Críticas
La justicia nunca lució tan gris
Liga de la Justicia
Justice League. Zack Snyder. Estados Unidos, 2017.
El universo DC ataca de nuevo, con Zack Snyder al frente de la tropa, por lo menos como firmante del resultado final. Lo cierto es que el famoso director abandonó el proyecto al final del rodaje por graves cuestiones familiares, y fue Joss Whedon, otrora cabeza visible en los estudios Marvel, el encargado de finiquitar la edición del filme, e incluso rodar de nuevo algunas escenas. Liga de la Justicia llega a los cines con mucho ruido, eso desde luego. El asunto es que, para variar, se queda en eso. Warner/DC sigue dando palos de ciego, en la enésima intentona de encontrar la tecla adecuada que dé sentido y coherencia a sus películas, que se arrastran en una nada decepcionante.
Ya conocemos a algunos de los personajes protagonistas de esta aventura, puesto que ya han lucido pijama en anteriores entregas del estudio. Todo comenzó con la desequilibrada Man of Steel (Zack Snyder, 2013), que marcaba las pautas de ese incipiente universo que ahora luce con bastante menos brillo. El combate del siglo que nos prometieron y nunca sucedió en Batman vs Superman (Zack Snyder, 2016) presentaba las intenciones de Warner/DC, de juntar a sus enmascarados, una especie de prólogo de la épica superheroica en su máximo exponente que debía ser esta Liga de la Justicia. Entre medias, dejaron por el camino los orígenes de Wonder Woman (Patty Jenkins, 2017), otro vistoso quiero y no puedo que, por lo menos, entretenía hasta su estrepitoso y exagerado acto final.
Tanta parafernalia era la excusa para que estos titanes modernos acabasen formando pandilla, con la incorporación de nuevos caracteres extraídos del nutrido plantel de la editorial americana. Batman vs Superman ya había generado una buena dosis de polémica con su estreno, ya que consiguió dividir sin término medio a los espectadores, entre los amantes sin reservas del espectáculo de Zack Snyder o aquellos que encontraron una especie de timo de la estampita en la propuesta. Me posiciono, que en eso consiste… pueden situarme entre los miembros del segundo grupo, sin reservas.
La intensidad pretenciosa de Snyder no podía ser camuflaje para una trama confusa, mal resuelta, llena de intrahistorias que no llevaban a ninguna parte, repleta de personajes con motivaciones más bien débiles. Se intentó arreglar el desatino con la versión extendida para el mercado doméstico, con minutos básicos para dar sentido completo a lo que acaecía en la película, mutilados sin orden ni concierto. La cosa mejoraba, hay que admitirlo, pero era un esfuerzo tardío y tramposo. De hecho, una vez vistos los resultados en taquilla de Liga de la Justicia, habría que analizar si este retruécano bastante chusco de Warner/DC no habrá sido motivo, bastante convincente, para que el público se quede en su casa. ¿Para qué gastar los dineros ganados con sudor en una película incompleta si en unos meses tendremos un montaje sin mutilar?
Lo cierto es que, en el caso de Liga de la Justicia, el resultado no es tan cojo como en la anterior entrega de los intercambios de mamporros de Batman y Superman. A pesar de eso, no es una gran película, incluso me cuesta afirmar que sea mejor película que Batman vs Superman. En términos generales, funciona mejor que su antecesora, porque se ha reducido todo al mínimo. No hay tramas secundarias imposibles, ni giros de guion, de esos que hacen que los espectadores arqueemos las cejas atónitos. La simpleza de una de sus aventuras más previsibles en la viñeta se traslada al cine, en una historia de orígenes que, para más gasolina al fuego, pasa muy por encima de los trasfondos de los recién presentados.
Escenas como la de Aquaman en Atlantis son un ejemplo del aire de precipitación que se respira en toda la propuesta. Si las anteriores películas de DC pecaban de exceso de metraje, en Liga de la Justicia prima una especie de obsesión porque las cosas sucedan al trote. El resultado es un cambio rasante bastante bestia entre una anodina primera parte de presentaciones y saludos y un final típico de esta clase de superproducciones, lleno de golpes de efecto, mamporros, momentos de derrota inminente y salvaciones in extremis.
Si en el apartado literario la cosa no da para mucho, el aspecto visual de Liga de la Justicia es extraño, incluso deslucido, por culpa de las contradicciones internas de una película que no tiene nada claro cómo quiere contar las cosas. A pesar del cambio de director a última hora, el envoltorio de la película es puro Zack Snyder, pero un tanto descafeinado. Por mi parte, estoy hastiado del estilo repetitivo de un autor tan acomodado en las cuatro herramientas básicas que sustentan su estilo. No hay lugar para la sorpresa, y hemos visto todos y cada uno de sus trucos salir de la misma chistera en demasiadas ocasiones como para que resulte excitante o novedoso. Los colores apagados, marca de la casa, me llevan a pensar de Snyder que tiene muy poco dentro de director y mucho de juguetón con filtros de Instagram. Todo esto por no hablar del famoso bigote de Cavill, del que se podría escribir un poema épico.
A ese aspecto tan falto de sorpresa hay que añadir que los efectos especiales de Liga de la Justicia cantan La Traviata. El resultado del trabajo de CGI es cutre, aporta una sensación de irrealidad que acaba por romper cualquier vínculo con la película para el espectador. En los mejores momentos, no pasa de un escenario resultón de Injustice, el videojuego basado en los mismos personajes que Liga de la Justicia. El acabado de Steppenwolf, villano del invento, roza la vergüenza en no pocos momentos, algo que resulta molesto en una película de gran presupuesto, en el que este apartado concreto ha de ser básico. Añadimos que el mencionado maloso tampoco es que sea una maravilla del desarrollo de personajes y se incrementa el olor a tufo.
Las contradicciones rozan el desastre cuando en nuestro cerebro debemos mezclar el denso y lóbrego aspecto visual de Snyder con el humor, no especialmente afortunado en esta ocasión, del señor Whedon. Los chistes de colegas a veces funcionan, pero en general están metidos con calzador en un contexto muy poco apropiado. Mención especial a la escena en la que Flash y Cyborg desentierran un cadáver… ¿De verdad ese era el mejor momento para los chascarrillos? Queda perturbador de más.
Como decía, lo bueno que tiene Liga de la Justicia es que reduce todo al mínimo. Exige tan poco que, al final, por lo menos entretiene. Si te pilla con las defensas en alto, roza lo indignante, pero si haces un ejercicio de voluntad, puede que el niño interior que creció leyendo Crisis en tierras infinitas encuentre un poco de diversión.
Danny Elfman sustituye al ya muy quemado Hans Zimmer, y regala un momento de nostalgia absolutamente genial. Recupera trazos de su propia banda sonora para el Batman de Tim Burton, además de la melodía clásica de John Williams para Superman. Esos detalles nos hacen pensar en tiempos mejores.
Otro tiro al poste de Warner/DC, con muy poco fuelle y menos contenido. Puede que, vistos los resultados, sea el finiquito a la intentona del estudio de dar identidad a su universo cinematográfico, porque la taquilla tampoco acompaña. Tiempo para la meditación, para el cambio o para rendirse definitivamente, el paso de los meses nos lo dirá. La realidad es que, a pesar de llevar ya unos cuantos títulos, el mundo DC en la pantalla todavía no ha sido capaz de emocionar.
Tráiler:
Ficha técnica:
Liga de la Justicia (Justice League), Estados Unidos, 2017.Dirección: Zack Snyder
Duración: 121 minutos
Guion: Chris Terrio, Joss Whedon
Producción: DC Comics / DC Entertainment / Dune Entertainment / Lensbern Productions / Warner Bros. / Atlas Entertainment / Cruel, Unusual Films
Fotografía: Fabian Wagner
Música: Danny Elfman
Reparto: Ben Affleck, Gal Gadot, Ezra Miller, Jason Momoa, Ray Fisher, Henry Cavill, Amber Heard, Amy Adams, Ciarán Hinds, J.K. Simmons, Jeremy Irons, Connie Nielsen, Robin Wright, Diane Lane, Kiersey Clemons, Billy Crudup, Daniel Stisen, Jesse Eisenberg, Samantha Jo, David Thewlis, Joe Morton