Críticas
¿Avanzamos?
La candidata perfecta
The Perfect Candidate. Haifaa Al-Mansour. Arabia Saudí, 2019.
Estamos ante una loable obra de la directora saudí Haifaa Al-Mansour, que ha conseguido en su último largometraje, La candidata perfecta, hablar de mujeres en una obra rodada en su país, e incluso financiada en parte por un fondo de procedencia también saudita. Ya tuvo una experiencia similar con su ópera prima, La bicicleta verde (Wadjda, 2012). Pero si en aquella ocasión se vio obligada a grabar en la clandestinidad, ocultando el equipo en la parte trasera de una furgoneta, ahora ha podido trabajar sin esconderse, en localizaciones diversas. Decíamos que la realizadora ha conseguido hacer una película sobre mujeres (del particular, ya expresaremos nuestra opinión más adelante); además, logra que todas o casi todas sus protagonistas sean féminas. Ello es así, si exceptuamos al padre de las tres hermanas que asumen los papeles principales, un progenitor que, por otra parte y junto con su troupe, interviene en realidad como simulacro de coro griego en la faena de dejar margen para asimilar cada uno de los giros de guion.
Haifaa Al-Mansour, en su compromiso con la lucha por la visibilidad de las mujeres tanto en la actualidad como históricamente, realizó la película Mary Shelley en 2017. En esa ocasión, rodando en Europa, se centró en la escritora y creadora de Frankenstein a principios del siglo XIX, hija, por otra parte, de la filósofa feminista Mary Wollstonecraft, autora de la obra Vindicación de los derechos de la mujer. Con La candidata perfecta, la directora se sitúa en su país, en la época actual, partiendo de una familia compuesta por los miembros ya mencionados, padre y tres hijas. Las hermanas son jóvenes: Maryam, Selma y Sara. Médica, fotógrafa y estudiante. Han sido educadas de una forma bastante liberal, dadas las circunstancias, y casi siempre, si de ellas dependía, han podido tomar sus propias decisiones. La película estuvo en las selecciones oficiales a competición de los últimos festivales de Venecia y Toronto. Ante la crisis sanitaria mundial, que ha obligado que el paso del filme por las salas comerciales haya sido interrumpido, se ha estrenado en la plataforma Filmin, sin esperar los plazos habituales.
Maryam, la “candidata perfecta”, está interpretada muy acertadamente por Mila Al Zahrani, en un proceso de lucha y asimilación. Encarna a una joven médica que trabaja en un centro de salud de una ciudad de Arabia Saudí. Las condiciones del establecimiento sanitario se encuentran muy lejos de la excelencia. Además de contar con escasos medios materiales y personales, el acceso al mismo resulta intolerable: a un lugar de urgencias permanentes se llega a través de un camino sin asfaltar que permanece embarrado de forma continua, lo que dificulta sobremanera la entrada de vehículos y pacientes. Las quejas de Maryam para su reparación caen en saco roto. Un día, cansada del lugar de trabajo (pretende aspirar a un puesto mejor) y de sus circunstancias, decide presentarse a la Alcaldía. Un único objetivo: el asfaltado de la carretera de acceso al consultorio.
Con este argumento de partida, vamos a recorrer distintos momentos de la cotidianidad en el país. Y observamos, atónitos pero no sorprendidos, que las mujeres van tapadas hasta las cejas y se visten con túnicas negras cual cucarachas. Eso sí, ya pueden conducir automóviles (una permisividad muy reciente) e incluso pueden votar (desde 2011). Pero siempre deben estar bajo la tutela de un hombre (su “guardián legal”). Por fortuna, unas leyes de custodia que van abriendo su mano muy lentamente. Entre las contingencias que ensamblan el largometraje de Haifaa Al-Mansour, se encuentra una de las normas que dejaron de estar en vigor durante el rodaje del filme: la necesidad del permiso del guardián para poder viajar al extranjero. Pero siguen las segregaciones por sexo en espacios públicos, lo que incluye mesas de restaurantes, salas de espera diferenciadas o escuelas y gimnasios separados por sexos. Hasta hace poco, las mujeres solo podían estudiar las carreras de Magisterio y Medicina. Y los motivos son obvios: esa enseñanza desglosada o la necesidad de contar con féminas para curar (imprescindible tocar) a las de su propio género. Sí, evidente, cuando hombres y mujeres no pueden hablar entre sí, a no ser que sean parientes. Al menos, las mujeres están autorizadas para prescindir a voluntad del nicab, la pieza de tela que cubre sus caras, excepto los ojos. Pero eso, si la interesada es capaz de soportar el peso de la comunidad.
