Críticas
Las absurdas muestras cotidianas
La pasión de Gabriel
Luis Alberto Restrepo. Colombia, 2009.
El servicio comunitario es una bella tarea, una actividad necesaria en todo el mundo, pero especialmente en los pequeños pueblos olvidados de la inmensa Colombia. Se destacan en el servicio ciertas profesiones, orientadas directamente a estas tareas. Tal es el caso de los maestros, de los curas, de las autoridades. Desafortunadamente, con frecuencia las ambiciones, la búsqueda del poder, la ignorancia misma y la falta de cultura y de educación se atraviesan en la ruta del servidor, distorsionando sus altas miras o haciendo muy difícil su entrega comunitaria.
Es en este ambiente que se desarrolla la bella película La pasión de Gabriel. Gabriel es el cura de un pueblo perdido en las montañas de la zona cafetera colombiana, azotado por el abandono, controlado a veces por los señores de la triste guerra nacional que deciden arbitrariamente, sin participación ni compasión, sobre el bien y el mal; a veces por la indolencia y el chismorreo de sus habitantes; a veces por la arbitrariedad y la mediocridad de las autoridades. Pero detrás de esa espesa y abrumadora vorágine, subyace la esperanza. Ella se refleja en héroes anónimos que creen en la juventud, que comparten y que siembran esperanza y futuro; que construyen puentes y proponen planes. Gabriel es uno de esos tipos, comprometido a fondo con la vida, viviendo a plenitud cada instante. Es un hombre alto, corpulento, bonachón, que disfruta del aire y del agua, atrevido, valiente. Tiene una visión curiosa, es un enamorado de las mujeres, incapaz de controlar sus pasiones, convencido de que no hay nada malo al combinar el sexo con la predicación y el pastoreo de sus feligreses.
Naturalmente que esta imagen de un cura medio licencioso tiende a oscurecer el sentido profundo de la vida de este personaje, pero la película tiene un buen diseño que permite que el espectador abierto se aproxime al hombre, al que se entrega desmedidamente, al que vive apasionadamente. El director Restrepo, también guionista, nos va llevando de excursión por el alma de Gabriel, inquieta, aventurera, soñadora, risueña, romántica, valiente. En este viaje hay dos personajes fundamentales, la directora del colegio y su esposo, maestros de la empatía, con acceso directo al sentir de los demás. Es en este sentido que se comunica la esperanza: si en esos pueblos olvidados hay maestros de tal categoría, el futuro está asegurado, no importa que esté acrisolado por el sufrimiento.
¿Cómo es la vida en un pueblo montañero de Colombia? La película se aproxima en verdad: vías de comunicación por abrir, las poblaciones aisladas por ríos impetuosos que transcurren por profundas cañadas, con alguno que otro puente, siempre en construcción. Caminos pantanosos y empinados. Verdes montañas que se imponen y dominan el horizonte, cuyas cimas no siempre se pueden visitar con visión de caminante que quiere experiencias espirituales, dominadas con frecuencia por guerrilleros y bandidos. Jóvenes que se quieren educar, pero que transitan por el borde del precipicio, acosados por la falta de oportunidades, que pueden terminar como carne de cañón de los señores de la guerra, siempre necesitados de sangre fresca. Casas sencillas de pueblo, cuyas personas están atadas por antiguas animosidades o enredadas por los miedos, la chismografía o la superficialidad. Y la belleza por todas partes: mujeres hermosas, flores de todos los colores, árboles altivos, aguas rumorosas, cielos variopintos, caras expresivas, gestos que invitan, palabras inteligentes y dichos creativos, jóvenes idealistas y un cura que sueña con un mundo mejor.
¿Cómo transcurre la filmación de una historia como esta? El director la llevó a cabo en un pueblecito real del departamento de Risaralda. Fue hecha con medios relativamente modestos y estuvo sujeta a las inclemencias del clima lluvioso, que puso en peligro todos los planes de trabajo. Quizás por ello el agua es protagonista muy importante. La secuencia inicial, que es realmente poética y transcurre en medio de los chorros de la quebrada del pueblo, es una escena de bautismo popular a modo casi bautista, en la cual el cura se identifica con el agua, fuente de vida y de frescura. Hacia el final, Gabriel regresa al agua, se deja llevar y refrescar, para recuperar su aliento perdido, sin sospechar que en medio de sus sonidos cantarinos va a encontrarse en la encrucijada.
Las escenas de amor furtivo del cura con su sensual amante pueblerina confieren complejidad al personaje, en tantos aspectos comprometido y heroico, en ellas tan carnal y tentado como cualquiera. El mensaje del filme puede ser que el celibato sacerdotal es una atadura imposible para un hombre joven, romántico e idealista, sujeto de admiración para cualquier atractiva mujer de pueblo, donde no abundan personajes que den la talla. Por otra parte, no dejan de ser escenas que dan variedad y cierta poesía a La pasión de Gabriel, porque han sido realizadas con una mezcla de ternura y pasión erótica.
No ha de faltar el tratamiento de conflicto guerrero en una película colombiana centrada en el campo. Acá se muestran los dos lados de la dura moneda con la cual se han tenido que enfrentar las personas del campo; dos tipos de arbitrariedades oscilantes que generan vaivenes de muerte y de tristeza. Entonces aparecen dos senderos opuestos: El cura, los maestros, los estudiantes, muchas de las gentes del pueblo observan y esperan, con intranquila paciencia, a que los señores de la guerra se cansen de su absurdo juego; pero otros, menos idealistas y más maliciosos, agachan las cabezas y colaboran o, incluso, alimentan la discordia y planean oscuros intereses. Por el momento nada está totalmente resuelto, pero la vida sigue, más allá de las absurdas muertes cotidianas.
Tráiler:
Ficha técnica:
La pasión de Gabriel , Colombia, 2009.Dirección: Luis Alberto Restrepo
Guion: Luis Alberto Restrepo, Diego Vásquez
Producción: Alberto Amaya
Fotografía: Sergio García
Música: Sally Station
Reparto: Andrés Parra, María Cecilia Sánchez, Jorge Rodríguez, Isabel Gaona, Diego Vásquez Camayo, Hernán Méndez, Miguel Torres, Jimmy Vásquez, Álvaro Rodríguez
Creo que es la mas poética y realista de las películas colombianas. Es el dilema de nuestros campesinos en medio de su poca educación y el abandono del estado que solamente reprime y roba los recursos, es también el abandono y la falta de compromiso de la jerarquía de la iglesia con los curas verdaderamente con la enseñanza de cristo y no con sus intereses económicos y con el poder de los que gobiernan. !!Maravillosas la gran mayoría de las actuaciones y la dirección, pero especialmente las de Andrés y Magia Cecilia!!
Gracias por enriquecer la crítica con sus aportes
Nos deja ver muy bien lo que sucede y sucedió con el conflicto armado en el país,es una gran enseñanza de una persona con un gran espíritu de lucha ,que da todo de si,a pesar de las circunstancias que deja el miedo a un lado para luchar por lo que verdaderamente vale la pena ,esta producción colombiana es una de las mejores .nos permite conocer mas historia de nuestro de nuestros campesinos ,por que algo que si es muy seguro es que como nos dijo Confucio «Un pueblo que no conoce su historia esta condenado a repetirla»