Críticas

La existencia: entre el azar y lo efímero

Leonora addio

Paolo Taviani. Italia, 2022.

LeonoraaddioCartelSe suelen denominar testamentos cinematográficos a las películas de grandes directores que realizaron su último filme como despedida y reafirmación de su mundo propio, de forma consciente. Sirvan como muestra Un gángster para un milagro (Pocketful of Miracles, 1961), de Frank Capra, remake de uno de sus primeros éxitos, de Dama por un día (Lady for a Day, 1933). Es un trabajo nostálgico que huye del presente y se reafirma en el pasado. También lo forma Río Lobo, de Howard Hawks (1970), en el que el autor, ya envejecido, volvió a filmar un western tradicional. Retoma, además,  argumentos de otras de sus películas. También La trama (Family Plot, 1976) supuso, en la filmografía de Alfred Hitchcock, un recuerdo a su pasado americano, repleto de elementos propios, como el papel del destino o las mujeres misteriosas. Igualmente, nos gustaría recordar París-Tombuctú, de Luis García Berlanga (1999), un recorrido por su cine más estrafalario y coral, en el que no oculta el miedo que siente ante el inmediato final.

Los hermanos Taviani, Paolo y Vittorio debutan en el largometraje con el documental L’Italia non è un paese povero en 1960. Jamás dejaron de trabajar juntos. Con un estilo realista y poético se consagraron internacionalmente con éxitos como Padre patrón (Padre padrone, 1977), La noche de San Lorenzo (La notte di san Lorenzo, 1982) o César debe morir (Cesare deve morire 2012). Vittorio Taviani falleció hace cinco años y Leonora addio es la primera película en solitario de Paolo. Está dedicada a su hermano y, con 90 años, tiene todos los aires de pretendido testamento fílmico. Así lo anuncia al final del filme, manifestando que el equipaje ya lo tiene preparado. El largometraje se desarrolla en dos partes. En la primera, asistiremos a la recogida del Nobel de literatura por parte de Luigi Pirandello, en 1934, con imágenes de archivo. Tras su muerte en 1936, seguiremos,  en blanco y negro, el intrincado recorrido que sufrieron sus cenizas. En la segunda, se recupera uno de los últimos cuentos escritos por Pirandello antes de su fallecimiento, concretamente, El clavo, consistente en un crimen cometido en Brooklyn. Los realizadores italianos ya trasladaron relatos de Pirandello en su obra Caos (Kaos, 1984). Precisamente, Leonora addio es una historia publicada por el Nobel en 1910, en el “Corriere della Sera”, origen de su obra de teatro Esta noche se improvisa (1929). 

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La primera escena del filme, la correspondiente a la entrega del galardón otorgado por la Academia Sueca, es testigo, por la mala calidad de la imagen y sonido, del paso del tiempo. Un primer acercamiento sobre uno de los temas primordiales del filme, el de la fugacidad de la vida. Se encuentra envuelta en unas palabras en off con el pensamiento del literato, reconociendo su soledad y lo arduo y espinoso del trabajo realizado. Tras ella, asistimos a una escena de encuadre teatral, apaisada y desnuda, casi espectral. Es el lecho de muerte del dramaturgo, mientras sus tres hijos se acercan al mismo en una disolución instantánea de la niñez a la madurez. Otro signo de esa rapidez de nuestro destino. Y tras su fallecimiento, penetraremos en una especie de película de carretera en seguimiento de los avatares que soportaron sus cenizas, hasta acabar en el emplazamiento definitivo.

 Pirandello deseaba anonimato y humildad en sus exequias y destino final. Esa era su voluntad, pero estábamos en años convulsos y metidos en otros berenjenales. No le ayudó tampoco vacilantes inclinaciones a favor o en contra del Partido Nacional Fascista. Su simpatía por Mussolini, que iba y venía, no le favoreció en sus postrimerías ni en su legado. Quizás por seguir su conciencia en cada momento, acabó y fue tratado con indiferencia por unos y otros, e incluso con desprecio. También Andrea Camilleri se ocupó, en su libro Ejercicios de memoria, de veintitrés semblanzas y entre ellas, de Las cenizas de Pirandello. De forma viva y renovada, adaptó ese momento de la historia sobre el Nobel, desde el recuerdo de sus últimas voluntades hasta que alcanzó la “paz eterna”.

