Críticas
Maestría
La cosa
Otros títulos: El enigma de otro mundo.
The Thing. John Carpenter. EUA, 1982.
Las obras maestras son numéricamente pocas. Es una cuestión de carácter lógico, ya que cada una necesita tiempo y esfuerzo para ser producida. Piénsese en Kubrik y el diminuto total de sus películas, lo cual nada significa si de la calidad de cada una de sus películas hablamos. Sin embargo, hay autores que producen cierto número bastante alto (o tan solo “normal”, signifique esta palabra lo que signifique) dentro del cual se encuentra una serie de productos que ya forman parte de la historia quizás no del cine pero sí de su género. Y, dentro del conjunto de obras de alta calidad, en las que se vislumbra una serie de elementos que se repiten (demostración de que el autor está intentando construir un diálogo con el público para mostrar su punto de vista), a veces hay un producto que resulta ser no solo de buena hechura, sino que llega a ser una obra maestra. Y es que, a veces, filmes de este tipo parecen nacer en el momento errado y sufrir así –injustamente– un fracaso tanto de público como de crítica.
La cuestión de La cosa de Carpenter es emblemática. Una obra de primer nivel, una joya narrativa con una dirección increíble, unos actores perfectos y una sensación global de terror a lo Lovecraft, todo esto pareció no bastar para salvar el producto fílmico de un rotundo fracaso cuando se presentó en las salas de los cines mundiales de hace algunas décadas. Se dice –más cotilleo que realidad– que el problema era que en aquella época la gente se había acostumbrado a ver extraterrestres dulces y cariñosos, como el de Spielberg, lo cual decretó que el miedo de Carpenter y su terror cósmico (y, por supuesto, su body horror) no pudiesen ser aceptados, tanto psicológica como culturalmente, por el gran público. El hecho de que esta obra haya ido aumentando el número de sus aficionados se debe entonces a los cambios sociales, a una variación en la manera de aceptar y analizar obras de este tipo (oscuras, depresivas, paranoides), algo que se vio ayudado también por el hecho de estar disponible en formato VHS. Y es quizás esta la razón de una resurrección de este tipo, ya que la posibilidad de dejarse llevar hacia el frío de los polos sin dejar nuestra propia casa, durante las horas de la noche, le permite a la pandilla de científicos, y no solo eso, acercarse más a nuestros miedos.
Unos miedos, que claro resulte, que provienen de una situación de malestar cósmico que abre paso a un mundo y a un universo que es un abismo en el cual todo intenta matarnos. Y, una vez que lo controlemos bien, este miedo tiene su raíz psicológica en el hecho de que el extraterrestre no quiere matar porque es naturalmente malo, sino que su lucha es por la supervivencia. La visión lovecraftiana, entonces, funciona perfectamente como demostración de que estamos ante un universo que no nos ve como el punto fundamental de todo proceso evolutivo, sino que, como Darwin explicaba en su libro, la naturaleza (no solo de nuestra tierra sino de todo el universo) está en una perenne lucha en la que cada especie intenta sobrevivir, también cuando su vida implica la muerte y la destrucción de otras. ¿Y no es, efectivamente, lo que el ser humano hace cuando camina por la calle y aplasta una hormiga, o cuando cría animales para después comérselos?
La cosa es una obra fundamental del cine de género (de este género, el de ciencia ficción y de horror), y resulta ser de gran profundidad en lo que a la cuestión del valor narrativo se refiere. Su estructura es perfecta, con un final que deja poca esperanza y, al mismo tiempo, que nos empuja a ver el mundo que nos rodea como amenaza; y, efectivamente, es también una lección sobre la diferencia entre la sociedad humana, con sus construcciones reales a las que llamamos aldeas y ciudades, en las que teóricamente estamos a salvo, y la infinitud del espacio, la “real realidad” de lo que está fuera para nosotros pero que representa lo que efectivamente es. Seríamos nosotros, entonces, los que estamos al borde de lo normal, de aquella realidad de supervivencia y de lucha entre especies. La sensación de malestar que nos propone Carpenter, un malestar tanto emotivo como efectivamente racional, no es algo fácil de alcanzar, y es demostración de que, además de estar ante una lección sobre el punto de vista del director (por lo menos narrativamente), lo que estamos viendo es algo capaz de suscitar en cada uno de nosotros emociones primordiales.
Ficha técnica:
La cosa / El enigma de otro mundo (The Thing), EUA, 1982.Dirección: John Carpenter
Duración: 109 minutos
Guion: Bill Lancaster
Producción: David Foster, Lawrence Turman
Fotografía: Dean Cundey
Música: Ennio Morricone
Reparto: Kurt Russell, Wilford Brimley, T.K. Carter, David Clennon, Keith David, Richard Dysart, Charles Hallahan, Peter Maloney, Richard Masur, Donald Moffat, Joel Polis, Thomas Waites