Críticas
Deshacer los pasos andados
La visita
The Visit. M. Night Shyamalan. EUA, 2015.
Desde sus dos primeros y poco conocidos trabajos ─Praying with Anger (1992) y Los primeros amigos (1998)─ M.Night Shyamalan dejó bien establecidas sus constantes de interés, sobre las que ha ido construyendo toda su filmografía, por más dispares que hayan sido las tramas creadas. Sus temas subyacentes más importantes son el aislamiento, la incomunicación y los lazos familiares destruidos por desavenencias que transmutan en relaciones disfuncionales. Este último tema constituye la base que vertebra La visita, cuyo punto de partida entronca con la fractura de una relación paterno-filial. El personaje de la madre (Kathyn Hahn) abandonó el hogar donde vivía con sus padres con tan solo 18 años, tras una fuerte discusión. Desde entonces, no había vuelto a saber nada de sus progenitores, hasta que un buen día recibe un mensaje de ellos, a través de una red social, en el que le muestran su deseo por conocer a sus nietos. Becca (Olivia DeJonge) y Tyler (Ed Oxenbould), de quince y ocho años, aceptan la invitación y viajan hasta Pensilvania para pasar unos días con sus abuelos, unos auténticos desconocidos, de los que casi nada saben. Becca decide emprender la realización de un documental sobre este encuentro, con la intención de completar las piezas que le faltan del puzle, sobre los motivos y condicionantes del distanciamiento con su familia materna. Sin embargo, esto revocará de forma paralela e inevitable en el surgimiento de sentimientos de anhelo y frustración que ambos hermanos sufren en relación a la carencia emocional paterna. Durante los días en compañía de los abuelos saldrán a la luz ciertos descubrimientos que ni Tyler ni Becca esperaban encontrar.
Shyamalan regresa con La visita a la esencia de un cine de presupuesto mucho más modesto que el que había manejado, no solo en sus dos últimos filmes, sino en el resto de su filmografía, a excepción de su ópera prima. La deriva en la que Shyamalan se encontró tras la factura de Airbender, el último guerrero (2010) y After Earth (2013), supuso un pequeño y rotundo tropiezo dentro de su trayectoria, que detonó en el fracaso de crítica y público. La visita puede considerarse como una marcha atrás, un volver sobre los pasos andados, tras la desventura hollywoodense que viró el sentido de su filmografía, hacia la pérdida de las señas de identidad que le habían catapultado al éxito y le habían forjado un más que respetable lugar dentro del cine fantástico. En esta ocasión se ha unido a los productores de la saga de Paranormal Activity (Oren Peli, 2007), Insidious (James Wan, 2010) y otras muchas películas de género de terror. Los mismos supieron continuar el tirón comercial que iniciaron películas como El proyecto de la bruja de Blair (Daniel Myrick, Eduardo Sánchez,1999), al probar que los bajos presupuestos no son impedimento para jugar a mostrar aquello que más nos aterroriza: lo que no podemos ver.
Shyamalan no solo demuestra conocer a la perfección los mecanismos internos que operan dentro del subgénero de “metraje encontrado”, sino que también es consciente de su desgaste comercial. Su estrategia infiere en modificar la seriedad del enfoque y potenciar así una vis cómica que imprime al film desde el primer fotograma, al explorar ciertos matices paródicos, basados en las intrínsecas incongruencias y los estallidos dramáticos propios de esta narrativa. Un modus operandi que se balancea entre lo más simplista y lo exagerado, con la cámara casi en permanente punto de vista subjetivo, testigo prodigioso de todos los acontecimientos en derredor de los protagonistas. En combinación con el metraje encontrado, Shyamalan fusiona el género mockumentary e introduce entrevistas que Becca realiza para profundizar en los motivos de la ruptura familiar.
Existe un abandono de los largos planos y planificación meticulosa para acentuar una aparente aleatoriedad en la utilización de los recursos estilísticos, propios de la grabación cámara en mano. Cualidades como la imprevisión y la espontaneidad están fuertemente puntualizadas y aunque estos son factores absolutamente presentes en las tramas de Shyamalan, aquí además se integran en la dinámica del lenguaje audiovisual.
Esta mixtura de estilos que dejan a un lado la narrativa más clásica, abre la puerta a juegos de metacine, a través de los cuales se evidencia, de nuevo, ese afán de falsa imprevisibilidad, cuando Shyamalan, de la mano de la joven documentalista Becca, remarca la consciencia de la cámara. Esto se ve reflejado incluso en el guiño a la saga de Paranomal Activity que ha querido incluir, mediante un plano fijo que representa la grabación durante la noche, cuando la cámara se convierte en el único observador presencial de los inusuales comportamientos de los abuelos, derivados de los influjos nocturnos, mientras los nietos intentan dormir, para al día siguiente, visionar lo ocurrido a plena luz del día.
Uno de los puntos a favor de este tipo de narrativa es la utilización de los fuera de campo. A pesar del nerviosismo y actividad continua de los movimientos de cámara (nada erráticos), ese espacio que el espectador no alcanza a ver pero que sí presiente, al tener unas proporciones minúsculas, incrementa la creación de una atmósfera llena de tensión, que en esta ocasión, prescinde de elementos sobrenaturales o artificiales. Al igual que la magnífica cinta El bosque (2004), en la que la tensión dramática surge a partir de la idiosincrasia paranoica de los personajes, también aquí existe cierto grado de perturbación perceptiva que surge desde las falsas creencias e impresiones.
Por otro lado, Shyamalan ha querido conservar cierto clasicismo mediante la elección de los escenarios para crear un marco de terror terrenal. Espacios domésticos como un sótano, los pasillos entre habitaciones, un desván e incluso la cocina, donde elementos como el horno no solo sirve para dorar las galletas de la abuela.
La visita no es un film que pretenda aterrorizar. Es una comedia negra que contiene una radical y muy bien articulada combinación de tonos en los que la cinta se desdobla para limitar, de manera constante, los momentos de humor (entre lo naif y lo macabro) y las situaciones de suspense e intriga. Estas medias tintas recaen en una conclusión templada, que no consigue que el clímax desborde, como ocurría en su film más emblemático, El sexto sentido (1999).
La visita es un acercamiento inteligente, a la vez que prudente, a los trabajos representativos de la primera etapa de Shyamalan, casi un film redentor, en el que se entrevén las intenciones de recapitulación para volver a construir. El tiempo dirá si estamos ante un film bisagra, una pieza modesta, señuelo para recuperar la confianza perdida.
Tráiler:
Ficha técnica:
La visita (The Visit), EUA, 2015.Dirección: M. Night Shyamalan
Guion: M. Night Shyamalan
Producción: Blumhouse Productions / Blinding Edge Pictures
Fotografía: Maryse Alberti
Reparto: Olivia DeJonge, Ed Oxenbould, Deanna Dunagan, Peter McRobbie, Kathryn Hahn, Celia Keenan-Bolger, Samuel Stricklen, Patch Darragh