más la tuviera». Es todo lo que sabemos del asesinato; se abren las puertas a lo relativo, cae lo absoluto, en tanto secuencia de normas morales inviolables; momento reflexivo que intenta extraer verdades de la experiencia.

La bella ciudad escena

A’la deberá definirse ante el dilema, pero la palabra del consejero no es suficiente, los otros también juegan. La participación dirime resultados, aunque siempre circunscriptos a reglas que, combinadas con intereses individuales, “aciertan” definiciones generadoras de acontecimientos diversos. No es simplemente un «aberrante caso de homicidio machista», sino un suceso que se presta al juego de intenciones a conveniencia, donde los afectos y emociones también juegan su papel sin necesidad de estricto arraigo en los valores preestablecidos, serán influencia diversa según el sentir y el pensar de cada quien. El momentáneo fluir de la exigencia denota la veleidosa circulación de un poder esquivo en permanencia; el precio de sangre, la intervención quirúrgica, el dolor del recuerdo y su «mitigación» en la «venganza», el espacio del amor, la inestabilidad de la carencia, establecen un «flexible» cerco a las decisiones humanas. Todo remite a un juego donde los límites se extienden o contraen según puntuales momentos signados por el dinero; su escasez promueve intenciones que desbaratan el respeto a las necesidades humanas en su faceta más espiritual, aunque no referida a cuestiones religiosas, sino inherentes al alma humana universal. Punto ante el cual la insatisfacción estrecha su mano a la obligación, el deber aterriza desde la decisión guiada en la tradición; momentos donde la conciencia debe aquietarse, pero dentro del margen de lo expresado por Farhadi cuando nos cuenta acerca de su interés en la valoración propia del espectador. La exclusión libera de recetas el drama, lo sumerge en una multiplicidad de opciones a considerar. Queda excluida la intencionalidad de aparatosos melodramas que pretendan captar la sensibilidad del espectador para direccionarlo hacia un punto amparado en lugares comunes esgrimidos desde la cultura.

Los espacios, derruidos y precarios, «degradan» la puesta en escena en un procedimiento necesario. La fragilidad sostiene derrotas y victorias transitorias; la clemencia, como posibilidad, transita por diversos momentos de desintegración y afianzamiento, finalmente, se transforma en botín por conveniencia. La puja entre intereses continúa, por momentos, aunque no siempre, aliada a buenas acciones. Es la complejidad de las relaciones humanas en todo su esplendor; lo bueno y lo malo barajados en acciones de los otros; no existen seguridades.

Farhadi nos brinda una visión profundamente humana, y hasta filosófica, del amor en diferentes versiones, con una fuerte impronta cultural islámica que, no por ello excluye la naturaleza humana en toda su extensión. La amistad, el amor de pareja, así como también de padres e hijos, son algunas de las cuestiones implicadas en este muy recomendable filme.

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Ficha técnica:

La bella ciudad  / The Beautiful City (Shah-re ziba),  Irán, 2004.

Dirección: Asghar Farhadi
Duración: 101 minutos
Guion: Asghar Farhadi
Producción: Neshane
Fotografía: Ali Loqmani
Música: Hamidreza Sadri
Reparto: Taraneh Aidoosti, Babak Ansari, Faramarz Gharibian, Ahu Kheradmand, Hossein Farzi-Zadeh

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