La Sustancia

El “body horror”, o en español el “horror corporal”, es una subcategoría del género de terror que ha tenido sus seguidores por años. Se dedica a lo que su nombre indica, generar la sensación de horror a través del cuerpo, sus deformaciones y alteraciones. Y generalmente, no es de las más queridas en el cine. Los zombis hacen parte de esta categoría llena de excesos, que fue utilizado por primera vez por el músico y escritor Philip Brophy en 1983, para hablar de cine, aunque en la literatura se encuentran ejemplos tan antiguos como Frankenstein de Mary Shelley, libro de 1818. La Sustancia (The Substance, 2024), la nueva cinta de la directora y libretista francesa Coralie Fargeat, clasifica en esta categoría, con su historia del famoso doble (o “doppelgänger”) que hemos visto mucho en la literatura, pero desde su visión feminista y adentrándose en el espinoso tema de la belleza. ¿Qué estamos dispuestos a sacrificar por rejuvenecer, por vivir más tiempo, por ser el objeto de deseo de tantos y tantas? Con estas preguntas tan básicas y atemporales, Fargeat logra una de las mejores cintas de 2024. Si se asquean con facilidad, vean esta película con cuidado. Quedan advertidos.

Elisabeth Sparkle (Demi Moore) está envejeciendo, como TODO EL MUNDO, pero a ella, por ser la imagen de un programa de ejercicios, la hacen sentir como si fuera lo peor, típico en ese mundo. Sparkle sufre un accidente y al salir de la clínica encuentra en el bolsillo de su abrigo una USB con el nombre “La Sustancia”, que le muestra un vídeo bastante provocador acerca de una inyección de ADN que puede crear una versión mejorada de ella misma.

Por supuesto, Elisabeth acepta el reto (sino no habría película), y eso ya lo sabemos desde el tráiler, no hay spoiler acá. Pero hay unas reglas muy específicas para seguir durante estos cambios, romperlas puede ser el comienzo del fin (que ni se imaginan) para Elisabeth y su “otro yo”, la despampanante Sue (Madeleine Quall). ¿Hasta qué punto llegarán estas mujeres por el éxito y la belleza?

Así es como empieza este extraño y alocado viaje en una cinta fantástica, donde el Doctor Jekyll y Mr. Hyde se convierten en dos mujeres ambiciosas e increíbles que son víctimas de los estereotipos estéticos y las exigencias masculinas, encarnados con la exageración adecuada de la farsa por Dennis Quaid. A pesar de ser mujeres exitosas y empoderadas, ellas mismas son conscientes de que la sociedad las sigue juzgando por cómo se ven y viven en un escrutinio constante, dicho por los propios personajes.

Demi Moore sigue tan hermosa y tremenda actriz como siempre, se le cree todo y es una dicha volverla a ver en la pantalla grande, creo que nunca la había visto tan increíble como ahora, ni siquiera en la recordada Ghost (Más Allá Del Amor) (Ghost, Jerry Zucker, 1990). ¿Quién mejor que Moore, que ha vivido bajo el escrutinio de los lentes del mundo y ha sido fuertemente criticada por cómo se ve? Recordemos la pasarela de Fendi de 2023, donde se veía “irreconocible” (según algunos críticos) por causa de las cirugías plásticas.

Margaret Qualley es una bomba, absolutamente espectacular y funciona como un gran contrapeso para Moore, el alter ego adecuado. Dennis Quaid es un villano detestable y muy real, increíble y hasta divertido. Y lo mejor de todo es Fargeat, que sabe perfectamente cómo vender su historia y qué planos usar, se nota su conocimiento del género, su visión clara y su estética provocadora.

Sus planos son amplios, llenos de color y profundidad que transmiten muchas sensaciones, desde soledad y ansiedad hasta terror, como sabía hacerlo el tan admirado Kubrick, especialmente en El Resplandor (The Shining, Stanley Kubrick, 1980). Esto lo contrasta la directora con primeros planos, detalles increíbles que involucran al espectador de cabeza, que junto con la música generan tensión e interés. Es imposible desconectarse de la pantalla en esta cinta. Las metáforas visuales son geniales, acá no hay sutilezas ni miedo, todo es provocación y salvajismo, lo grotesco y la sátira, la sangre que salpica a los espectadores, y su profunda crítica a envejecer nunca había sido tan clara.

Tampoco ofrece la solución a todos los problemas del sexismo, ni ahonda en profundidad en las situaciones que las mujeres todavía experimentan, es simplemente la visión de una realizadora que se llevó el premio a Mejor Guion en el Festival de Cine de Cannes 2024, que nos cuenta una historia necesaria y que sigue vigente, con escenas que vivirán en la mente de los espectadores y que nos repiten que el sexismo no ha desaparecido, por más revoluciones que estemos viviendo.

Los efectos especiales y el maquillaje con otros personajes, este es un trabajo del que depende una gran parte de la historia y la verosimilitud en este género. El resultado es impecable y escalofriante, las escenas de “body horror” son tan bien logradas que se sienten asquerosamente reales, no aptas para estómagos débiles. Sin duda, evoca a los clásicos del director canadiense David Cronenberg, un experto en el tema con obras como La Mosca (The Fly, 1986), Videodrome (1983) y Scanners (1981). Y por momentos me recordó a El Triángulo de la Tristeza (Triangle of Sadness, Ruben Östlund, 2022), otra cinta que disfruté profundamente por los extremos a los que nos llevaba, mientras mucha gente se salía de la sala, horrorizada por tanta “porquería”, recuerdo que decía alguien… En La Sustancia sucedió lo mismo en la sala en la que estaba, y con las mismas palabras.

Es claro que el “body horror” no es para todo el mundo. Pero sí deberían darle una oportunidad a esta cinta, la más sangrienta que ha pasado por las pantallas del Festival de Cannes y logró elevar las categorías más bajas y menospreciadas del terror a un nuevo estatus. Esperemos que no sea la primera de este estilo, y que esto reviva la carrera de Demi Moore en la pantalla grande, ya estaba haciendo falta.

Tráiler: