Críticas
Una vida de aventura
La llamada de lo salvaje
Otros títulos: El llamado salvaje.
The call of the wild. Chris Sanders. EUA, 2020.
A lo largo de la historia del cine, las películas que han tenido a animales como protagonistas han sido muy numerosas, aunque generalmente las asociemos a historias de aventura infantiles. Beethoven, Lassie, Willy, Chatrán, Babe, Marley y hasta el gato callejero llamado Bob son todos protagonistas antológicos del cine que podemos reconocer casi automáticamente, recordando hasta su raza y color. ¿Quién no ve un perro Collie sin poder evitar llamarlo “Lassie”? Quién no ve a estas alturas a un gato “dorado” o «naranja” y no puede evitar llamarlo “Chatrán”? Así es como identificamos, incluso, a ciertos animales más extravagantes por su nombre “artístico”, siendo que si vemos a un erizo podemos llegar a llamarlo “Sonic”, o a un perezoso, “Sid”. Hoy escribiré sobre Buck, el actor principal de La llamada de lo salvaje, en la que, si bien se anuncia a Harrison Ford, todos los laureles se los lleva este simpático perro, una cruza entre San Bernardo y Collie escocés muy particular (además de enorme) que, curiosamente, es una creación enteramente hecha a través de un ordenador.
A comienzos del siglo XX, el escritor norteamericano Jack London publicó una novela muy famosa llamada La llamada de lo salvaje, que básicamente cuenta todas las peripecias que vive un perro que es despojado de su apacible vida con una familia acomodada de California y llevado al hostil Yukon canadiense. Un poco más de tres décadas después (más precisamente, en 1935) tuvo su primera versión cinematográfica, protagonizada por Clark Gable, Loretta Young y dirigida por William Wellman. En 1972 llegó su remake, dirigida por Ken Annakin y protagonizada por Charlton Heston, mientras que en 1997 se estrenó la versión encarnada por Richard Dreyfuss y realizada por Peter Svatek.
Para esta re-re-remake, Chris Sanders y Michael Green le dan el protagonismo pleno a Buck, beneficiados por un trabajo sublime de digitalización de los animales y las libertades que este aspecto les supone. Green busca encarar la historia desde un hecho pequeño que se convierte en un punto de inflexión para el destino de vida del perro, que luego se ve envuelto en la carrera hostil por la búsqueda de oro en el Yukón canadiense, donde las temperaturas extremas requerían de animales fuertes para tirar de los trineos a lo largo de vastas zonas nevadas. El segundo acto, en el que vemos todo el progreso que experimenta Buck ante tamaña adversidad, la tensión no disminuye en ningún momento, ya que Green se encargó de encadenar muy bien las causas y efectos de los vaivenes en su desafortunada vida. También vale aclarar que esta versión es mucho más fiel a la novela que su antecesora de 1935, respetando a casi todos los personajes y el desarrollo dramático.
El protagonista humano de esta historia es Harrison Ford, que aporta su gran experiencia para crear un personaje mucho más alejado del Jack Thornton de Clark Gable. En este caso, Ford se convierte en un hombre sabio que busca paz en su vida y encuentra en Buck a su compañero… pero no quiero decirles mucho más porque esto ocurre promediando el film. Si bien Thornton y Buck entablan su amistad hacia mitad de la película, ambos se encuentran previamente, donde van forjando su futura relación. El villano de la novela es Hal, interpretado por Dan Stevens, quien decide darle un aire más caricaturesco a su personaje, recordándome sinceramente a los ladrones de Solo en Casa (Home Alone, Chris Columbus, 1990). Los carteros Françoise y Perrault son encarnados por Cara Gee y Omar Sy, respectivamente, y son quienes entrenan a Buck para ser perro de trineo, también logrando conectar con el can protagonista de una manera amistosa.
A todos estos puntos a favor le tenemos que agregar que el director de fotografía no es ni más ni menos que el polaco Janusz Kaminski, quien ha trabajado en películas increíbles como La lista de Schindler (Schindler´s List, Steven Spielberg, 1993) y Salvar al soldado Ryan (Saving Private Ryan, Spielberg, 1998). Sus trabajos son dignos de escuela de cine y en La llamada de lo salvaje, su categoría se ve al momento de graficar la inmensidad del contexto, su hostilidad, pero también podemos apreciar un cambio radical en la coloración de la imagen, especialmente en el inicio y el final, que denotan claramente la intención de Kaminski al retratar el destino del pobre Buck.
Como ya señalé anteriormente, el trabajo de digitalización de los animales es, según mi punto de vista, uno de los fuertes de La llamada de lo salvaje, algo que realmente impresiona. Entiendo que hubo una corriente de críticos y espectadores que se encargaron de defenestrar este aspecto del film por tratarse de irrealista… Pero a mí me pareció lo opuesto, y si no ocurriera que los animales hacen cosas que sí, son irreales, no nos daríamos cuenta de que se trata de que los mismos fueron digitalizados. ¿Es un error, afecta mucho al desarrollo de la trama? Por el contrario. Es cine y se está contando la aventura de un perro, al que a su vez se lo está humanizando… no pidamos que todo sea completamente «real».
La llamada de lo salvaje es un film entretenido, que nos deja una historia de superación personal (aunque se trate de un animal), manejando muy bien los puntos de inflexión para darle tenor a los momentos más álgidos, todo ello con un trabajo de CGI espectacular. Para los que llegaron hasta aquí, y viendo que fue una pregunta que me hicieron mucho –como razón importante para no ver esta película- (advierto spoiler), Buck no muere al final. ¡Dicho esto… a disfrutar de esta película!
Ficha técnica:
La llamada de lo salvaje / El llamado salvaje (The call of the wild), EUA, 2020.Dirección: Chris Sanders
Duración: 100 minutos
Guion: Michael Green (adaptación), Jack London (basado en su novela)
Producción: 20th Century Studios, 3 Arts Entertainment
Fotografía: Janusz Kaminski
Música: John Powell
Reparto: Harrison Ford, Omar Sy, Karen Gillan, Dan Stevens
Aún no he visto esta versión del film, sin embargo, Buck fue mi inspiración para adentrarme en la lectura. Fue el primer libro que leí en la escuela. Había que elegir uno. yo elegí «El llamado de la selva» de Jack London, sin saber de literatura. Me llamó la atención su portada, donde aparecía Buck, un perro-lobo. Luego vino «El regreso» de James Oliver Curwood, cuyo protagonista es el perro Wapi. En fin, me leí la colección de minilibros Quimantú completa. Cuarenta y cinco años después, encontré «El llamado de la selva» en una feria de libros antiguos. Buck sigue estando presente.