La llamada

El musical La llamada aterrizaba en el hall del madrileño teatro Lara  en el  año 2013. Tras el gran éxito de taquilla, los jóvenes directores Javier Calvo y Javier Ambrossi adaptaron  su libreto a la gran pantalla, reforzados por un potente reparto, estrenándose en el pasado Festival de San Sebastián.

La trama de La llamada puede ser tan inverosímil que fácilmente puede quedar en un sin sentido, pero, sorprendentemente y perdonen nuestro escepticismo, La llamada es un soplo de aire fresco en el género de la comedia en España. Sin duda, es un momento oportuno para lanzar una película así, con la generación millenial copando medios audiovisuales interactivos como YouTube o Instagram e influyendo en millones de usuarios pertenecientes a esta generación criada en la década de los años dos mil.  El consumo cultural ha cambiado, la música, la diversión y las relaciones han pasado a formar parte de una sociedad de consumo vertiginosa que convierte todo y a todos en objetos de usar y tirar.

Por otro lado, estamos ante una horneada de jóvenes talentosos que tienen mucho que decir, impetuosos y luchadores que persiguen sus metas, aunque estás sean, si se piensa detenidamente, absurdas. Pero, como reza uno de los números musicales estrella del filme, “lo hacemos y luego ya vemos». La filosofía que transmite La llamada es un canto a las pasiones, a los sueños y al amor, dirigido especialmente a un público joven y, por qué no, a los que añoren la impetuosidad de la inexperiencia.

Las dos actrices principales llenan la pantalla con sus buenas interpretaciones que, seguramente, les abrirá un importante camino en el cine español. Cabe mencionar que el rostro de Macarena García ilumina la pantalla, como ya hizo en Blancanieves, de Pablo Berger (2012).

Anna Castillo y Macarena García interpretan a Susana y María, dos chicas de diecisiete años que pasan el verano en el campamento cristiano La Brújula. Las dos son amantes del electrolatino y de la fiesta, soñando con formar parte de ese mundo y comenzar una carrera en la industria de la música. Dos monjas, Sor Milagros y Sor Bernarda pasarán un intenso fin de semana con las jóvenes, en el campamento, propiciando numerosos encuentros y desencuentros generacionales. El eje de la trama girará en torno a las apariciones que tiene María del mismísimo Dios cantándole Whitney Houston. A partir de este acontecimiento, las cuatro mujeres comenzarán una introspección que les llevará por diferentes caminos, guiándose por lo que les dicta su corazón.

La localización del campamento segoviano es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la puesta en escena, dotando de calidad cinematográfica una adaptación teatral limitada geográficamente. Se saca partido del entorno natural y la escenografía en los interiores se caracteriza por un tono pop y kitsch: La discoteca es improvisada en el interior de la cabaña, un luminoso del Papa o un Dios vestido de lentejuelas nos atrae y nos hace sonreír.

De los números musicales de Whitney Houston, interpretados por Richard Collins Moore, a la banda sonora original, compuesta por Alberto Jiménez, del grupo Miss Cafeína y destacando el tema principal para el filme del cantante Leiva, la música es un personaje más en La Llamada y el conductor de todos los milagros que suceden en el campamento.

La llamada pone en convivencia a tres mujeres con inseguridades, en camino a la madurez algunas o en el momento de recuperar ilusiones, otras, acordando con un público heterogéneo que puede disfrutar con el filme, reírse y, en definitiva, contagiarse de la ilusión que desprende. Una película sin ninguna pretensión más trascendental, religiosa o filosófica de la que pueda parecer a priori, resumiéndose en un musical de espíritu pop que aporta la mirada de las nuevas generaciones al cine español.