La terminal

Tan solo una pequeña estación de micros en La Falda, provincia de Córdoba, le basta al cineasta y docente Gustavo Fontán (La orilla que se abisma, El limonero real y El árbol) para captar la belleza de lo efímero en un espacio en constante transformación, que combina el transitar del movimiento fugaz de los pasajeros con el tiempo estancado de la espera.

El desafío ante aquello inadvertido por el entorno, y que puede resignificarse a través del cine, parece agudizar la mirada de un cineasta que potencia, en cada una de sus propuestas cinematográficas,  su rol de observador al servicio de lo real.

En su nuevo documental, elegido como película de apertura en la 23a. edición de la Muestra Internacional de Cine Documental DOC BuenosAires, los planos captan el devenir de los cuerpos que van y vienen en la estación terminal, como de aquellos que se encuentran o se despiden una y otra vez. El registro de esos rostros transitorios, a través de una cámara infiltrada y silenciosa, que espía detenidamente, parecen vagar como estelas a lo largo de un hangar solitario que los recibe y los traslada hacia otros destinos. También nos aporta la expresión de sus gestos. Algunos contienen la soledad de los nómades, el cansancio del laburante, la fatiga del viajero, la alegría de volver a casa o la tristeza insondable del que parte sin rumbo, dejando todo atrás. La estación no solo alberga seres que deambulan, sino que también contiene el murmullo constante de voces anónimas que se mezclan junto al sonido directo y mecánico de los colectivos,  del silbido de sus frenos y de la apertura rutinaria de sus puertas, que responden como un ciclo de idas y vueltas, llegadas y partidas.

Mientras vemos el funcionamiento cotidiano del lugar, y sin ningún tipo de intervención, las imágenes se completan con el relato en off de breves historias de amor y desamor de hombres y mujeres que pasaron por allí o, tal vez, se quedaron en la memoria del lugar. Los testimonios hablan de las huellas y las marcas que dejan los vínculos, de los hallazgos amorosos y de las pérdidas.

Como un rasgo autoral y característico de su filmografía, lo que más enriquece y potencia la película es la capacidad de Fontán para embellecer lo cotidiano, con las herramientas que el cine le aporta para aumentar su visibilidad. Así, la composición visual capta los efectos que produce la luz sobre los espacios y objetos que toca o atraviesa, caprichosamente, de día y de noche. El trabajo con la luz y la sombra capta su fugacidad, y se transforma en un rasgo estético que resignifica y embellece las imágenes.

Poética, contemplativa y armónica, La terminal expresa con sensibilidad y solidez otra forma de abordar lo real que lo destaca y aleja del tratamiento clásico y didáctico de muchos documentales. La propuesta de Gustavo Fontán, referente del cine documental argentino contemporáneo, invita al espectador a contemplar y descubrir la belleza de un lugar de paso.