Los archivos del Pentágono

La verdad es que tan solo dos nominaciones al Oscar (Mejor Película y Mejor Actriz) resultan escasas para un título, como Los archivos del Pentágono, que parece irremediablemente destinado a convertirse en un clásico del cine y a formar parte de la lista de las películas imprescindibles que deben ver quienes quieran dedicarse profesionalmente al periodismo. Aunque pueda parecer una película relativamente modesta para los niveles de producción a los que nos tiene acostumbrados el director (ya está a punto de llegar a los cines Ready Player One), lo cierto es que Steven Spielberg ha filmado una cinta muy clásica, digna heredera del gran cine político americano de los años setenta, especialmente de un título como Todos los hombres del presidente (All the President’s Men, Alan J. Pakula, 1976), con el que dialoga de forma explícita.

Ahora bien, si bien Pakula prescindió del personaje de Katherine (Kay) Graham, dueña y editora de The Washington Post, lo que hace precisamente Spielberg es otorgarle a ella el protagonismo, compartido eso sí, con Ben Bradlee, el legendario director del periódico, que en Todos los hombres del presidente había interpretado Jason Robards (papel con el que ganó el primero de sus dos Oscar como actor secundario). En esta ocasión Tom Hanks da vida a Bradlee y Meryl Streep se encarga de Kay Graham. Es la primera vez que estos dos grandes actores trabajan juntos en una película, y también la primera que Spielberg dirige a Streep (con Hanks ya había trabajado hasta en cuatro ocasiones anteriormente).

A Spielberg le llegó el guion de Los archivos del Pentágono (escrito por la debutante Liz Hannah) cuando estaba trabajando en Ready Player One, pero le gustó tanto que decidió que ese era el momento adecuado para una película como esta, en plena era de la posverdad y las fake news, y con un presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, que tanto recuerda en las formas a Richard Nixon, a quien Spielberg presenta en la película siempre desde lejos, entrevisto por una de las grandes ventanas de la Casa Blanca, hablando por teléfono. Además de Liz Hannah, también trabajó en el guion de la película Josh Singer, que ya había firmado los libretos de El quinto poder (The Fifth Estate, Bill Condon, 2013) y la oscarizada Spotlight (Tom McCarthy, 2015).

Los archivos del Pentágono trata sobre la publicación, en 1971, por parte de The New York Times, de unos documentos que comprometían las administraciones de Eisenhower, Kennedy, Johnson y Nixon en distintos aspectos relacionados con la Guerra de Vietnam (fundamentalmente, decían que la guerra estaba perdida de antemano y que la administración, aun sabiéndolo, seguía enviando a jóvenes a la muerte). El Departamento de Defensa demandó al diario neoyorquino y The Washington Post emprendió una carrera contrarreloj para hacerse con los informes y seguir publicándolos. Al final, los dos medios acabaron frente al Tribunal Supremo.

El resultado es una película trepidante, de tema político y periodístico, que se centra en la lucha de Bradlee por conseguir y publicar los documentos y en las dudas de Graham a causa de los enormes riesgos que corría, ya que la empresa estaba a punto de cotizar en Bolsa y ella se exponía a perder el legado que había recibido de su padre y del que tuvo que encargarse tras la muerte de su esposo. Una excelente galería de secundarios acompaña a la pareja protagonista, desde Bruce Greenwood en el papel de Bob McNamara, Secretario de Defensa de Kennedy, amigo personal de Graham y la persona que encargó los informes, hasta los distintos periodistas del Post, como Bagdikian (Bob Odenkirk), pasando por el propietario de The New York Times, Abe Rosenthal (un excelente Michael Stuhlbarg, que aparece también en otras películas de este año, como La forma del agua o Call Me by Your Name), y por el analista militar que sustrajo los documentos, Daniel Ellsberg (Mathew Rhys).

Los archivos del Pentágono incorpora, además, una interesante lectura desde el punto de vista del género, ya que, para muchas mujeres, Katherine Graham se convirtió en todo un referente (resulta inolvidable la forma en que se presenta su salida del Tribunal Supremo por una escalera lateral, con todas las jóvenes mirándola a ella, única en un mundo de hombres). El propio Spielberg conoció personalmente a Graham y, sobre todo, a Bradlee, del que fue vecino durante quince años. También Hanks conoció al director de The Washington Post cuando ya se había jubilado.

Es verdad que hay algo de Capra en esta película (como, en general, en casi todo el cine de Spielberg), pero los personajes actúan, más que por idealismo, por deber, y eso resulta muy interesante. En apenas seis meses, Spielberg ha rubricado una película sólida, rotunda y magnífica que admite una lectura inmediata: ¿también ahora los medios están siendo atacados o ya han hincado definitivamente la rodilla ante el poder? Sin duda, una cuestión que deberán resolver las Escuelas de Periodismo, que podrán experimentar el sabor del reporterismo clásico en esas imágenes de las rotativas del periódico esperando el texto final maquetado antes de la hora de cierre. El final de Los archivos del Pentágono enlaza precisamente con el comienzo de Todos los hombres del presidente, con el caso Watergate, destapado precisamente por el Post, que no solo sobrevivió a Nixon sino que motivó su dimisión.

Premios: Nominada dos Oscar: Mejor Película y Mejor Actriz (Meryl Streep); Nominada a seis Globos de Oro: Mejor Película-Drama, Mejor Director (Steven Spielberg), Mejor Guion, Mejor Actor-Drama (Tom Hanks), Mejor Actriz (Drama) y Mejor Música.

Tráiler: