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La Mesías

Póster de La MesíasNo sé muy bien qué decir de La Mesías (Javier Ambrossi, Javier Calvo, 2023). Llevo un buen rato a la búsqueda de las palabras exactas que definan la experiencia que ha sido el recorrido por los siete episodios de la serie, y todavía no estoy seguro de ser capaz de una traducción comprensible de la cantidad de matices y emociones diferentes que la propuesta de Ambrossi y Calvo ha lanzado contra mí. Hay posos de tristeza, de espanto incluso; de sorpresa, de algo entrañable y a la vez terrible. Un circo de fenómenos desoladoramente humano en forma de extraña tragicomedia que mezcla sin tapujos piezas de géneros diversos. Porque si algo se puede decir de La Mesías es que se trata de un ejercicio de libertad deslumbrante, alquimia de descaro y precisión maestra en el desconcertante revoltijo.

La realidad es, en ocasiones, tan abracadabrante como la ficción más sacada de quicio, así que los Javis (nombre con el que se conoce popularmente a la pareja de directores de esta locura en episodios) pusieron el ojo en el fenómeno mediático de la plataforma YouTube, el estridente grupo femenino de música religiosa Flos Mariae. Hace unos años, este pintoresco plantel de hermanas consiguió notoriedad gracias a las insólitas letras de sus canciones, la psicodelia de los videoclips (entre la inoperancia y el humor involuntario) y la curiosa mezcla entre la determinación de su fe y la falta de sentido del ridículo.

Aunque la historia de las hermanas Bellido Durán ya es bastante rocambolesca de por sí, a partir de esta anécdota Ambrossi y Calvo transforman el fenómeno local, tan propio de la España nostálgica y rancia, en una historia universal sobre el dolor, el trauma y el fanatismo. La fantasía terrible resultante agarra las pinceladas de la realidad justas y retoman su universo particular, en las fronteras de lo grotesco y lo cotidiano.

Montserrat, La Mesías

Hasta ahora, los Javis han tenido cierto gusto por los personajes límite, siempre en los márgenes confusos entre el drama impenitente y los toques de absurdo que replantean la definición de cómico. Lo histriónico entra en combinación brutal con la sobriedad que exige el sórdido entramado de situaciones y personajes, lo que se traduce en la especial forma de entender los ambientes, tan enredados como hipnóticos, que maneja el dúo de cineastas.

En La Mesías llevan este inconfundible estilo al paroxismo. La madurez con la que afrontan el reto de sumergirse en el turbulento abismo que rodea a la familia protagonista hace que todas las contradicciones que presenta el conjunto formen un todo embriagador, excéntrico, excesivo y perturbador. Han generado unas señas de identidad que se conforman en auténtico estilo en el fondo y forma de La Mesías, del delirio pop al retrato costumbrista, pasando por el análisis destructivo de conceptos sacrosantos como la familia o la sociedad del espectáculo. La Mesías es una locomotora que amenaza con descarrilar en cada decisión que plantea, pero sus autores muestran talento de equilibrista que mantiene el ritmo, la pegada y la garra desde la primera secuencia.

Son varios los frentes que abre y los géneros que abarca. Hay pinceladas incluso de terror o ciencia ficción, pero lo que marca el ritmo es el fabuloso manejo de la información presentado en tres líneas temporales que conforman la evolución de los personajes hasta el opresivo presente que los atenaza. La sensibilidad con la que se adentran en el mundo infantil no quita ni un ápice de dureza a la abrasiva mirada de la peor cara de los adultos y lo sencillo que resulta destruir una vida. El paseo por el trauma, la sanación del dolor al confrontar el pasado, la oscuridad que resulta de mirarse al espejo y no tener muy claro quién devuelve la mirada, son los fantasmas que afrontan los protagonistas, siempre bajo la inabarcable presencia de la madre, mujer rota que construyó el demencial refugio, físico y mental, del que los hermanos protagonistas jamás salieron del todo.

Las hermanas protagonistas de La Mesías

Y es que todo gira alrededor de Montserrat, esta madre que desfigura el amor en obsesión malsana, interpretada por tres actrices en estado de gracia que representan tres momentos muy distintos y significativos de su vida. Actrices que encuentran los matices que dan sentido a la evolución del horror en cada segmento, y al mismo tiempo construyen un todo fantástico y espantoso: en gestos y miradas, en sonrisas malévolas y frases lapidarias, que se pone sobre los hombros la narración al completo. De auténtico aplauso.

Los directores alcanzan la entrega absoluta del plantel actoral, rendido a esta historia sobre monstruos muy reales, sobre las cicatrices que deja el miedo, sobre la rabia, el amor distorsionado mutado en veneno para el alma, la fe y el fanatismo como huida hacia adelante cuando el mundo pierde sentido. Sobre incendios interiores que arrasan con la inocencia. Con momentos de ternura que contrastan con relatos desgarradores; de reconciliación y de odio, de valentía y derrota, como si todos los contrarios colisionasen en las intenciones de La Mesías. En todo caso, al final, después de todo, hay sitio para la esperanza.

La Mesías tiene todos los galones para que se la recuerde como la serie española de este 2023, por valiente, audaz, desacomplejada, libre y arrolladora. El universo planteado por Ambrossi y Calvo gana enteros con cada idea de esta pareja de descarados cineastas, que se están ganando con cada experimento el apelativo de visionarios. Hasta ahora siempre había encontrado peros en sus producciones, pero con La Mesías me han dejado sin palabras, emocionado y en conmoción al mismo tiempo. El cine, al final, son sensaciones, y La Mesías me las ha servido sin destilar.

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