Viñetas y celuloide
Las muchas caras de El Joker, parte 2
Bienvenidos de nuevo a este recorrido por alguno de los momentos clave en la historia de Joker, el habitante más terrorífico de Gotham City. En la anterior entrega nos quedamos a finales de la década de los 80, cuando en manos de Alan Moore este estrambótico asesino de masas encontraba un equilibrio como personaje que resultaría definitivo a la hora de encauzar la carrera criminal del rey payaso del crimen. Tanto era así, que el escritor británico redefinía incluso el pulso interno de su relación con Batman, que se convertiría en un oscuro abismo al que guionistas atrevidos han mirado de cuando en cuando para dar rienda suelta a la perturbada psique de ambos personajes. Pero, como hemos afirmado a lo largo de este recorrido, Joker es un psicópata con muchas caras. Hasta ahora, a pesar de los cambios de tono, el colorido asesino mantenía unas características más o menos prefijadas desde los años 70, pero con el lenguaje del cómic en constante revisión y con una evolución hacia la perspectiva adulta, los cambios en el devenir de Joker son un viaje sin retorno hacia la oscuridad del alma humana. Empecemos esta etapa con un interés poco conocido del payaso: la política.
El Joker y la política: ¡vota por mí o muere!
Estaba claro que, como buen psicópata sin ningún tipo de empatía por el sufrimiento humano, los caminos de Joker y los asuntos de estado se cruzarían en algún momento. En cuestiones de geopolítica, Joker encontró aliados bastante potentes para escurrir el bulto de sus crímenes, y localmente descubrió que una manera ideal para dar rienda suelta a su bajeza moral es encontrar un hueco en el senado. Vamos por partes.
El Joker alcanzó, nada más y nada menos, que el rango de diplomático y la inmunidad que ello conlleva, claro. Esto ocurrió gracias a la alianza de nuestro tarado favorito y el régimen de los ayatollah, con Khomeini a la cabeza. Todo un retruécano narrativo que se marcó el bueno de Jim Starlin, ayudado por el grandísimo trabajo a los lápices de Jim Aparo, otro de los grandes dibujantes de Batman.
Esta surrealista situación era consecuencia de la famosa saga Una Muerte en la Familia, que se saldó con el asesinato de Jason Todd, segundo Robin, que siempre fue un broncas de cuidado. De hecho, su muerte fue el resultado de un experimento por parte de DC, que dejó en manos de los lectores la vida o muerte de este personaje. Todd, que siempre cayó gordo a la comunidad fan, fue condenado a muerte en virtud de las llamas de teléfono a las líneas dispuestas por la editorial para este asunto. La gente es chunga.
Después del atentado contra la vida de Barbara Gordon que la postraba en una silla de ruedas, Joker segaba la vida de otro miembro de la Batfamila, certificando sus galones como máxima amenaza en la vida de Bruce Wayne y compañía, y algo más que un loco disfrazado con ganas de llamar la atención.
La segunda ocasión en la que vimos a Joker interesarse por los asuntos de estado fue en la magnífica serie Dark Detective, regreso por todo lo alto del dúo creativo formado por Steve Englehart y Marshall Rogers. Ya hablamos de la labor que desarrollaron en las páginas de Batman, importante para nuestro protagonista de hoy, que alcanzaba un tono que sería el camino a seguir en interpretaciones posteriores. Casi 30 años después de aquel feliz encuentro entre estos autores y el Caballero Oscuro, montaron una especie de secuela de aquellos imprescindibles números. Esto implicaba el regreso de nuestro asesino de masas, más desquiciado que nunca, y, cómo no, el de Silver St. Cloud, la única mujer que se ha acercado al corazón del hombre tras la máscara de Batman. A los ingredientes que funcionaron en los años 70, Englehart y Rogers introdujeron un punto de crudeza que los estándares de su primera época impedían. La relación entre Wayne y Silver es mucho más física que la presentada en el pasado, y Joker está desatado en sus fantasías homicidas. En esta historia, se postula como gobernador con un mensaje de campaña muy claro para los habitantes de Gotham: O votan por él o los mata a todos.
La tragedia es el tono dominante de este colofón magistral a la visión de Batman de estos dos autores, y el rey payaso se corona en cada una de sus apariciones. Sus monólogos son brillantes muestras de locura enfermiza, pero hay uno en el que queda clara la naturaleza de su eterno enfrentamiento con Batman: ” ¡Claro que intento matarlo! Porque es mi enemigo perfecto. Sin consiguiera matarlo, sería mi enemigo imperfecto. Y entonces… ¿A quién le importaría un bledo? Sólo a través de mi fracaso sé que soy taaaaaan perfecto”. Brillante. ¿Autojustificación de su eterna derrota? ¿La verdad oculta, en la que Joker podría matar a Batman cuando quisiese si no fuera por su perturbada forma de entender su enfrentamiento?
Bienvenidos a Arkham
En 1989, en plena Batmanía, DC apuesta el todo por el todo y se la juega con una novela gráfica que cambiaba las reglas del juego. Arkham Asylum se convertía en un éxito apabullante, que ponía en el punto de mira del cómic internacional a sus dos talentosos creadores. Grant Morrison ya había sorprendido a propios y extraños con su alucinógeno viaje al frente de Animal Man, y Dave McKean tenía un nombre gracias a sus colaboraciones con el primerizo Neil Gaiman. La mezcla de dos visiones tan particulares acerca del lenguaje del cómic dio como resultado una historia diferente y compleja, que después de tantos años de publicarse sigue generando fascinación y extrañeza a partes iguales. El asilo Arkham se transformaba en la cara inversa del País de las Maravillas de Alicia, y Batman se adentraba en una pesadilla física y psicológica, en la que ha de hacer frente a sus peores enemigos en su propio terreno y a los profundos miedos que habitan en su alma.
A medio camino entre la experimentación onírica y el estudio psicológico de personajes, en esta obra, Morrison abogaba por una perspectiva que ya se intuía en las entonces recientes interpretaciones de la mente de Batman: básicamente, está tan loco como sus enemigos, pero a diferencia de estos ha escogido el camino de la justicia (desde un prisma muy particular) para sublimar sus deseos de control. En cuanto a Joker, Morrison plantea una curiosa teoría para explicar su comportamiento. Según el genial escritor escocés, Joker ha desarrollado una especie de supraconciencia o supercordura, en la que los parámetros para describir la psique humana quedan cortos.
Joker sería incapaz de percibir la información que recibe del mundo exterior como un humano normal, y por lo tanto se deja llevar por ese flujo de datos de manera caótica. Eso explicaría su paso de un bufón inofensivo a un psicópata homicida, puesto que es incapaz de construir una personalidad verdadera. Morrison, de un plumazo, adapta con una teoría tan desquiciada la evolución del personaje, y es que la obsesión de Morrison por atar cabos en la continuidad de Batman sería la constante en su posterior y fructífera etapa al frente de las aventuras del murciélago, titánica tarea que situaba al Cruzado de la Capa en el siglo XXI.
El éxito de la novela gráfica propició, muchos años después de la publicación original de la obra, que el mundo del videojuego pusiese su mirada en el escabroso mundo del célebre sanatorio. Las posibilidades narrativas de las consolas de nueva generación abrieron la puerta a historias mucho complejas, en las que la «jugabilidad» es tan importante como la cohesión de la trama y la profundidad de la propuesta. El concepto alrededor de la locura de Amadeo Arkham representada en el tétrico edificio de sus antepasados tomó forma de videojuego de manera tan poderosa que Batman: Arkham Asylum se considera un antes y un después. Este juego hizo por el mundo de los superhéroes un trabajo parecido al que resultó de la trilogía de Nolan, demostrando que con conceptos, en teoría, tan simples y maniqueos se podía construir un mundo propio con implicaciones emocionales y narrativas de primer orden.
Entre los responsables del desarrollo de esta propuesta estuvo Paul Dini, un viejo conocido de la Batfamilia. Fue el encargado de dar forma a uno de los mejores proyectos relacionados con Batman, la fabulosa serie animada de principios de los 90. En aquella serie ya veíamos a un Joker completamente desequilibrado, auténtico peligro mortal impredecible por sus violentos cambios de humor. Doblado por Mark Hamill, Dini y sus compinches construyeron un personaje memorable, del que bebería mucho su traslado al mundo del videojuego. De aquella serie noventera surgió también Harley Quinn, la desquiciada obsesiva que tanto ha calado entre los fans. Luego hablaremos de Dini, Joker y Harley, pero antes, veamos cómo era aquel Joker virtual que vimos en las consolas y ordenadores de todo el mundo.
Dini nos regaló un Joker antológico, que era de lo mejor de la franquicia. Imagen de locura y maldad, detrás de todo el caos destructivo se intuye un plan criminal, que, efectivamente, es producto de este personaje dual y contradictorio que recordamos de la viñeta. Sin perder de vista el tono clásico del asesino despiadado, Joker en la saga Arkham es, desde mi punto de vista, la mejor reinterpretación del rey payaso que hemos visto fuera de los cómics de Batman. El enfrentamiento con el Cruzado de la Capa llegaría al paroxismo con la excelente segunda parte de la saga, rubricada con aquel final que despertó algunas polémicas, pero que a mí me resultó tan perturbador como exquisito.
Amor Loco
Y ya que hablamos de Paul Dini, es inevitable la referencia a este pequeño clásico que tantos aplausos despertó en su momento. Debido al éxito de la serie animada noventera de la que hablábamos hace unos párrafos, los batfans pedían marcha. Para satisfacer tales exigencias, Dini se alía con Bruce Timm, la otra parte contratante de aquel programa televisivo, creador de los magníficos diseños que fueron gran parte del éxito de Batman: La serie animada.
El estilo de Timm, caricaturesco y adictivo, se traslada sin problemas a la viñeta, extraño contraste entre colorido de dibujo animado y el siniestro trasfondo que sustenta la trama. Nace Amor Loco, gran éxito entre público. En esta historia, vemos una nueva cara del Joker, que se adivinada en la versión animada de las aventuras de Batman: Joker es un psicópata en todas las facetas posibles. Harley Quinn, absorbida por el Joker y su mundo, es una víctima de malos tratos de libro, tanto físicos como mentales, pero su relación enfermiza con el rey payaso la llevan a buscar su aprobación constante. Joker es un ser despreciable que no ve más allá de su propio interés, y detrás de la inocencia del dibujo de Timm, encontramos una historia terrible sobre una mujer absorbida por el ego asesino de Joker.
Hasta aquí la segunda parte de nuestro viaje. Sí, amigos, falta una tercera, pero es que el bueno de Joker ha dado para mucho en la historia de Batman, como buena némesis definitiva que es. En la próxima entrega, nos acercaremos a las últimas versiones de este desquiciado psicópata en el mundo de la viñeta y, sí, por fin, entraremos en la polémica con la aparición del personaje interpretado por HeathLedger en El Caballero Oscuro.
¡Proximamente en el mismo Batcanal!