Críticas

Bajo el influjo de Ingmar Bergman

La isla de Bergman

Bergman Island. Mia Hansen-Løve. Francia, 2021.

En el documental Trespassing Bergman (Descubriendo a Bergman, 2013, Jane Magnusson, Hynek Pallas) el aclamado director mexicano Alejandro González Iñárritu dice lo siguiente al pisar isla de Fårö: “Si el cine fuera una religión, esto sería la Meca, el Vaticano. Esto es el centro de todo”. El respeto y la devoción que el realizador sueco Ingmar Bergman ha desatado en la cultura cinéfila son innegables. Su legado alcanza una entidad casi divina y se constata en la historia como uno de los grandes directores del séptimo arte. El hecho de que Fårö sea considerada tierra sagrada es debido a que el prolífico director inmortalizó sus costas y paisajes en películas tan importantes como Persona (Persona, 1966) o Secretos de un matrimonio (Scener ur ett äktenskap, 1974). La directora Mia Hansen Løve hace bien en tomarse tantas molestias para mostrar al inicio del filme lo que hace falta para llegar a la isla. Avión, coche, ferri…Como si quisiera dejar claro que Bergman se instaló en un lugar inhóspito donde los haya para aislarse del mundo. Solo un turista decidido y con gran interés por el cine del realizador sabría situar Fårö en el mapa.

Una vez fallecido y, con los años, la isla se ha convertido en una especie de tierra de culto, como si de un parque temático se tratara, turistas y artistas de todo tipo acuden a la isla en busca de inspiración creativa, como si sus playas rocosas y ventiscas nórdicas trajeran consigo a las musas de la inspiración.  Este es el caso de los primeros y principales protagonistas, Chris y Toni, dos directores que conforman una pareja sentimental que aunque se quieren de forma demostrada también muestran diferencias creativas. Mientras Toni sobrelleva con cierto pasotismo todo el embrujo que Fårö pueda tener (logra escribir como si estuviese en su propia casa) Chris siente una presión fantasmagórica que se extiende entre los objetos de una casa y la vegetación que no cesa de ser sacudida por el viento. Estas dos posturas ante el mito quedan bien marcadas en una escena en la que acuden a una sala de proyección personal del director mientras se disponen a ver Gritos y susurros (Cries and Whispers, Viskningar och rop, 1972). Entre los tres asientos elegidos Chris siente pánico al escuchar decir que a su lado se sentaba Bergman a visionar sus películas preferidas, así que de inmediato y casi de un salto, se coloca en la butaca contigua a su marido, buscando así un cobijo más neutral y menos poderoso. Esa fascinación casi irracional que siente Chris se materializa en una actitud creativa paralizante que le impide escribir. Este es uno de los temas principales que Mia Hansen Løve intenta resolver mediante una desmitificación intelectual y educada; tratar al director no como a un Dios, sino como a un genio de un enorme talento con aciertos y desaciertos en su vida. Por lo tanto, la obra no es tratada aquí como un homenaje divino o una crítica destructiva, sino como una visión personal de la directora que conjuga la vida y obra del artista para mantener una reflexión objetiva.

Mientras Toni hace el turista y visita los lugares más emblemáticos de la isla con una guía experta, excursiones establecidas y unos cuantos fans asombrados por un árbol que quedaría en el negativo de alguna película (uno de ellos es el gran crítico español Jordi Costa), Chris decide hacerse su propia configuración de la isla, y de forma solitaria encuentra su propio significado de lo que Fårö puede llegar a significar para ella. Puede que ese distanciamiento con la mitificación le sirva, entre medias, para decidirse a escribir poco a poco y empezar a observar el entorno con cierto distanciamiento. Lo que surja de esas ideas será de gran interés para la directora, ya que a mitad del filme Chris le cuenta una pequeña idea a Toni mientras dan un prolongado paseo, y como por arte de magia, esa historia cobra vida hasta materializarse y superponerse a la inicial; la fantasía de Chris se expande por el Báltico y acontecemos a un nuevo relato en el que dos jóvenes que mantuvieron una relación pasada vuelven a reencontrarse en Fårö para la celebración de la boda de una amiga que tienen en común.

En esta segunda parte nace la idea de la metatextualidad desde una mirada muy personal sobre el proceso creativo de un autor, y mientras asistimos a un pequeño e intenso affaire de finales de verano, entendemos cómo funcionan los engranajes que dan vida a la imaginación. Esa fantasía que Chris impone en la isla contiene momentos mágicos y de gran sensibilidad, y aunque la solidez de una primera impresión nunca termina de ser contundente, la patina intelectual resta emotividad a sus nuevos protagonistas.

Debido al suceso de intentar encajar los personajes ficticios con los reales, el desvío final puede llegar a resultar algo extraño, de hecho, la historia en sí misma se mantiene inacabada, no hay un final narrativo para ambos relatos aunque sí estructural confluyente con la psicología de Chris. Después de tanto paseo, reflexión e inseguridad, ¿conseguirá descanso en la isla dominada por el espíritu del gran Ingmar Bergman?

Película de autoría imperante, inteligente en sus reflexiones pero singular en su resultado. Se mantiene reposada a lo largo de su metraje y su atrevimiento con la multiplicidad sale airosa debido a que detrás de la cámara hay una gran directora. Merece la pena, aunque después de unos días pensándola sigue dejándome en un limbo a la hora de decidirme.

 

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Ficha técnica:

La isla de Bergman (Bergman Island),  Francia, 2021.

Dirección: Mia Hansen-Løve
Duración: 112 min. minutos
Guion: Mia Hansen-Løve
Producción: Coproducción Francia-Alemania-Bélgica-Suecia; arte France Cinéma, CG Cinéma, Dauphin Films, Neue Bioskop Film, Piano Producciones, RT Features, Scope Pictures, Film Capital Stockholm, Plattform Produktion, Swedish Television
Fotografía: Denis Lenoir
Música: Raphael Hamburger
Reparto: Vicky Krieps, Tim Roth, Mia Wasikowska, Anders Danielsen Lie, Joel Spira, Oscar Reis, Jonas Larsson Grönström, Clara Strauch, Wouter Hendrickx, Gabe Klinger, Teodor Abreu, Felix Berg, Grace Delrue, Matthew Lessner, Kerstin Brunnberg

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