Críticas
¿Inspiración o remedo?
Libertad
Clara Roquet. España, 2021.
La μίμησις o mimesis es la categoría aristotélica que, desde el clasicismo, señalaba la imitación como medio que permite emular las acciones humanas para crear Arte; así, también el escritor neófito comúnmente comienza inspirándose en otros escritores/guionistas antes de hallar su propia voz. No nos extrañó ni escandalizó, pues, antes de ver la ópera prima de Clara Roquet, que la prensa refiriese que en su película había cierta influencia de la obra de Lucrecia Martel y su forma de dirigir cine. Así pues, Pelayo Sánchez afirmaba en Vanity Fair que en la película de la catalana se halla “el lenguaje sonoro y visual de la argentina Lucrecia Martel, su directora predilecta, puede rastrearse durante todo el metraje”. En Cinemagavia, Daniel Jiménez cita en su entrevista a Roquet cuando esta asegura “he tenido a muchas cineastas que me han inspirado (…) te hablo de mujeres como Lucrecia Martel, Julia Solomonoff o Jane Campion, por decirte algunas”. En su entrevista para Cadena Ser, Roquet dice que el amor por la naturaleza expresado en Libertad proviene del hecho de que su familia críe caballos, o sea, todo viene de ella, también los usos simbólicos de los vestidos, etc. Respecto al eco de Martel en Roquet, Daniela Urzola, en Mutaciones, incide igual y únicamente en la influencia de lo formal, no ahonda en las semejanzas notabilísimas entre los guiones. No obstante, es aguda y subraya -en lo que coincidimos- la mirada excesivamente europea de la directora “al hipersexualizar la imagen de la mujer latina y/o afrodescendiente”. Por su parte, Beatriz Martínez en Fotogramas igualmente afirma “bebe del cine de Lucrecia Martel” y cita a Clara Roquet en su rotunda afirmación: “La ciénaga ha sido una influencia fundamental, una especie de faro”. Por fin una afirmación clara y directa.
Según nuestro criterio, más que faro, La ciénaga (2001) es el modelo y Libertad (2021) la emulación, una magnífica emulación, eso sí; pero ciertamente transgrede el ejercicio de mimesis aristotélica en el guion, lo que curiosamente es su especialidad. Roquet aclara que se siente más escritora y guionista que directora, quizá por ello podríamos justificar que su ópera prima como directora de un largometraje -recuérdese que ya había dirigido cortos- libara de tan memorable fuente en los aspectos formales (planos y usos de cámara, en general), que sí han sido advertidos por la crítica y que no repetiremos por ser fácilmente localizables. Ahora bien, en lo narrativo, la película de Roquet no resiste el visionado si antes has visto La ciénaga y tu recuerdo es vívido.
Adentrémonos en un análisis comparado, muy superficial por razones obvias de espacio, entre ambas narrativas. En ambas, hay un personaje colectivo, la familia, dos familias en una situación de vacaciones/veraneo en una casa típica -en sus respectivas naciones- de los años 60 o más especialmente 70. En ambas familias hay una mujer que ha sido engañada por su marido y que atraviesa un momento de gran tensión y/o separación, en ambos casos la mujer-madre engañada/humillada se encuentra afectada psicológicamente y en algún momento (o en varios en el caso de La ciénaga), la madre ebria dice o hace cosas que evidencian ese profundo malestar o desazón (pero qué diferente fuerza y portentosa interpretación la de Graciela Borges…). Todo transcurre en estas dos casas con piscinas emblemáticas, qué metafórica la pileta de La ciénaga con su reverberante simbología de abandono en el estancamiento de sus aguas pútridas. También el agua como símbolo en las dos películas, y también sobre sendas piscinas caen tormentas de verano. El agua es mar también en Libertad, menos mal, pero los símbolos son más poderosos en La ciénaga: la vaca atrapada en el lodo, la ciénaga en sí, la caza imprudente de los niños en los cerros, el conejo muerto en la cocina, la copa de cristal rota, la aparición mariana, la naturaleza selvática salteña rodeando la finca, una exuberancia expresiva incomparable e inimitable que determina toda la película de Martel y que otorga una fuerza asombrosa a su cine.
Qué iguales retratos en ambas películas de una adolescente burguesa encaprichada (¿enamorada?) de la hija de la asistenta, con la que convive, se tumba, dormita, conversa… Qué parejos comportamientos de las dos encendidas de celos cuando la adorada hija de la asistenta tontea con un noviete de verano, sale o baila con él. En ambas películas las familias burguesas momentáneamente intentan separar a la niña bien de la hija de la asistenta; en ambas se cuestiona a la asistenta y su lealtad y se la acusa de algo; del mismo modo en ambas películas hay otra generación de niños/niñas más pequeños que ríen y meten ruido, en ambas las niñas juegan a vestirse o disfrazarse, se intercambian la ropa, y, si en La ciénaga se lanzan globos de agua, en Libertad se hinchan globos. En los dos largometrajes, adolescentes pretenden hacerse cargo de situaciones que no les corresponden, niños empapándose de conversaciones de adultos, discusiones en torno a la mesa avivadas por el alcohol…
Hemos obviado similitudes tolerables como la poética del espacio de la casa vacacional o veraniega con las camas sin hacer, los vestidos estampados y coloridos, las decoraciones decadentes, niños correteando en traje de baño, etc. Pero ver en ambas películas muchachas de clase media-alta encaprichadas por la hija de la asistenta, dedicándole miradas celosas mientras la otra tontea con un muchacho, haciéndoles chantaje emocional para que no se marchen, pidiéndoles cuentas por la ropa que llevan, también en ambas películas visitan una verbena de verano, en ambas hay un muerto al final…
En conclusión, la mimesis se excede y trasciende los límites de la inspiración. La ciénaga no ha sido faro, sino espejo en el que mirarse para luego proyectar la imagen recibida. Ya advirtió Aristóteles “algunos imitan muchas cosas tratando de copiarlas (unos por arte y otros por costumbre)”. Y esta es una buena película, desde luego, en tanto reproduce elementos fundamentales del cine de la gran cineasta Martel, sin embargo, carece de la asombrosa naturalidad, de la vivísima representación de la vida y de sus energías latentes, que sí capta siempre el excepcional cine de la argentina. ¿Qué producto fílmico supone, pues, Libertad? ¿Inspiración, emulación, amortizado remake a lo CODA? Juzguen ustedes. Son malos tiempos para la originalidad del creador, La familia Bélier (2015) no fue seleccionada para recibir un Oscar como mejor película de habla no inglesa, pero la gran maquinaria del cine americano compró los derechos, reproduce el modelo, regurgita la copia y a esta sí le otorga el Oscar. Cannes no seleccionó La ciénaga, pero sí lo hizo con Libertad en su Semana de la Crítica. Parece que sale más a cuenta recrear que crear.
Tráiler:
Ficha técnica:
Libertad , España, 2021.Dirección: Clara Roquet
Duración: 104 minutos
Guion: Clara Roquet
Fotografía: Gris Jordana
Música: Paul Tyan
Reparto: María Morera, Nicolle García, Nora Navas, Vicky Peña, Carol Hurtado, Maria Rodríguez Soto, David Selvas, Òscar Muñoz, Sergi Torrecilla, Mathilde Legrand
Buenas tardes, Idoia:
Me parece que su crítica es excelente -a pesar de que mi opinión sobre la película de Roquet es más positiva que la suya, ya que no sólo me pareció una buena película, como por otra reconoce en la parte final de su comentario, sino que en mi opinión es una obra excelente, que sitúa a su autora entre las nuevas esperanzas del cine español-; no obstante, su argumentación es conceptualmente brillante como sutil y su estilo es fluido y extremadamente elegante -algo no siempre habitual en su gremio- , a la vez que claro, preciso y sin ambages. En cualquier caso, reconocerá conmigo la perspicacia, a la hora de escoger un modelo, de Clara Roquet , ya que Lucrecia Martel es una de las más grandes directoras (directores de cualquier sexo, de hecho) que hay en la actualidad. Y hay que lamentar que su producción sea tan exigua, cuando tantos mediocres (engalanados) no tienen problemas para estrenar con tanta regularidad como ausencia de talento.
Si no es indiscreción, Idoia, me gustaría preguntarle por sus cineastas predilectos (actuales y clásicos) y por qué tipo de cine prefiere (de autor , de género…) y por la inevitable Carla Simón, que parece que está teniendo un boom que ni siquiera Buñuel o el ínclito Almodóvar soñaron tener.
Un verdadero lujo leerla, algo que espero convertir en cotidiano si decide prodigarse por aquí.
Un saludo muy afectuoso,
Roberto.
Estimado lector,
como bien ha advertido, al final de mi crítica subrayo la calidad más que notable de la película de Clara Roquet, haber escogido a L.Martel como modelo subraya su buen instinto como cineasta, y esperamos con ganas su próximo trabajo, si bien, es de justicia, en este caso, que nada nos suene demasiado más que a su propia originalidad y frescura. Por contestarle sucintamente, diré que el gran cine, el gran Arte, puede hallarse en el cine de género y en el de autor, pero me decanto por este último: quizá mis preferencias se muevan entre Antonioni, Tarkovsky, Mankiewicz, la propia Martel, Lynch y Ozu. Pero cuesta detenerse y no citar a Kubrick, Wenders, los DOGMA, Hawks, Renoir, algún Almodóvar como algún Buñuel y algún Kurosawa.
En cuanto a Carla Simón, no, lamentablemente aún no he visto su premiadísimo trabajo.
Un placer leer su rico comentario y su crítica, vertida con plena cortesía:
Idoia Arbillaga