Críticas
Por qué "Las altas presiones" debe ser considerada una de las mejores películas de 2014.
Las altas presiones
Ángel Santos. España, 2014.
Las altas presiones es una película de interiores, de personas que han nacido sin saber muy bien cuál es su función en la vida, que se han ido perdiendo en el camino. Es una mirada muy profunda hacia las miserias del ser humano, de una forma intimista, que contrasta con esos increíbles paisajes rodados en Galicia.
Miguel (Andrés Gertrudix) se encuentra desplazado en su tierra natal, aunque vive en Madrid. Allí busca localizaciones para una película que se va a rodar, aunque él no será el director. Esta vuelta a Galicia supone un reencuentro, no solo con gente de su pasado, sino también de sí mismo, como si el rumbo que hasta ahora ha tomado no hubiera sido el adecuado.
Así, vemos a Miguel, al inicio del film, que registra con su videocámara edificios en ruinas, estrella vajillas viejas que hay tiradas en el suelo contra las paredes. Es como si se hubiese quedado sin lugar, como si hubiese perdido sus oportunidades, sin saber muy bien qué hacer ahora.
En la película hay una cuestión formal, de estilo si se quiere, que define el buen gusto de Ángel Santos a la hora de resolver la problemática de determinadas escenas, definiendo así un estilo propio lleno de personalidad.
Se trata de dos casos que están resueltos mediante sendos planos secuencias, pero planificados y ejecutados de forma muy diferente, lo que demuestra cierta diversidad de recursos y, sobre todo, originalidad a la hora de hacer frente a los retos narrativos que se plantean a un cineasta.
El primer caso es el momento en que una banda toca una canción, mientras los jóvenes que asisten al concierto se entusiasman y la viven con intensidad. Esta secuencia está filmada con un travelling circular, que se convierte en un plano secuencia de casi tres minutos. La cámara da dos vueltas sobre sí misma, mostrando al grupo que toca y a la gente bailando. De este modo, sin necesidad de recurrir a cortes por montaje, ni a más de una cámara como otro recurso, mantiene el encanto y la belleza de ese momento.
El segundo caso es el momento en que pasean Mónica (Marta Pazos), la hermana de Paula (Diana Gómez) y Miguel, cuando están en la casa de Mónica. Se trata de un plano secuencia de poco más de cuatro minutos, dibujado con trazos de luz, planificación y contenido de la conversación que mantienen los dos personajes, cuyo conjunto recuerda al mejor Richard Linklater de Antes del anochecer.
Podría citarse, incluso, un tercer ejemplo. Se trata del uso de la elipsis. Y es el momento del encuentro entre Miguel y Alicia (Itsaso Arana), una joven enfermera que representa para Miguel la esperanza de iniciar una nueva relación. Alicia le acompaña a buscar localizaciones, entre las que encuentran un hotel como posible lugar de rodaje, terminando en una de sus habitaciones. La vemos a ella tumbada y estirada sobre la cama, mientras él mira a través de la ventana, y al darse la vuelta, abre su cámara y la filma. Tras un primer plano del rostro de ella, sin mostrar nada más, corta al siguiente plano en que ambos se marchan, previo paso por recepción.
Todo esto no hace más que definir el buen gusto por una puesta en escena sencilla y efectiva, pero muy cuidada y sugerente, para hablarnos de esas decisiones tomadas a destiempo, de la falta de confianza en uno mismo. Hay un momento en que Mónica, en otra conversación con Miguel, le dice que debe pensar menos y actuar más.
«Los caminos de Cezanne parece que no llevan a ningún lado, son siempre estáticos», dice el profesor al inicio, durante una clase a sus alumnos. Y esa es una de las ideas de este film, que nos habla del estatismo en que podemos llegar a caer, de la apatía que nos impide tomar decisiones adecuadas. Es más, ahonda en torno a esas decisiones que no tomamos en el pasado y que, adoptadas en el presente, nos dejan fuera de lugar.
Porque ese es el modo en que se encuentra Miguel, desubicado, abatido y decepcionado por la realidad que le rodea y que le ha tocado vivir. No ha sabido o no ha podido encontrar su lugar. Todo lo que hace parece hecho a destiempo. «Llegas un poco tarde, ¿no?», le dice Paula. «Siempre es tarde», le responde él. Da la impresión, incluso, de que le hubiese tocado vivir una época que no es la suya, convirtiéndose así en un alma errante.
Por último, la película habla también de ese vacío del que está lleno Miguel, tras perder a su pareja. Esto es algo que, por contraste, Santos nos muestra en varias ocasiones. El momento del baile en la casa de Mónica, cuando Miguel se queda solo sin bailar con nadie, o cuando está en su habitación y observa ese cuadro de Toulouse-Lautrec, La cama, con una mirada que se encuentra entre el anhelo, el deseo y la resignación de tener que aceptar su situación.
La segunda película de Ángel Santos debe ser considerada como una de las mejores de 2014. Se trata de un film que rebosa sinceridad, hecha sin pretensiones, pero no por ello deja de ser ambiciosa. A través de ella se filtra la vida, sin más.
Ficha técnica:
Las altas presiones , España, 2014.Dirección: Ángel Santos
Guion: Ángel Santos, Miguel Gil
Producción: Matriuska Producciones
Fotografía: Alberto Díaz Bertitxi
Música: Unicornibot
Reparto: Andrés Gertrúdix, Itsaso Arana, Diana Gómez, Juan Blanco, Marta Pazos, Hugo Torres, Xabier Deive, Fernando Epelde, Iván Marcos, Olalla Tesouro, Borja Fernández, Pablo Piñeiro, Bea Campos, Unicornibot
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