Críticas
Las raíces del mal
La primera profecía
The First Omen. Arkasha Stevenson. EUA, 2024.
En 1976, Richard Donner dejó para el recuerdo una película referencial, reivindicada como clásico incontestable. No se quedó con la medalla de «de culto» que suele acompañar a las películas de terror cuando traspasan el nicho y sí que convencen a cierta crítica, reacia a admitir las bondades del género. En el caso de La Profecía ( The Omen Richard Donner, 1976), son pocas las voces discordantes que no elevan el horror infernal de la correrías del pequeño Damien a la categoría que se le niega con tanta vehemencia a otras cintas de terror.
Lo cierto es que se trata de una película de pulso incesante, atrevida y escabrosa en justo equilibrio con sus aspiraciones de llegar al gran público, además de conjugar con inteligencia el satanic panic tan propio de la época con el horror tabú de romper la inocencia idealizada de la infancia, encarnando el mal absoluto en las facciones del inofensivo, en apariencia, infante protagonista.
El éxito de Donner trajo como consecuencia una serie de secuelas bastante anodinas, por no decir terribles. El impacto inicial de la saga dio lugar al hastío y el cansancio, por la falta de ideas y porque los males que aterrorizaban al común de los mortales, pasados los años, poco tenían que ver con la intervención de entes demoníacos.
La vuelta a los orígenes, entonces, tiene mucho de arriesgado, y también de caída en la tradicional falta de ideas en Hollywood, que debe tirar por enésima vez de los éxitos del pasado, a ver si arrastra al espectador hacia la sala aunque sea por inercia. El truco de la precuela nos ha dejado, en general, obras intrascendentes que ni siquiera saben aprovechar el latido de la nostalgia, embarrando sin escrúpulos el recuerdo de las películas originales.
No es el caso de La primera profecía (The First Omen, 2024). Arkasha Stevenson rubrica una película que consigue reverenciar el filme primigenio de Donner y, al mismo tiempo, construye su propia voz, dota de identidad a su obra, mejorando (perdonen mi herejía) en algunos aspectos aquel impactante viaje a las tinieblas de los 70.
La acción nos sitúa en una convulsa Roma a mediados de los 70. Las protestas estudiantiles contrastan con la solemnidad de sus calles, tan llenas de pasado, y aturden a una joven novicia que acaba de llegar a Europa desde Estados Unidos. Se prepara para aceptar sus votos definitivos y encomendar su vida a Dios, aunque tiene por delante un extraño camino. El ambiente malsano del convento donde es aceptada, las dudas que se plantea al vivir por primera vez sola, la angustia que le produce su convulso pasado… todas las piezas colocan a la joven en una encrucijada dolorosa de confusión.
Por si esto fuera poco, cosas extrañas empiezan a ocurrir alrededor de una de las niñas del internado. Identificada con el trato que recibe por parte de las monjas y de las compañeras, la joven novicia intentará por todos los medios ayudar. La espiral enfermiza y malévola que la conduce a revelaciones demenciales se ha puesto en marcha.
Stevenson se marca un debut impresionante, en el que hay cuidado por los detalles y la pericia de alguien que no muestra dudas ante el reto de remozar la saga de La profecía. Para ser su primera película, la directora muestra la convicción de alguien que sabe muy bien qué quiere contar y, sobre todo, como contarlo. La ambientación funciona de manera magistral, basada en contrastes y un entorno visual de primer orden. La luz mortecina se hace protagonista, engulle la luz de esos momentos de intimidad y risas que dibujan el espejismo que se hace pedazos cuando la protagonista se adentra en la increíble verdad.
Planificación medida, fotografía fantasmagórica, banda sonora implementada de forma inteligente, tensión en constante crecimiento que juega habilidosa con las pausas; las armas que esgrime Stevenson para impactar en el espectador están afiladas y funcionan como conjunto macabro, contenido en las paredes de espacios opresivos que devienen en escenario de pesadilla con el paso del metraje.
Donner, en su profecía, apretaba el acelerador y apostaba por la peripecia del protagonista, obligado a mirar hacia el abismo. De la luminosidad de clase alta nos precipitaba a la noche de cementerios y verdades blasfemas, contrarios de luz que también vemos en La primera profecía. Pero Stevenson prefiere la calma, el paso lánguido por los silenciosos rincones del convento, las misteriosas calles de Roma nocturna, pequeños y sosegados pasos que prometen la antesala del infierno. El efecto es hipnótico, esencia de la película, que mezcla lo onírico con lo real, que nos hacen sentir el miedo de la protagonista como propio. Sin caer en los sustos baratos, la tensión se construye ladrillo a ladrillo.
En ese sentido, el entregado reparto tiene mucho que ver en la credibilidad de la propuesta. Neil Tiger Free se hace dueña de la historia gracias a un personaje con muchos matices que ella es capaz de llevar hacia la locura final con naturalidad pasmosa. La cándida novicia se ve atrapada en la tormenta de maldad y es la actriz la que maneja el huracán tanto en lo físico como en lo psicológico. De aplauso.
Arhasha Stevenson se descubre como una directora (y no solo de horror) hábil. intuitiva, atmosférica y talentosa. Los referentes de La primera profecía son de primer orden, con reminiscencias a Polansky, Brian de Palma, pasando por el inevitable Argento camuflado en esta Roma perversa, e incluso un fabuloso e incómodo homenaje al Andrzej Zulawski de La posesión. Con todo esto, Stevenson deja patente su estilo único, elegante, sensorial y detallado, traducido en este caso en un entorno sobrecogedor.
La primera profecía hace justicia al cine de terror, y deja claro que se puede hacer una gran película con los elementos habituales. No es especialmente original, e incluso su guion sería totalmente predecible (más teniendo en cuenta que es una precuela) si no fuese por el talento de la directora. Es la precuela que estábamos esperando. Es la peli de horror que los fanáticos del género nos merecemos. Es la obra que hará que hasta el mayor detractor de este tipo de cine tenga que reconocer lo evidente.
Eso es un triunfo.
Tráiler:
Ficha técnica:
La primera profecía (The First Omen), EUA, 2024.Dirección: Arkasha Stevenson
Duración: 120 minutos
Guion: Tim Smith, Arkasha Stevenson, Keith Thomas
Producción: Phantom Four Films, 20th Century Studios, Kiwii, Cattleya, Abbey Road Studios.
Fotografía: Aaron Morton
Música: Mark Korven
Reparto: Nell Tiger Free, Tawfeek Barhom, Sônia Braga, Ralph Ineson, Bill Nighy, Mia McGovern Zaini, Andrea Arcangeli, Anton Alexander