Críticas
De camino a la madurez
Las amigas de Àgata
Les amigues de l'Ágata. Marta Verheyen, Laura Rius, Alba Cros, Laia Alabart. España, 2015.
Estamos ante una interesante obra, que en un primer momento surgió como un trabajo final de grado de Comunicación Audiovisual, realizado por cuatro mujeres estudiantes de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, y que fue tomando forma con el apoyo de los profesores Isaki Lacuesta (realizador de películas como Los pasos dobles, del año 2011, o Murieron por encima de sus posibilidades, de 2015), Elías León Siminiani (autor del documental Mapa, 2012), y Gonzalo de Lucas (escritor, crítico y programador). Su realización fue posible en virtud de una campaña de micromecenazgo impulsada vía redes sociales (Verkami), y el resultado toma configuración como una propuesta muy atractiva y fresca, tanto en contenido como en forma. La autoría colectiva en el cine no suele ser muy habitual, más allá de las consabidas agrupaciones de hermanos, como los Coen, los Taviani o los Dardenne, y Las amigas de Àgata consigue que la visualicemos como un conjunto homogéneo, sin que chirríe ninguna singularidad en el producto global. Laia Alabart, Alba Cros, Laura Rius y Marta Verheyen parten de una idea, que probablemente por cercana en sus vidas, ha permitido que aporte desenvoltura y emoción a la obra.
Rodada en catalán, y con un metraje de apenas setenta minutos, el filme consigue acercarse, de forma muy natural y de apariencia sincera, a la evolución que experimenta una joven con el paso del colegio a la universidad, en lo que ello supone de cambios en mentalidad y relación con el entorno. Las personalidades de Àgata, la protagonista, y sus tres amigas de la infancia, Carla, Ari y Mar, son perfiladas mediante unas cuantas pinceladas, que se detienen en su forma de comportarse y en el diálogo que mantienen entre sí y con otros compañeros, no faltando entre ellas caracteres desenvueltos, cohibidos, introspectivos o dominantes, y seguridades aparentes que se refugian en la complicidad del grupo. Las cuatro mujeres son interpretadas por Elena Martín, Carla Linares, Marta Cañas y Victòria Serra, jóvenes que saben desprender en su actuación vitalidad y dinamismo. La evolución del personaje principal, Àgata (Elena Martín), está caracterizado con la sensación de una verdadera toma de conciencia por la desazón que va provocando el cambio de intereses, ese escozor profundo que no quiere causar daño a su entorno, que se va convirtiendo en opresivo y deja la impresión de falta de valentía por no encaminar la vida con las directrices que más apetecen, incrementado con la inquietud de que se está perdiendo el tiempo, y pasan los días de forma anodina por la repetición de situaciones y contactos que ya no satisfacen plenamente. Estamos ante una experiencia que, en su momento, resulta ciertamente traumática, de la que se suelen conservar pocos recuerdos con el transcurso de los años. La amistad juvenil y su desarrollo, con el cambio de inquietudes que despierta el descubrimiento de nuevos entornos, se erige en el motor básico del largometraje, y sigue un recorrido que se vislumbra en silencios y conversaciones, en relaciones íntimas y ausencias buscadas, para desembocar en un final que asemeja inteligente y consecuente con el pasado, el presente, y el futuro que se avecina.
Con una filmación que denota pocos medios materiales, estructurada físicamente en dos partes, una en la ciudad y otra en la costa, y sin recurrir a decorados, la cámara resulta muy incisiva en primeros planos, intentando desnudar con su objetivo el alma de las cuatro actrices, de Ágata y las tres amigas de infancia, y con ello dibujar sus respectivas personalidades, acompañado con el recurso de abundantes diálogos. Las escenas van transcurriendo de fiesta en fiesta, en general en habitáculos particulares, sin que falte el apoyo al consabido alcohol y tabaco. Frente a esos primeros planos, muchas veces nerviosos, producto del montaje y el movimiento de las actrices, se erigen paisajes majestuosos, elementos de la naturaleza como el cielo, el mar o la luna, que enseñan su cara salvaje en forma de nubes encapotadas, lluvia intensa o aguas embravecidas, cuando la situación y los sentimientos se tensan, y estos últimos afloran. La fotografía, por su parte, no duda en enturbiar la imagen, utilizando filtros, cuando el caos festivo y afectivo invade la vida de los personajes, o de abrir su objetivo en esas imágenes realistas de la naturaleza, con un faro utilizado de fondo, presintiendo la necesidad de guía.
El filme va transcurriendo sobre temas tan amplios como la evolución del ser humano, su independencia, la individualidad frente al borreguismo grupal, la apertura de miras ante mundos hasta entonces desconocidos, con protagonismo de las redes sociales que están dominando la vida de muchos ciudadanos, adolescentes, jóvenes, maduros o ancianos, forma de comunicarse que parece que se ha instalado definitivamente en el devenir colectivo. Las inseguridades de la edad acerca de lo que piensen o dejen de pensar los demás sobre uno mismo también están presentes, así como los desasosiegos, libertades o perjuicios personales en cuanto a la forma de relacionarse en los contactos sexuales. Tampoco faltan alusiones a la crisis económica, con el apremio de venta de segundas viviendas, o la necesidad que ha invadido a la juventud actual de traspasar fronteras, para iniciar o continuar con su camino de formación o profesión. El protagonismo absoluto de la película lo ostentan las jóvenes, sin que ni siquiera hagan su aparición el entorno familiar, instructivo o laboral, en forma de padres, profesores o jefes.
Y por último, una llamada de socorro: resulta injusto y caprichoso que en la mayoría de medios de comunicación, por economía, pereza o escasez de espacio, se haga alusión únicamente a la realizadora que tiene la suerte de iniciar su apellido al inicio del abecedario, a Laia Alabart, y se obvie la publicidad y el reconocimiento gráfico a las otras tres directoras, a Alba Cros, Laura Rius y a Marta Verheyen. Esa fortuna, por desgracia, no es baladí; puede que algún tribunal de oposiciones termine copando todas las plazas disponibles, cuando únicamente ha examinado hasta la letra “M”. Y si te apellidas Zorrilla o Zurita, vas apañado.
Tráiler:
Ficha técnica:
Las amigas de Àgata (Les amigues de l'Ágata), España, 2015.Dirección: Marta Verheyen, Laura Rius, Alba Cros, Laia Alabart
Guion: Marta Verheyen, Laura Rius, Alba Cros, Laia Alabart
Producción: Universidad Pompeu Fabra/Lastor Media
Fotografía: Marta Verheyen, Laura Rius, Alba Cros, Laia Alabart
Reparto: Elena Martín, Carla Linares, Marta Cañas, Victòria Serra
Muy buena para usarla en cine-foros con adolescentes como induccion al mundo universitario…el paso de escuela a la universidad.