Críticas
El camino hacia la democracia
The Lady
Luc Besson. Francia, Reino Unido, 2011.
La libertad es un principio y derecho universal, por ello todos los seres humanos deberíamos poder vivir y gozar de ella. No obstante, la historia de la humanidad ha demostrado que civilizaciones enteras se han inclinado a coartar la libertad y a luchar por mantener el poder. De ahí que, durante siglos, las dictaduras, la opresión, la violencia y otras manifestaciones degenerativas de las sociedades sean parte fundamental de nuestra realidad.
Birmania es un país que –al igual que muchos otros- ha padecido los estragos de sus niveles de poder y mantuvo durante años un estado militarizado que minó la calidad de vida de su población. Esto la condujo a una crisis social que sólo encontró inspiración en la figura de Aung San Suu Kyi, hija de un líder de los años cuarenta, que luchó por la independencia de su país (antes vinculado al Reino Unido). Esta mujer, ganadora del Premio Nobel de la Paz en 1991, logró, con su ejemplo de paz, movilizar a todo un país y al mundo entero para lograr un cambio verdadero.
En 2011, a un año de su liberación, tras vivir en arraigo domiciliario desde 1988, el personaje de Suu Kyi sale a la luz pública a través de la última película de Luc Besson (El quinto elemento 1997, El profesional 1994): The Lady, que es un retrato del período en el que se le mantuvo encerrada en su propio hogar en Myanmar, mientras el mundo cambiaba y la mentalidad de sus dirigentes y la población se transformaba hacia un deseo de Democracia.
Si bien, las biopics siempre son tendenciosas y limitadas (con respecto al período de vida de reflejan), The Lady cumple el cometido, no sólo de cautivar a través de su personaje principal, sino de exponer brevemente el conflicto que latía y crecía en el país asiático.
Además de mostrar el problema como tal, Besson ha decidido inclinar su perspectiva a la encrucijada de Suu Kyi, que se debate entre el profundo amor que tiene por su familia y el inevitable destino que la vincula a la liberación del país por el que su padre luchó. Así, un mayor dramatismo se convierte en el eje medular de esta historia, que parte y concluye en lo social, pero que retrata la fortaleza de un ser humano.
La líder del movimiento democrático ha sido encarnada por Michelle Yeoh, quien no sólo mantiene el personaje a flote y lo conduce a buen término emocional durante toda la cinta, sino que además se parece físicamente, conservando casi fielmente la representación de Suu Kyi, además de la cautela con la que se han mostrado otros momentos de su vida, como la entrega del premio Nobel o las movilizaciones sociales.
Besson, que se había volcado más a otro tipo de cine en los últimos años (entre la fantasía y la ciencia ficción), sorprende con esta propuesta que está alejada de sus proyectos anteriores y es mucho más cercana a una visión de la realidad, que además retrata un momento histórico. El director francés explora la forma de mostrar un acontecimiento crudo, a través de los ojos de una mujer que ha encontrado la paz en su interior y la fortaleza en la esperanza de su pueblo.
Su cinematografía, dividida entre la frialdad de la soledad que genera la ausencia de Suu Kyi en su hogar londinense y la calidez del corazón de esta mujer por su nación, se ve en los azules gélidos y alejados y las flores amarillas en los atardeceres de violencia en Birmania.
Una continua contraposición de hermetismo inglés se ve interrumpido por la pasión ciega de los militares asiáticos, que viven en el descontrol y carecen de tacto para manejar la situación; se enfrentan a lo incierto de la fuerza de la paz que Suu Kyi emana con su andar cadencioso, su tocado floral en el cabello, su vestimenta suave y la seguridad de que su pueblo sabe que su mayor deseo es la libertad.
Sin tener que recurrir a la violencia explícita, y más bien volcado hacia la paz interior, Besson muestra, a través de sus imágenes, la paciencia del amor y sus frutos, ante el terrorismo que sale de las manos de los dirigentes de este país. Eso no exime al espectador de sentir el dolor de los habitantes de Myanmar ni de la desesperación de no saber qué pasará con su democracia, o a dónde conducirá el esmero de una mujer.
La devoción a un pueblo, la innegable mano del destino y el amor incondicional de la familia se vuelven los temas esenciales de esta cinta que regala esperanza para los seres humanos y que permite mirar un poco de la realidad (aunque sea ficción) de lo que pasa en algunos países del mundo, y que demuestan que es posible transformar nuestro mundo con fuerza de voluntad, paz en lo personal y la cooperación de toda la comunidad.
Ficha técnica:
The Lady , Francia, Reino Unido, 2011.Dirección: Luc Besson
Guion: Rebecca Frayn
Producción: Luc Besson, Andy Harries, Virginie Silla, Jean Todt
Fotografía: Thierry Arbogast
Música: Eric Serra
Reparto: Michelle Yeoh, David Thewlis, Benedict Wong.