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Volviendo a la fantasmal escena de la muerte, Paolo Taviani no se olvida de una de las principales preocupaciones de él y su hermano: demostrar que las limitaciones del encuadre cinematográfico son idénticas a las de un escenario. Es un magnífico ejemplo del cine presente y ausente al tiempo, de exhibición de lo oculto del alma humana. Admiradores de Bertold Brecht, igualmente exigen gran esfuerzo en los espectadores, pero sin limitarse a la faceta intelectual y sin caer en el aburrimiento. En Leonora addio, ya hemos dicho, se sigue con una especie de road-movie cargada de ironía, humor negro, supersticiones, rituales o prejuicios. En un tono naturalista, Paolo (y su hermano si hubiera podido), no puede ocultar sus orígenes desde el neorrealismo, constante referencia que se aprehende con la verosimilitud  y cotidianidad exhibida: por interpretaciones, por situaciones, por la globalidad de la puesta en escena. 

Con la finalización de la Segunda Guerra Mundial, entre vencedores y vencidos, tocaba retomar vidas propias o forjarse nuevas. Siguiendo los restos del escritor, no se renuncia a principios como la elipsis, la búsqueda de comunicación con el público y la exhibición de una estructura narrativa muy minuciosa. Se vislumbra el amor por el suspense, el estupor o el impacto. Resulta muy amena y atinada la escena en el avión estadounidense que iba a transportar las cenizas velozmente y sin complicaciones. Estamos en Italia, sí, y a mediados del siglo XX. No se ha conseguido nada situando cementerios junto a iglesias o en lugares frecuentados para acostumbrar al pueblo a abandonar sustos y supersticiones por toparse con un hombre muerto, o sus restos. No importa el continuo espectáculo de sepelios y osamentas. Como recordaba Montaigne, estamos muy lejos de aquellos egipcios que traían esqueletos a los banquetes para que fuéramos conscientes de lo efímero del placer para saborearlo más intensamente. 

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Disfrutaremos sopesando cómo volar con un “fiambre” o sus cenizas, dónde jugar a las cartas, la forma de adaptarse desde Alemania a Sicilia en tiempos revueltos o cómo sortear prohibiciones religiosas absurdas. Tampoco falta una inteligente denuncia hacia la «celeridad» en la realización de obras que dependen de la administración pública. Consideramos que se trata de una primera parte deliciosa. La vuelta de unos restos a la tierra natal juega con el morbo, con la memoria, con tradiciones y ritos. Y tengan cuidado en dejar bien atados sus deseos para cuando el último día llegue; e incluso, procuren buscar aposentos de su tamaño. 

Tras una transición hermosa, desde el negro que nos ha acompañado hasta ahora, atravesamos por el sepia y desembocamos en fascinantes coloridos, identificables con el Brooklyn del siglo pasado. Cruzando el océano y con preámbulo en Italia, entramos en el cuento escenificado, en aquellas épocas en que ilusionados emigrantes llegaban a otras tierras a la búsqueda del paraíso, o cuanto menos, en la huida del infierno (justo como ahora). Y nos moveremos aquí en el peliagudo asunto del azar, de la mala suerte de encontrarse en el sitio equivocado, junto a otros elementos casuales. Pirandello se inspiró en una noticia de un periódico sobre un asesinato, en principio inexplicable con razonamientos lógicos, forzado por el encuentro con un clavo. Se finalizará con una arrebatadora secuencia que conecta emocionadamente con la memoria, el tiempo, la melancolía y el destino. Los Taviani, herederos de Rossellini, admiradores de Antonioni, Pirandello o Verdi, siguen con una filmografía (antes conjunta, ahora individual) repleta de curiosidad y coraje. Todo un deleite para cualquier cinéfilo.

 Tráiler:

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Ficha técnica:

Leonora addio ,  Italia, 2022.

Dirección: Paolo Taviani
Duración: 90 minutos
Guion: Paolo Taviani
Producción: Stemal Entertainment, RAI Cinema, Istituto Luce Cinecittà, Cinemaundici
Fotografía: Paolo Carnera, Simone Zampagni
Música: Nicola Piovani
Reparto: Fabrizio Ferracane, Matteo Pittiruti, Dania Marino, Dora Becher, Claudio Bigagli, Nathalie Rapti Gomez, Massimo Popolizio, Jessica Piccolo, Sinne Mutsaers, Achille Marciano, Federico Tocci, Michael Schermi

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