Reseñas de festivales
La invisible
¿Qué harías si, estando subido a un tren, de repente te das cuenta de que vas en sentido contrario? Puedes bajarte en la próxima estación y cambiar el sentido de la marcha, o bien improvisar llegando hasta el final del trayecto y cambiar de camino, o como medida extrema, existe la opción de abrir la ventana del vagón y tirarte en marcha, como hace Phine, como paralelismo del transcurrir de su vida. Ella es estudiante de arte dramático, a pesar de sus barreras aparentes para triunfar en el mundo de la interpretación, se verá como protagonista de una obra de teatro para estudiantes, en manos de un famoso director. La preparación del personaje que deberá interpretar y los consejos que recibe del director de la obra abren en Phine multitud de puertas emocionales que la enfrentarán con la persona que es hasta ese momento. En su lucha por conseguir una meta se dará de bruces contra el muro de las limitaciones, ya sean estas psicológicas o en forma de carga familiar.
La invisible sufrió el infortunio de estrenarse en Alemania poco tiempo después de que lo hiciera Black Swan (Darren Aronofsky, 2010). Aunque es evidente que ninguna bebe de la otra, a veces la convivencia en cartelera de dos películas con temáticas parecidas disparan las sospechas en el espectador menos informado. La inevitable comparación entre ambas deja un rastro negativo sobre la estrenada en última posición. La invisible, aunque alabada por la crítica alemana frente a la cinta de Aronofsky, también tuvo sus detractores, sobre todo en medios cibernéticos, que la llegaron a calificar como la copia barata de Black Swan. Sin entrar a valorar cuál de los dos films goza de mejores cualidades o atrayentes cinematográficos, es más importante destacar que si bien en ambos existe una clara similitud entre las figuras protagónicas que luchan por conseguir los papeles de sus vidas y lastran una gran frustración proveniente del seno familiar, la óptica que aplican los realizadores son muy diferentes. Mientras Aronofsky profundiza en ese deterioro psicológico ante la presión, el estrés y la amenazante transformación de la personalidad, con un enfoque más efectista, Christian Schwochow centra su atención en un tratamiento más a ras de suelo con el punto de mira sobre el descubrimiento de una nueva personalidad más libre, tras el despojo de los traumas y culpas arrastrados desde la infancia, para dejar a un lado la ingenuidad sexual e iniciar un camino en el que tomar las riendas.
En estos momentos se está realizando en Buenos Aires el 12º Festival de Cine Alemán con una programación casi idéntica a la de Madrid.
Vi «La invisible» (no así Cisne negro) y el resultado fue bastante decepcionante: un film plagado de lugares comunes -chica medio freak que quiere ser actriz y que arrastra graves problemas familiares, ninguneada por todos, incluyendo su madre; director estrella alcohólico, egocéntrico, tiránico que le ofrece el papel de su vida a un precio demasiado alto-.
En fin, todo muy previsible y pretencioso, lejos de lo que nos tiene acostumbrados la cinematografía alemana.