Reseñas de festivales
La danza de la realidad
Hablar del cine de Alejandro Jodorowsky es como hacer un viaje al subconsciente, en donde realmente cualquier cosa es posible en la pantalla. Esta vez, después de más de veinte años sin dirigir, regresa el realizador chileno con una película autobiográfica, titulada La danza de la realidad, basada en su novela homónima, en donde sus tres hijos han participado en todas las áreas (producción, música e interpretación, entre otros).
Como en cada cinta de este autor, en esta también hay poesía, evocaciones estéticas y oníricas, “freaks”, psicomagia, rituales, reflexiones y todo el misticismo que Jodorowsky insiste en mostrar en pantalla como una forma de catarsis para el espectador.
En Cannes fue exhibida junto al documental Jorodowsky’s Dune (Frank Pavich, 2013), por lo que parece que el director está en su mejor momento, gozando de una salud envidiable, con 84 años y un renacimiento en el ámbito cinematográfico que sólo le ha valido palmas.
En la película, su hijo Brontis representa a Jaime Jodorowsky, el padre del cineasta y ha sido filmada en su natal Tocopilla, Chile. Si bien es tan fantástica como sus anteriores películas, La danza de la realidad acerca al público a las primeras etapas de la vida del director, desde un plano irreal, pero comprensible y entrañable. Es posible identificar las emociones del personaje; las posibilidades de creer en sus formas de solucionar los problemas y sanar las emociones parecen tan reales y tan mágicas, que la psicomagia se ve aún más cercana que antes.
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