En toda esa amalgama de disposiciones infames, nos imbuimos con La candidata perfecta en ambientes extraños para un occidental. Viajes imposibles, bodas con invitadas femeninas en exclusiva que se cubren cuando aparece el novio, auditorios separados por sexos (una escena alucinante, cuando el negro de ellas se apodera de la mitad de la imagen, mientas se ríe en un espectáculo y nosotros nos retrotraemos a tragedias tintadas de ese color). También conferencias que han de realizarse con la mujer escondida en una carpa anexa al recinto en donde hombres escépticos esperan sin demasiado interés en escuchar. O enfermos que se niegan a ser tratados por profesionales médicos del sexo femenino, no vayan a quedar impuros. La realizadora se mueve con habilidad en todos esos escenarios, quizás con el propósito doble de mostrar, además de escabullirse ante previsibles censuras.
Ya hemos indicado que nuestra candidata, lo que pretende con el acceso a la alcaldía de su ciudad es que asfalten la carretera; ninguna reivindicación encontramos acerca de la situación de las mujeres, sobre su ostracismo, invisibilidad o incapacidad para desarrollarse personal e individualmente. ¿Alguna reclamación de derechos básicos en educación, igualdad o evolución autónoma? Nada de todo ello. Queremos asfaltar la carretera, eso es. Tampoco se esperarían mayores ansias que más parques o jardines. Y ya verán que el final resulta muy paradójico, además de habernos dejado con cierta insatisfacción.
Decíamos que la realizadora saudí se movía con destreza: desde interiores a exteriores y viceversa. Y observamos que dentro de cuatro paredes, en las intimidades familiares, no sabríamos en qué país o continente situar a la película. Vestimentas cargadas de libertad y colorido, últimas tecnologías o casi, actitudes desenfadadas y ausencia de marcajes por género. Pero damos pasos hacia lugares públicos y únicamente vemos cucarachas y fantasmas, mujeres y hombres separados mental y físicamente, féminas ocupadas casi en exclusiva con las mayores trivialidades como desfiles en compañía o merendolas conjuntas. Sí, son islámicas, pero tienen móvil. Para todo; para evadirse, para holgazanear, para alejar el aburrimiento, para criticar, para expandir noticias y hasta para hacer avanzar campañas políticas. Y en su mayoría, están poco interesadas en los cambios sociales.
Con honestidad y la “mano de dios” encima, imaginamos, Haifaa Al-Mansour, en una sencilla y convencional puesta en escena, consigue sacar adelante una historia que avanza hacia lo que menos nos apetece. Pero la propuesta no deja de ser valiente, también oportuna. El ligero viento de apertura que se ha producido en el país asiático en los últimos años y se percibe en el filme no es suficiente, claro que no. En cualquier caso, el largometraje nos deja un sabor agridulce cuando, llegado un momento, parece que el mensaje es no salirse demasiado del tiesto. Las aventuras están bien, pero siempre que se vuelva al redil. ¿De verdad es lo que en realidad termina transmitiendo la obra? ¿Ustedes qué opinan? Nuestro ánimo se encuentra todavía en fase dubitativa.
Tráiler:
Ficha técnica:
La candidata perfecta (The Perfect Candidate), Arabia Saudí, 2019.Dirección: Haifaa Al-Mansour
Duración: 101 minutos
Guion: Haifaa Al-Mansour, Brad Niemann
Producción: Razor Film Produktion GmbH / Norddeutscher Rundfunk
Fotografía: Patrick Orth
Música: Volker Bertelmann
Reparto: Mila Al Zahrani, Nora Al Awadh, Dae Al Hilali, Khalid Abdulraheem, Shafi Alharthy, Tareq Al Khaldi, Khadeeja Mua'th
Muy buena explicación de la película, disfruté leer este artículo de principio a fin.